"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
¿PODÉIS BEBER MI CÁLIZ?
35 Se acercan a él Santiago y Juan, los
hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te
pidamos.»
36 El les dijo: «¿Qué queréis que os
conceda?»
37 Ellos le respondieron: «Concédenos que
nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con
que yo voy a ser bautizado?»
39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús
les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis
bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado;
40 pero, sentarse a mi derecha o a mi
izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está
preparado.»
41 Al oír esto los otros diez, empezaron a
indignarse contra Santiago y Juan.
42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que
los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores
absolutos y sus grandes las oprimen con su poder.
43 Pero no ha de ser así entre vosotros,
sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro
servidor,
44 y el que quiera ser el primero entre
vosotros, será esclavo de todos,
45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido
a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mc.10, 35-45)
Cuán lejos estaban del Corazón de Jesús, su Maestro,
estos discípulos: Santiago y Juan... Pero los demás apóstoles estaban igual de
lejos que ellos, ¡o más!, pues envidiaban a sus compañeros, en estas peticiones
tan descaradas y terrenas: “¡Danos ser los primeros en tu Reino, por encima de
todos los demás!” ... Aquí se ve que “Jesús es manso y humilde de corazón”,
hasta no airarse, como habría hecho un maestro cualquiera con sus alumnos...
“El Señor es bondadoso con todos y paciente con todas sus criaturas”. No deja
de reprenderlos, pero lo hace con tanto amor que, no hiere a estos hombres tan
imperfectos...
Y este diálogo no fue en privado, como cuando Pedro
reconvino a Jesús, en un momento de su vida, sino que todos oyeron a Santiago y
a Juan, y después a Jesús: “¡No sabéis lo que pedís!” ... Es que ellos, no se
hacían todavía idea, por su fe tan floja, en qué consistía el Reino de Dios:
“¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?” ... “¿Sois capaces de llegar hasta
el extremo del amor, dando vuestra vida por amor a Mí y a los hermanos?” ...
Ellos le piden perpetuar su vida, en un futuro desconocido y Jesús les ofrece
la Vida, aquí y ahora, porque “El Reino de Dios está dentro de vosotros”,
porque habéis creído en Mí y por ello, habéis de seguir mis pasos, hasta la
muerte y ésta en cruz.
Es un programa tan alto y desconocido que, ante la
perspectiva de heredar el Reino, responden precipitadamente: “¡Lo somos!” ...
¿Qué sabían ellos todavía, lo que era dar la vida por amor y no cualquier
amor?: nada... Pero son generosos y dan lo que tienen: su buena voluntad... Y
Jesús, les coge la palabra, porque todo lo irán aprendiendo, a golpe de
gracia...
Y Jesús les indica el camino concreto: servir y servir y
ser “como un esclavo” ante los hermanos, hasta si es necesario, quedar
desollado, a fuerza de amar. Y es que el Amor, con Jesús, todo lo hace suave y
dulce, “aunque nuestro cuerpo se vaya desmoronando, (experimentando) adquirimos
una mansión eterna en el cielo”... Y ¿cómo lo experimentamos?: pues lo primero
es que, el que se entrega el Señor, lo que recibe de inmediato es la Paz, una
paz que es un fruto del Espíritu Santo y no algo que nosotros podamos
prodigarnos... Y con la Paz del espíritu, la gracia que nos da, en la fe,
(aunque sea ésta oscura) la seguridad de estar viviendo en Dios y poco a poco
que Él va tomando posesión de mi vida y de mi alma… ¡Y todo esto, aunque me
sienta inmensamente pobre e indigno de tantos bienes, pero cuánto mayor sienta
está fragilidad y pobreza, más el Espíritu Santo me asegura, de mi amistad con
Dios y de un deseo inmenso de agradarle en todo!...
¡Seamos ávidos del Amor de Dios, que tan gratuitamente
se nos ofrece y sólo pide nuestra correspondencia!... ¡El Espíritu Santo lo
hará si se lo pedimos, de todo corazón!... ¡Amén, Amén!...
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