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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

martes, 4 de agosto de 2020

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars. Martes, 4 - Agosto - 2020

 "Ventana abierta"

Difusores de la Fe

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars

Contenido: 1. Infancia y juventud 2. Preparación para el sacerdocio 3. Primeros años de sacerdote 4. Cuarenta años de párroco en Ars 5. Sus virtudes 6. Su muerte 7. El Año Sacerdotal

San Juan María Vianney es uno de los santos más populares de la Iglesia. En él se ha cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes“ (1 Cor 1, 28), pues pasó de ser un campesino de mente rústica a “Patrono, modelo y protector de todos los sacerdotes del mundo”.

1 Infancia y juventud

Juan María Bautista Vianney nació en Dardilly, sur de Francia, muy cerca de Lyon, el 8 de mayo de 1786. Fue el cuarto hijo de siete que tuvo la humilde familia campesina formada por Matthieu Vianney y Marie Beluze. París Lyon Dardilly ARS FRANCIA

Sus padres contaban que antes de nacer Juan María, se hospedó en su casa San Benito José Labre, y cuando se dispuso a partir, pagó la hospitalidad con una bendición. Poco después nació el que habría de ser el Santo cura de Ars.

Durante la infancia de Juan María estalló la Revolución Francesa (1789) que persiguió ferozmente a la religión cristiana. Junto con su familia, asistía a Misa a escondidas, pues había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público su religión.

Hizo su primera comunión a los 13 años, a escondidas, en un pajar. A los 16 deseaba ser sacerdote, y tras la oposición inicial de su padre, finalmente a los 20 años se instala en Écully, para ser formado clandestinamente como seminarista por el P. Charles Balley.

2 Preparación para el sacerdocio

Juan María era prácticamente analfabeto. Estudió francés y latín, el cual se le dificultó de manera especial. Hasta llegó a hacer una peregrinación a La Louvesc, para implorar a San Francisco Regis le abriera su inteligencia para aprender el latín, sin los resultados esperados.

Después de tres años de estudios, obligado por mandato de Napoleón, se alista en el ejército. Cae enfermo, deserta y se esconde en la aldea montañosa de Robins. Al cabo de un año su hermano menor Juan Francisco se alista en el ejército y logra el perdón de Juan María, quien regresa a Écully.

En 1811 entra en el seminario de San Ireneo de Lyon, pero no entiende las clases en latín, y no pasa los exámenes. Comprobadas sus excelentes disposiciones para el sacerdocio, el Obispo lo envía de nuevo con el P. Balley hasta 1815 estudia en francés y logra superar finalmente los exámenes de Filosofía y Teología.

El Obispo preguntó a los maestros del seminario: “¿El joven Vianney es de buena conducta?” Ellos le respondieron: "Es el seminarista menos sabio, pero el más santo“. El Prelado decidió: “Que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".

Fue ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1815 en Grenoble, con la condición de que se quedara como coadjutor del P. Balley, y que éste le ayudara a completar su formación teológica. No podría confesar y su labor pastoral se limitaría a la catequesis de los niños.

3 Primeros años de sacerdote

De 1815 a 1818 Juan María fue coadjutor del P. Balley en Écully. Allí aprende a llevar una vida casi monástica, con un estricto horario de oración y trabajo, de silencio hasta en las comidas, de ayuno, penitencia y continua mortificación.

Al año recibe permiso para confesar y el P. Balley le va confiando cada vez más labores pastorales. En 1817 su querido párroco y maestro cae enfermo y muere, teniendo que hacerse cargo el padre Juan María de la parroquia.

4 Cuarenta años de párroco en Ars

El 11 de febrero de 1818 fue nombrado párroco del lugar más pobre e infeliz de la diócesis, Ars. El Obispo le dijo: “No hay mucho amor de Dios en esa parroquia; Usted lo pondrá”.

Llegó en una tartana el 13 de febrero. En el camino se detuvo a preguntar a un pastorcillo de 10 años, Antoine Givre, por dónde se iba a Ars. El niño le señaló el camino y el joven padre le dijo: “Tú me has señalado el camino a Ars; yo te mostraré el camino al cielo”.

Ars tenía por entonces 230 habitantes. Los domingos asistían a Misa algunas mujeres y un solo hombre. El pueblito estaba lleno de cantinas y salones de fiesta. Maqueta de Ars en tiempo del Santo Cura

Al saber cómo se encontraba su parroquia, para convertirla a Dios, el P. Vianney se propuso tres cosas: 1) Rezar mucho, dedicando largas horas a la oración ante el Santísimo Sacramento. Se llamaba a sí mismo “el perrillo faldero que se arroja ante su amo presente en el Sagrario”.

Le pedía diariamente a Dios: “¡Señor, concédeme la conversión de mi parroquia!; acepto sufrir todo lo que quieras durante toda mi vida”.

2) Hablar duramente en sus sermones contra los vicios de sus feligreses, para demoler las trampas con las que el diablo quería perderles. Leía y estudiaba muchas horas para preparar el sermón del domingo; lo escribía, paseaba para memorizarlo, y con frecuencia se le olvidaba lo preparado, pero causaba impresionantes conversiones.

Una feligrés, Catalina Lassagne, dijo sobre sus sermones: “Hablando del inmenso amor de Nuestro Señor se le partía el corazón, y no podía seguir hablando. Entonces lloraba”.

Criticaba, sobre todo, el trabajo en Domingo, los bailes y las tabernas. En un sermón dijo sobre el Domingo: “Los domingos el Buen Dios nos abre sus tesoros; a nosotros toca el aprovecharnos de ellos a manos llenas”.

Criticaba los bailes por ser la principal ocasión para caer en la lujuria e impureza. Hablaba con las jóvenes del pueblo para recordarles la importancia de la pureza. “La impureza es el pecado que más cuesta desarraigar”, decía. “Un cuerpo casto, un alma pura, ¡nada hay más hermoso!”.

En otro sermón dijo contra las tabernas: “La taberna es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe la armonía familiar, donde comienzan las peleas y los asesinatos se cometen”.

Ante las críticas de algunos aldeanos contra sus sermones, el obispo envía a un visitador para que señale los defectos y virtudes de los sermones del P. Vianney: “Sus defectos es que son muy largos, muy duros y siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo. Pero su cualidad es que los oyentes se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes". El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars sus defectos".

La influencia del Cura de Ars fue tan grande, que fueron cerrando todas las tabernas por la falta de clientes. En adelante, por la afluencia de peregrinos, se fueron abriendo hoteles, cafés y restaurantes, a los que no se opuso el Santo.

En una ocasión un parroquiano le preguntó por qué cuando predicaba hablaba tan alto y cuando oraba tan bajo, y él le dijo: “¡Ah, cuando predico le hablo a personas que están aparentemente sordas o dormidas!, pero en oración le hablo a Dios, que no es sordo”.

Cuentan que siendo ya anciano, no tenía dientes, y no se entendía nada cuando predicaba, pero las multitudes iban a escucharlo, y al sólo verlo hablar de Dios, la gente se conmovía profundamente.

3) Sacrificarse haciendo penitencia y mortificación lo más posible. Llevaba un horario durísimo. Se levantaba a las 12 de la noche. Hacía sonar la campana de la Iglesia, abría la puerta y empezaba a confesar a hombres. Para entonces la fila de penitentes era de más de una manzana.

Sus consejos en la confesión eran breves. A muchos les leía los pecados en su pensamiento o les decía los que no habían mencionado. Confirmaba la vocación de personas que dudaban, advertía sobre peligros y revelaba el futuro.

A las 6 de la mañana recitaba los salmos y oraba preparándose para la Misa. A las 7 celebraba la Eucaristía y terminando dedicaba largo tiempo a la acción de gracias. En los últimos años el Obispo logró que a las 8 se tomara una taza de leche. De 8 a 11 confesaba a mujeres.

A las 11 am daba una catequesis en la Iglesia. A las 12 pm se tomaba un ligerísimo almuerzo: dos o tres papas hervidas y agua. Se bañaba y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con limosnas que conseguía. Por la calle la gente lo rodeaba y le hacía consultas. Niños que hasta hoy llegan a Ars para aprender catecismo

De 1:30 a 6 pm seguía confesando. En el confesionario sufría mareos, se congelaba en invierno y en verano sudaba copiosamente. Decía: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo".

De 6 a 8 pm rezaba el rosario y las vísperas; luego leía. De 8 a 12 dormía o, más bien, intentaba dormir. Raramente lograba descansar las cuatro horas, pues el demonio lo atormentaba en la noche, para cansarlo y evitar que siguiera salvando almas.

Durante 35 años fue asaltado y molestado físicamente por el demonio. Lo derribaba de la cama, lo despertaba con ruidos espantosos, y hasta en una ocasión prendió fuego a su habitación. Sobre esto dijo: “El rufián, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula”. Cama del Santo incendiada por el diablo

Una vez le gritó el demonio: "Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, si no ya me lo habría llevado al abismo".

Juan María explicaba la causa de los ataques del demonio: “El demonio no le teme tanto a la disciplina; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño”. Este sacrificio es, según el P. Vianney, el que más beneficios trae a la salvación de las almas.

Su mayor sacrificio era confesar. Pasaba12 horas diarias en el confesionario en invierno y 16 en verano. Por ello tenía hernias muy dolorosas. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de anticipación.

Desde 1830 a 1845 llegaban 300 personas diarias de distintas regiones de Francia a confesarse. El último año de su vida (1859), llegaron 100.000 personas a Ars.

Sobre la confesión dijo: “Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz. Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado... Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo”.

En el confesionario conseguía conversiones impresionantes. A un sacerdote que le preguntaba sobre cuál era su receta para confesar, le respondió: “Mi receta es darle a los pecadores una penitencia pequeña y el resto lo hago yo por ellos. El secreto es darlo todo y no guardarse nada para sí”.

Dios premió su humildad con admirables milagros. Le dio poder extraordinario para expulsar demonios de personas poseídas. Tenía también el don de profecía. Dos veces el granero de la escuela “Providencia”, pasó de estar completamente vacío de víveres, a estar repleto de ellos.

Acudía mucha gente a Ars para obtener por intercesión del Santo cura, sanaciones o gracias particulares. Para desviar la atención sobre su persona, levantó en la parroquia una capilla dedicada a Santa Filomena, niña romana mártir, símbolo de la pureza y testimonio del amor de Dios.

A ella enviaba a los peregrinos que le asediaban para que les concediera gracias. Y la Santa correspondía a sus peticiones con innumerables curaciones, conversiones y milagros. Según el Padre Vianney era Santa Filomena quien tenía el mérito de todo lo extraordinario que sucedia en Ars.

5 Sus virtudes

Humildad Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima pidiéndole perdón por todo. Cocina del P. Vianney

El Obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército".

Amor a la Eucaristía Amaba profundamente a la Eucaristía. Hay testimonios de lo hermoso que era verlo celebrar la Misa. Su rostro se transformaba en la consagración, como si viese a Nuestro Señor.

Enroló a los fieles en diversas cofradías para que asistieran todos a la Misa dominical. Predicó tanto la presencia de Jesús en el Sagrario, que la gente de Ars se acostumbró a no pasar ante la Iglesia sin entrar a visitar al Santísimo unos momentos.

Amor a María Demostró siempre un tierno amor por la Virgen Santísima, el cual le movió a consagrar su Parroquia a la Reina del Cielo. Puso a la entrada de la pequeña Iglesia una estatua de la Virgen. En su corazón escribió los nombres de todos sus feligreses.

Amor a las almas El Cura de Ars es “Patrono, modelo y protector de los párrocos y sacerdotes de todo el mundo” por el testimonio de entrega a las almas, su capacidad de sacrificio y oración por ellas, para que se acercaran más a Dios.

Devoción a los Santos Tenía una gran devoción a la niña mártir Santa Filomena. La llamaba “mi agente con Dios”. Le construyó una capilla en su honor y un santuario.

Caridad Lo que más impactaba a los fieles de Ars era cómo se desprendía y regalaba todo lo que tenía: muebles, comida, dinero, regalos que le hacían. Atendía a todos con cortesía, gentileza, y hasta con sentido del humor.

Abrió una escuela gratuita para niñas pobres a la que llamó “Providencia”. Para ellas tenía que encontrar comida y más de una vez intervino el Señor milagrosamente, multiplicando el grano o la harina.

Fidelidad La tentación que le persiguió toda su vida fue la desesperación y el deseo de soledad, por sentirse ignorante e incapaz para ejercer su ministerio. En el 1851 le rogó a su obispo que lo dejase renunciar. En tres ocasiones llegó hasta irse del pueblo, pero siempre regresó.

Logra siempre librarse de la tentación gracias al amor: “Dios nos ama más que el mejor de los padres, más que la más tierna madre. Tan sólo tenemos que someternos y abandonarnos a su voluntad”.

6 Su muerte

El viernes 29 de Julio de 1859, cuando ya contaba 73 años, se desmayó en el confesionario. Aún así siguió con sus trabajos cotidianos y en la noche se sintió muy enfermo y pidió la confesión.

Seis días estuvo en cama. El 2 de Agosto recibió los últimos sacramentos y la Eucaristía por última vez. Agradecido dijo: “Qué bueno es Dios; cuando ya nosotros no podemos ir más hacia Él, Él viene a nosotros”.

A las 2 am del 4 de Agosto, muere el Santo Cura, mientras el Obispo Monnin leía estas palabras: “Que los santos ángeles de Dios vengan a su encuentro y lo conduzcan a la Jerusalén celestial”.

Su cuerpo permanece incorrupto en la Iglesia de Ars

Su corazón incorrupto está expuesto a la veneración de los fieles

Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X. Fue canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925, quien lo proclamó patrono de todos los párrocos del mundo en 1929. El 11 de Junio de 2010 S.S. Benedicto XVI lo proclamó patrono de todos los sacerdotes del mundo.

7 El Año Sacerdotal

Del 19 de Junio 2009 al 11 de Junio de 2010, el Papa Benedicto XVI promulgó la celebración del Año Sacerdotal, en el marco del 150 Aniversario de la muerte del Santo cura de Ars, (1859).

“El Sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús” San Juan María Vianney

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