"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO IV DE ADVIENTO
CICLO C
MARIA, LA VIRGEN MADRE
Primera Lectura: Miq.
5, 1-4
1 Mas tú, Belén
Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir
aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde
los días de antaño.
2 Por eso él los
abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el
resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.
3 Él se alzará y
pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su
Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines
de la tierra.
4 Él será la Paz.
- En este cuarto
domingo de Adviento las lecturas se orientan por entero hacia la Natividad de
Jesús. Sobre todas las figuras que aparecen en las lecturas, destaca María “la
virgen que esperó con inefable amor de Madre”. Ocho siglos antes de Cristo,
anunciaba el profeta Miq. el nacimiento de este niño en Belén (Mt. 2, 6) (Jn.
7, 42) en un oráculo que había de guiar a los Magos hasta Jesús.
En el v. 4, 14 el
profeta contrapone el orgullo de la capital fortificada a la humilde condición
de Efratá de donde vendrá la salvación.
(v. 1) - Parece
querer dar aquí Miq. con “Efratá” el sentido etimológico de “fecunda” en
relación con el nacimiento del Mesías. Efratá designaba:
1º un clan
aliado de Caleb (I Cro. 2, 19, 24, 50) y establecido en la región
de Belén (Is. 17, 12; Rt. 1, 2).
2º) Luego
el nombre pasó a la ciudad (Gn. 35, 19; 48, 7) (Jos. 15, 59;
Rt. 4, 11) y de ahí la glosa del texto. Miq. está pensando en los antiguosorígenes de
la dinastía de David.
3º) Los
evangelistas reconocerán en “Belén de Efratá” la designación del
lugar del nacimiento del Mesías.
- El origen de
la dinastía del Mesías es “de antigüedad” “desde los días de
antaño”.
(v. 2)
- Jahvé los abandonará hasta que la Madre del Mesías dé a luz. Miq.
piensa tal vez en el célebre oráculo de la “ALMAH” de (Is. 7, 14)
que pronunció Isaías 30 años antes.
(v.
3) - Este “salvador” hará retornar a los hijos
dispersos a Israel y tendrá la misma fuerza de Jahvé para pastorearlos y con la
misma majestad del nombre de Jahvé les regirá. Su trono “se asentará
bien”, es decir, será perpetuo y su nombre grande entre todos los grandes y
en todos los confines de la tierra.
(v.
4) - “Él será la Paz” anuncia este oráculo una
victoria futura sobre Asur, atribuyéndola al hijo de David (v.
5b) y a los jefes de Judá (v. 4b) (Jc. 6, 24).
Segunda Lectura: Hb.
10, 5-10
5 Por eso, al
entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has
formado un cuerpo.
6 Holocaustos y
sacrificios por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije:
¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer,
oh Dios, tu voluntad!
8 Dice primero:
Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los
quisiste ni te agradaron - cosas todas ofrecidas conforme a la Ley -
9 entonces - añade
-: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer el
segundo.
10 Y en virtud de
esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre
del cuerpo de Jesucristo.
(v. 5-7)
- He aquí las disposiciones que tenía el Hijo de Dios al entrar en
el mundo. Hasta aquí nos ha hablado el autor de la sangre de Cristo,
mas ahora se menciona también el cuerpo de Cristo como don
sacrificial. El autor eligió el (Sal. 40, 7-9) porque hablaba del cuerpo.
Esta palabra debía suscitar en los cristianos asociaciones eucarísticas, mas no
hace aquí el autor mención del banquete del Señor y es que en
la época del N.T. no se consideraba la eucaristía como una realidad aislada,
sino como dice S. Pablo: se anuncia en el banquete del Señor “la muerte del
Señor” (I Cor. 11, 26). Es decir, se conmemora la virtud
expiatoria y salvífica de la cruz de Cristo. Una finalidad
semejante persigue la Carta a los Hebreos: desea convencer a los fieles de
la virtud purificadora, santificadora y consumadora del
sacrificio de Cristo. Lo hace como pastor de almas y teólogo, no al estilo de
la conmemoración litúrgica.
(v. 8-10) - En
este pasaje tenemos una prueba de Escritura que presenta la “oblación del
Cuerpo de Cristo” como cumplimiento de una voluntad de Dios existente desde
toda la eternidad: Dios no quiso los sacrificios prescritos por la Ley, sino
que sólo tenía sus complacencias en la oblación que Cristo hizo de sí mismo.
(v. 5-7) - Esta
postura con respecto al A.T. parece contradictoria: por un lado parece ser la
Palabra de la Escritura como notificación divina de la voluntad de Dios y por
otra no reconoce la carta los sacrificios (en el A.T. son mandato divino) como
expresión de lo que Dios había realmente querido y perseguido. La crítica del
culto que ocasionalmente expresara los profetas (Jr. 7, 21-23) no se entiende
aquí como desestimación o condenación de la institución sacrificial levítica.
Hay en el A.T. como dos ordenaciones: la primera y la segunda tienda. Jesús con
su encarnación suprimió el primer tabernáculo con sus ritos
terrestres y carnales y puso en su lugar la segunda tienda, nueva
y celestial en la que Él ofrece su cuerpo preparado directamente por
Dios. De un golpe vemos aquí la encarnación y la pasión, pesebre y cruz. Toda
la vida de Jesús fue un único ofertorio a través de un tabernáculo mayor y más
perfecto que conduce al lugar santísimo de Dios “aquí estoy para cumplir tu
voluntad”.
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