"Ventana abierta"
Un
cortometraje sobre la memoria y la vida
Omeleto Animation
La memoria es fundamental para el Ser Humano. Gracias a la capacidad de recordar el pasado, podemos actuar en el presente planificando el futuro. La historia, en gran medida, de la humanidad y de todos nosotros, depende de esta facultad de nuestra psique de guardar todo lo que nos sucede. Sin embargo, sabemos que por unos momentos no pudimos acceder a ella. ¿Cuántas veces, por ejemplo, recordamos lo que almorzamos ayer? ¿O nuestros amigos de la infancia? Nuestra memoria, por tanto, no es perfecta y absoluta, pero hay experiencias que nos marcan profundamente, hasta el punto de no olvidarlas jamás. Son estos momentos, buenos y malos, los que dan forma a nuestra percepción del mundo y, naturalmente, guían nuestros pasos hacia el futuro.
Pensemos en cómo
elegimos nuestras profesiones: muchas veces una experiencia nos ayudó a elegir
con qué trabajaríamos. Otras veces, algo que vivimos nos ha alejado de un
tipo de trabajo porque no nos identificamos o no nos gusta. Y esto no es
solo en el ámbito profesional, pues en todo momento tomamos decisiones en base
a nuestro pasado y nuestras relaciones.
Sin embargo, nuestra memoria no actúa sólo en el campo mental. A menudo, cuando recordamos algo, se vincula una emoción a ese recuerdo que acaba definiendo si nos gusta o no lo que vivimos. Por ejemplo, probablemente recordemos nuestro primer día en un nuevo trabajo. Al recordar, recordamos el nerviosismo, la ansiedad o incluso el miedo que trajo esta experiencia. Esto también se aplica a otros momentos de nuestra vida cotidiana, como el día en que conocemos a una persona que nos gusta o incluso un viaje que nos encanta haber hecho. Todos los recuerdos están, directa o indirectamente, relacionados con nuestras emociones. En vista de esto, recordar no es sólo un ejercicio de la mente, sino principalmente del corazón. El cortometraje “Encontrados y perdidos del corazón” trata bien este tema y por eso lo recomendamos.
El corto, producido
en 2019 por Omeleto Animation, cuenta la historia de una señora que va todos
los días a una tienda de objetos perdidos. El dueño, también un anciano,
la cuida con mucho gusto y la ayuda a buscar sus objetos, que cambian todos los
días. Para ayudar en la búsqueda, la dama siempre lleva una foto del
objeto, para facilitar la búsqueda, sin embargo, lamentablemente, todos los
días los dos terminan sin encontrar lo que buscaban. Aún con los
resultados adversos, no te rindes en encontrar lo que buscas e insistes, hasta
que… ¡No vamos a dar spoilers! Hay que estar atento a ver qué pasa.
Suponiendo que usted, querido lector, haya visto el corto, ahora podemos hablar abiertamente sobre él. La lección que presenta la animación está relacionada precisamente con la memoria y su importancia para construir el futuro. El “objeto” que buscaba la señora era, en realidad, su marido, que padecía la enfermedad de Alzheimer y ya no recordaba quién era. Es interesante notar que ella intenta acceder a los recuerdos de su esposo a través de varios objetos, pero solo cuando logra hacerle recordar un momento notable, lleno de emociones y sentimientos, es capaz de recordar quién era. Este pasaje conecta con lo que hablábamos de que la memoria no solo está relacionada con factores mentales, sino también sentimentales.
Si miramos nuestra
vida, podemos probar que esto es real. Nuestros principales recuerdos, la
mayoría de las veces, son de algún momento feliz vivido. A veces también
tenemos malos recuerdos, que nos retrotraen a momentos de tristeza y miedo. Pero,
¿solo recordamos lo que nos marca? Y, al fin y al cabo, ¿por qué
recordamos algunas cosas de nuestra vida y otras no?
Disponemos de una memoria selectiva que, a corto plazo, almacena datos y
los consolida. Muchas veces, a lo largo del día, estamos desatentos y
actuando de forma “automática”, es decir, haciendo acciones en las que no
pensamos mucho. Conducir, por ejemplo, es una de esas acciones
automáticas. Debido a que estamos en esta forma “estándar” de actuar, no
prestamos atención a lo que sucede y nos afecta, por lo que tendemos a
olvidarnos rápidamente de esta situación. Esto explica, lamentablemente,
la razón por la que no prestamos mucha atención a lo que sucede en nuestra vida
cotidiana, lo cual es una señal de que no estamos prestando atención a lo que
experimentamos.
Por otro lado, cuando experimentamos una emoción fuerte o una experiencia
inusual, tendemos a obsesionarnos con ella, ya que nos vemos obligados a salir
de nuestro piloto automático. Esto explica, por ejemplo, por qué
recordamos un accidente de tráfico que sufrimos o el día que nos casamos,
tuvimos hijos o fuimos a la universidad. Tales momentos nos imprimen un
sentimiento profundo y cada vez que los recordamos terminamos, por extensión,
reviviendo lo que sentimos. Por tanto, nuestras emociones y sentimientos
están directamente relacionados con nuestra memoria. Es por eso que en la
animación el acceso más efectivo para que recobres tus sentidos fue a través
del recuerdo del matrimonio. El impacto emocional le hizo recordar quién
era él, más allá de los objetos que se encontraban en su vida cotidiana.
Toda civilización, en mayor o menor grado, tiene una fuerte relación con la memoria. En el caso de la Antigua Grecia, por ejemplo, tenemos a la Diosa Mnemosyne, la Diosa de la Memoria, quien, al acostarse con Zeus, tenía las nueve musas. Las musas, generalmente conocidas por las Artes, representan simbólicamente una forma de perpetuar la memoria, haciéndose eternas. No es casualidad que una de las musas sea Clio, la musa de la Historia. Además, cabe recordar que el Arte nos conecta a través del sentimiento, lo que refuerza la relación entre el campo emocional y esta capacidad de nuestra psique.
Aún hablando de la
mitología griega, el recuerdo aparece en otra historia: la del río Lethes. Este
río, que discurre por el Hades, el mundo de los muertos según la cultura
griega, fue el encargado de borrar la memoria de las Almas que habitaban el
inframundo. Estas Almas, al beber el agua del Leteo, estarían listas para
vivir una nueva experiencia humana, una nueva oportunidad de ser tan virtuosos
como los Dioses. Así, olvidan los hechos objetivos que tuvieron en sus
vidas, sin embargo, lo más preciado, lo que realmente entendieron y
sintetizaron, lo llevan para siempre. Por eso, poco a poco, con cada nueva
vida, existe la posibilidad de evolucionar y alcanzar un nivel superior.
El papel del río Lethes en este viaje es fundamental y, al mismo tiempo,
un rico campo de reflexiones: borra recuerdos para que el Alma pueda venir al
mundo y vivir una nueva experiencia. Cuando estamos anclados en el pasado,
reviviendo traumas y sin poder superar estos momentos, no tenemos, por tanto,
la oportunidad de crear un nuevo futuro. Por tanto, un uso inteligente de
la memoria pasa necesariamente por olvidar lo que nos retiene.
Llevándolo a nuestra vida cotidiana, ¿cuántas veces revivimos hechos pasados? ¿Se trata de un dolor que alguien nos ha causado o incluso de un evento banal? Como no vemos lo que podemos aprender de las experiencias, nos quedamos atascados en hechos objetivos, es decir, lo que no necesariamente cambia. Si, por ejemplo, un amigo cercano nos hace daño y pasamos semanas sin hablarle, molestos y malhumorados, es porque no buscamos entender las causas de ese conflicto. En lugar de tratar de encontrar soluciones, pasamos todo el tiempo quejándonos y sintiéndonos heridos. Para que ese recuerdo nunca se desvanezca, porque estamos aferrados a él.
Por eso, el olvido es también un acto necesario para que podamos seguir evolucionando. La memoria debe ser utilizada como una caja fuerte de oro, en la que guardamos nuestras más bellas vivencias. Cuando estamos tristes, cabizbajos y sin ver mucho el sentido de la vida, recordar los buenos momentos y los aprendizajes que hemos tenido hasta ahora será un fuerte aliado para que nos recuperemos. De esta forma siempre podremos recordar quiénes somos, hacia dónde vamos y cuál es nuestro propósito como Seres Humanos. ¡Y que la Vida y el destino nunca nos dejen olvidar eso!".
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