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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 5 de enero de 2022

Saludo: Buenos días. Historias tiernas. "Los tres Reyes, de camino". Miércoles, 5 - Enero - 2022.

 "Ventana abierta"

Historias tiernas

P. Leonardo Molina. S.J.

Los tres Reyes, de camino

Durante horas cae la nieve espesa, pesadamente, tanto que no es posible distinguir lo que son campos de patatas o maizales, o quizás, donde los trigos nacen.

O simples prados.

Toda blanca está la superficie de la tierra. Blanca, igualmente, blanca uniformemente blanca.

Allá – no lejos- aparece un pueblecito.

Y la nieve va cayendo como si nunca fuese a dejar de caer. Hoy desde luego, no.  Y tampoco mañana. Quizás, pasado.

Tres caminantes iban por la carretera andando…En la nieve se hundían hasta las rodillas.

Con aquel frío sufría especialmente Baltasar. Y su capa de color rojo, tan liviana, hubiese sido más adecuada en las doradas arenas de su tierra, que en mitad de este paisaje invernal. Sin embargo, él bien decidido que caminaba tras de Melchor y Gaspar.

Tenía Gaspar larga barba y puntiaguda, y tan blanca como la nieve misma. Su capa era de color negro…

Melchor no tenía barbas, ni tampoco arrugas tenía su cara; y su capa era de un luminoso amarillo…

Iban caminando, metiendo los pies en el hueco que en la nieve había dejado abierto la pisada del que iba delante.

Iban mirando frecuentemente al cielo, y no era factible el contemplarlo, porque lo único que veían era el ver venir, cayendo, la intensa masa  de copos de nieve.

Sin embargo, allí estaba el cielo, pues sí que podían distinguir bien la estrella, que en la nevada parecía una lucecita – de tierna – tonalidad… Allí estaba, invariable persistiendo y guiándoles.

Habían dejado ya atrás el pequeño pueblo, y ellos seguían más y más de camino. Había allí un enorme árbol, lleno de ramas muy pobladas y retorcidas en caprichosos giros curvadas.

De repente, la estrella centelleó luciendo mucho más intensa…luego, cedió su destellar y pareció como había venido siendo hasta ahora.

Baltasar, con su roja capa, les gritó:

-  ¿Habéis visto?

Claro, los tres lo habían visto y decidieron quedarse allí, bajo aquel árbol…

-   ¡Tiene que ser por aquí! En algún punto, cerca de este árbol. Pero, ¿dónde?

-   Nos quedaremos aquí aguardando -dijo Melchor.

Así que allí se quedaron,

Tendieron en el árbol una tela a modo de techado, y se sentaron y se envolvieron con sus capas…

Nada decían, callaban allí y la nieve caía, también sin ruido

Al parecer se durmieron.

Una voz les llamó despertando. Ante ellos habíase detenido un hombre de poblada barba gris, tal como el color del burrito al cual llevaba de la brida; y sobre el cual iba sentada una mujer.


El asnillo iba hozando con su tierno hocico hacia el rojo manto del rey negro.

El hombre les preguntó:

-   ¿No hay por aquí cerca ningún pueblecito o aldea? ¡Se hace ya de noche y estamos cansados y buscamos cobijo…!

Gaspar dijo:

-  Ahí, un poco más atrás han dejado un pueblecito. Está no más de ½ hora de camino. Allí hallarán lo que desean

El hombre hizo un gesto de cabeza con lo que les agradecía la indicación y tiró del asnillo, -que solo a disgusto se apartó de la capa de Baltasar.

Y así hombre y mujer y asno desparecieron en el temporal de nieve

Entonces Gaspar dijo;

-   ¡Eran ellos! ¡Son ellos!

-   ¿Quiénes? - dijo Melchor

-   ¿Quiénes? - dijo Baltasar…

-  ¡Ellos! ¡¡Eran ellos!! Repetía Gaspar, con su rostro iluminado de alegría.

Baltasar entonces, entusiasmado, también dijo:

-  ¡Claro! ¡Ellos, un hombre y una mujer sobre un asnillo! ¡Sí, pero nosotros venimos buscando a un Niño!... (algo enfadado dijo esto) …y ¡aún lo buscaremos!

-  Pero acaso no lo veis? Dijo con ternura Gaspar… ¿No habéis visto acaso a la mujer, en su estado de Buena Esperanza?

Y entonces comprendieron y Baltasar, de la alegría, ¡casi se vuelve blanco!

¡Y Melchor cogió en su mano uno de aquellos copos de nieve y lo alzó, como signo de Esperanza!

Gaspar preguntó;

-   ¿Tenéis listos los regalos?

Y fueron los tres a comprobar lo que llevaban en sus bolsas

Y se sentaron, de nuevo, allí, en mitad de los torbellinos de la nieve, y se quedaron mirando los regalos allí puestos ante ellos, bajo la nieve. Y la nieve giraba en derredor de los regalos, pero ni uno solo copo caía sobre ellos.

Allí estuvieron ellos toda la noche. – No, no se helaron, sino que pasaron el tiempo muy alegremente, en cánticos.

Cantaron canciones pastoriles, típicas de cada uno, de su tierra, esperando el amanecer.

Que llegó con un sol claro y esplendoroso el día.

Había cesado de nevar.

El árbol, bajo el cual se habían guarecido estaba, a la luz del día ¡deslumbrador!

Gaspar gritó:

-   Y ahora, ¡al pueblecito!

George Britting

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