"Ventana abierta"
Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla
‘Una Navidad cerca de los pobres’
Queridos hermanos y
hermanas:
De acuerdo con los datos que
nos brinda Cáritas diocesana en
nuestra Archidiócesis, tener trabajo no significa dejar de ser pobre. De hecho,
uno de cada cuatro sevillanos con empleo está en
riesgo de exclusión porque sus salarios son ínfimos. El
empleo remunerado ya no sirve de garantía para salir de ser la pobreza. Según
la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2017, en la provincia
de Sevilla hay 206.900
personas en paro y la tasa de desempleo alcanza el 22,4
por ciento, con un 20,15 por ciento de hombres y un 25,08 de mujeres. Llama la
atención el hecho de que el número de hogares con todos sus miembros activos en paro se eleva a 70.762,
mientras que 67.799 personas desempleadas no reciben
ninguna prestación, casi el 34 por ciento del total de los parados.
Las frías cifras que nos
ofrecen las estadísticas tienen rostros concretos, nombres y apellidos.
Cualesquiera que sean las causas de su situación, son personas que sufren, que
no tienen trabajo, que pasan hambre y frío, que en ocasiones carecen de
vivienda, de luz eléctrica y de medios para promocionarse culturalmente. Es
evidente que este triste panorama nos interpela a todos, a los responsables
políticos, a la sociedad y también a la Iglesia y a los cristianos.
Estamos ya en vísperas de
Navidad. Todo indica que, como en los años anteriores, van a ser muchos los que
van a intentar secuestrar el sentido religioso de estos días santos. Desde hace
semanas, los reclamos publicitarios nos invitan al derroche y al consumismo
desenfrenado, que solapa y secuestra el Misterio y ofende a los pobres. Por
ello, un año más os invito a vivir unas Navidades austeras, pues la alegría
verdadera no es fruto de los grandes banquetes ni de los regalos ostentosos.
Nace del corazón puro, de la buena conciencia y del encuentro cálido con el
Señor, que viene a transformar y a plenificar nuestras vidas. Vivid también
unas Navidades solidarias. El Señor viene a nuestro encuentro también en los
pobres, en los pequeños, en los que no cuentan, en los débiles y
desfavorecidos, en los que carecen de lo necesario para vivir, en quienes han
perdido la esperanza.
En la liturgia del Adviento el
profeta Isaías nos recuerda que el Señor viene a “enjugar las lágrimas de todos los rostros”. Y lo
quiere hacer a través nuestro. Sólo así “celebraremos y nos gozaremos con su salvación…” (Is
25, 9-10). Esto quiere decir que sólo disfrutaremos de la alegría auténtica de
la Navidad quienes, movidos por la caridad de Cristo, nos acerquemos a los
pobres poniéndonos de su parte y en su lugar, compartiendo con ellos nuestros
bienes, viviendo también muy cerca de los inmigrantes y refugiados, de los
enfermos y de los ancianos que viven solos.
Una forma práctica y segura de
ejercer la caridad con los pobres es a través de Cáritas Diocesana o de las
Cáritas parroquiales, de las que todos nos debemos sentir orgullosos. Conozco y
aprecio el esfuerzo que estas instituciones están haciendo a través de sus
programas de asistencia a enfermos y desvalidos y de sus proyectos de empleo y
lucha contra la exclusión social. Valoro también los planes de formación del
voluntariado acerca de la identidad eclesial de Cáritas, el impulso que está
dando al Fondo Diocesano de Comunicación Cristiana de Bienes y todos los
programas que tratan de robustecer la esperanza vacilante de los pobres.
Agradezco además el trabajo de los voluntarios de la sede diocesana y de las
Cáritas parroquiales.
Invito a todos los fieles de
la Diócesis a colaborar con nuestras Cáritas siempre, pero especialmente en
estos días. En la sinagoga de Nazaret el Señor nos declara el núcleo más
genuino de su mensaje cuando nos dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha ungido para anunciar
la buena noticia a los pobres, para proclamar la liberación de los cautivos,
devolver la vista a los ciegos y liberar a los oprimidos…” (Lc
4,18). Esta fue la tarea del Señor en su vida histórica entre nosotros y es
también la tarea que quiere realizar a través de sus discípulos, que en el
tiempo de la Iglesia debemos cumplir esta Escritura, siendo testigos del amor
de Dios por el hombre, que de forma tan cercana y visible se hace patente en
los misterios que celebramos en Navidad.
En nombre de los pobres, agradezco
a los directivos, técnicos y voluntarios de Cáritas su entrega, su defensa de
la dignidad de la persona humana y su servicio a los necesitados. Cuidad
siempre las raíces sobrenaturales de vuestro compromiso caritativo, pues
quienes se comprometen en el servicio de la caridad en la Iglesia han de ser
personas movidas ante todo por el amor de Cristo, que despierta en ellos el
amor al prójimo.
Para todos, especialmente para
los pobres, para los socios, voluntarios y técnicos de Cáritas, mi saludo
afectuoso y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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