"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES
13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una
barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron
tras él viniendo a pie de las ciudades.
14 Al desembarcar, vio
mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
15 Al atardecer se le
acercaron los discípulos diciendo: « El lugar está deshabitado, y la hora es ya
pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren
comida. »
16 Mas Jesús les dijo: « No
tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer. »
17 Dícenle ellos: « No
tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. »
18 El dijo: « Traédmelos
acá. »
19 Y ordenó a la gente
reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y
levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se
los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
20 Comieron todos y se
saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
21 Y los que habían comido
eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños. (Mt. 14,
13-21)
La muerte de Juan Bautista, a manos de un rey impío y
cruel, debió de entristecer sobremanera a Jesús. Juan era un hombre santo, “el
mayor nacido de mujer”, como dijo Jesús en una ocasión. Y murió a manos de los
que amaba: de su pueblo, como muchos profetas del Antiguo Testamento. Este
hecho luctuoso anunciaba también a Jesús que a él le seguiría, en la muerte
violenta, no mucho tiempo después… Y con su ánimo sobrecogido quiso retirarse a
solas. Y tomando una barca “marchó a un lugar desierto”…
Pero las gentes, que hasta entonces habían seguido a
Jesús, recibiendo a manos llenas de Él la salud de sus dolencias y sus
Palabras, que les tenían absortos, espiaban todos sus movimientos: ¿Cómo perder
en un momento a quien tanto les prodigaba y embelesaba?. Así que muchos
corrieron por tierra al lugar donde había de atracar la barca y llegaron antes
que Jesús… Viendo a la multitud, “¡que eran unos cinco mil hombres, sin contar
mujeres y niños!”, se compadecieron sus entrañas de misericordia y curó a
muchos enfermos… ¡Todos, estando con Jesús, se olvidaron hasta de comer y eso
que era tarde!…
Los discípulos que rodeaban a Jesús y se daban cuenta de
esta gran necesidad, avisaron al Maestro para que despidiera a todos, pues
“estaban en descampado”… Y Jesús les sorprendió, una vez más, al decirles:
“!Dadles vosotros de comer!”… Pensaron los discípulos que el entusiasmo del
Señor le hacía perder el sentido práctico de la vida y le mostraron, un poco
burlones, con lo que contaban: “¡No tenemos más que cinco panes y dos peces!”…
y Jesús, una vez más, les mostró que era Dios y no hombre sólo, como ellos:
Mandó, con autoridad, sentarse a la gente en grupos de cincuenta y cien y
comenzó a dar a los discípulos los panes y los peces multiplicados para que los
repartieran a la gente… ¡Comieron los cinco mil hombres y sobraron doce cestos!
¿Imaginamos qué admiración y aturdimiento se produciría
en estos seguidores de Jesús, que todavía no podían asimilar que seguían a Dios
mismo hecho Hombre en Jesús? ... !En sus corazones brotaría un acto de fe y
amor, limpio y puro de toda duda y prejuicio!: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”… ¿Y
en la multitud?... Pues se despertó tal entusiasmo que proyectaban auparle como
rey y líder: ¿Quién hasta ahora, a no ser antaño Moisés, les había dado de
comer hasta quedar satisfechos?… Pero Jesús, sabiendo lo que intentaban de
nuevo, “obligó a los discípulos a subir a la barca y que lo precedieran a la
otra orilla; Y Él, subió a un monte apartado para orar”…
Jesús recibe del Padre todo poder en el cielo y en la
tierra y “todo lo ha puesto en sus manos”. ¿Y va a aceptar este mezquino
homenaje de hombres que sólo miran sus intereses materiales, olvidándose de que
el don del pan y el Dador de todos los bienes, son tan sólo para que crean en
Él y le sigan con una vida santa y, por tanto, mirando la gloria de Dios y la
acción de gracias?…
¡Oh Señor, que tu Espíritu Santo nos haga dar un salto
de fe y de amor ante el pan, que alimenta nuestro cuerpo, y el Misterio del Don
de Dios, que es la Eucaristía, que sostiene nuestra alma y cuerpo como prenda
de la vida eterna!...
¡Que seamos muy agradecidos por tan gran regalo!…
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