"Ventana abierta"
De: amc.pm32jesuitas.es
Date: mié., 29 jul. 2020 a las 17:37
P. Leonardo Molina García
Subject: Fw: Homilia del domingo 18 del tiempo ordinario
To:
¡Feliz Domingo 18 del T.O.! Jesús nos dice
hoy también y con más razón: Dadles vosotros de comer, (que tenéis más
medios y estáis más avanzados).
Pero de camino, hoy, encontramos a Marta, la mujer
resuelta y activa, que sale al encuentro de Jesús, dispuesta decirle lo que
pensaba al Gran Amigo de la familia, pero que está dispuesta a recibir
formación permanente del Señor y termina siendo una Profeta y una Teóloga de
los tiempos nuevos. Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el hijo
de Dios, el que había de venir al mundo. Y fue y llamó a su hermana,
interpretando bien el deseo del Maestro: El Maestro está aquí y te
llama.
Del Calendario para la Paz y la Solidaridad recordamos:
Día 30 de julio: Día Internacional de la Amistad; y ese mismo día, Día Mundial contra la Trata.
Mañana recordamos a S. Pedro el que tenía palabras
de oro.
San Pedro Crisólogo, conocido como el hombre de las palabras
de oro, atrajo muchas multitudes a la fe con hermosas homilías y la
predicación.
El Día 31 celebramos la Solemnidad de San Ignacio,
siempre actual y gran Maestro ante todas las crisis posibles.
El día 1º de agosto celebramos a San Alfonso
María de Ligorio, el gran Fundador y sabio y santo moralista.
2 de Agosto: domingo 18 del tiempo ordinario
MULTIPLICAR LOS CORAZONES
COMPASIVOS
Este domingo nos presenta la en el evangelio la escena de la
“multiplicación de los panes” que hace Jesús. Nos invita a comer y dar de comer
a los demás. Es por eso que titulo esta homilía: “multiplicar los corazones
compasivos”. Porque Jesús quiere que demos de lo nuestro, que compartamos los
bienes que nos han sido dados. Cuando Jesús dice: “dadles vosotros de comer”,
quiere que seamos responsables, solidarios.
Cada cristiano es responsable, encargado del hambre del otro (hambre de
pan, de amor, de amistad, de comprensión, de escucha, de justicia). El
cristiano es alguien que tiene que ver con todo lo que le afecta a todos. Es
siempre hora de acoger, de prestar atención, de ponerse a disposición.
Jesús intenta realizar el milagro de la multiplicación de los
“responsables”, de los interesados en las desgracias y esperanzas, alegrías y
lágrimas de los demás. Jesús, cuando dice a sus discípulos; “dadles vosotros de
comer”, quiere que asimilemos el principio del “uno para todos, todos para
uno”.
El Papa Benedicto XVI, en su exhortación Sacramentum caritatis, 79 nos
dice:
“Toda celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don que Jesús
hizo de su propia vida en la cruz, por nosotros y por el mundo entero. Al mismo
tiempo, en la Eucaristía Jesús hace de nosotros los testigos de la compasión de
Dios por cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Alrededor del misterio
eucarístico nace el servicio de la caridad hacia el prójimo, el cual consiste
precisamente en que yo amo también, en Dios y con Dios, a la persona que no
aprecio y que incluso ni conozco. Esto solo se puede dar a partir del encuentro
íntimo con Dios, encuentro que llega a ser comunión de voluntad hasta llegar a
tocar el sentimiento. Es entonces cuando aprendo a mirar a esta otra persona no
solo con mis ojos y mis sentimientos, sino según la
mirada de Jesúcristo. De esta manera, en las personas a las que me acerco,
reconozco a hermanos y hermanas por quienes el Señor ha dado su vida amándolos
hasta el extremo.
Reflexionando sobre la multiplicación de los panes y los peces, debemos
reconocer que, aún hoy, Cristo continúa exhortando a sus discípulos a
comprometerse personalmente: Dadles vosotros de comer. La vocación de cada uno
de nosotros consiste realemente en ser, con Jesús, pan partido para la vida del
mundo”.
Termino con el soneto del obispo catalán Pedro Casaldáliga (nacido en
1928, obispo en Brasil) titulado:
Mi cuerpo es comida
Mis manos, esas manos y tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en tu muerte y en tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
ciudad de Dios, ciudad de los humanos,
comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de tu memoria,
marchamos hacia el reino haciendo historia,
fraterna y subversiva eucaristía.
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