"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
PREDICACIÓN DE JUAN EL
BAUTISTA
10 La gente le preguntaba: « Pues ¿qué
debemos hacer? »
11 Y él les respondía: « El
que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para
comer, que haga lo mismo. »
12 Vinieron también
publicanos a bautizarse, y le dijeron: « Maestro, ¿qué debemos hacer? »
13 El les dijo: « No
exijáis más de lo que os está fijado. »
14 Preguntáronle también
unos soldados: « Y nosotros ¿qué debemos hacer? » El les dijo: « No hagáis
extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra
soldada. »
15 Como el pueblo estaba a
la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería
él el Cristo;
16 respondió Juan a todos,
diciendo: « Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y
no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en
Espíritu Santo y fuego.
17 En su mano tiene el
bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la
quemará con fuego que no se apaga. »
18 Y, con otras muchas
exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva (Lc. 3,10-18)
Juan es el Bautista porque bautiza. Lucas lo
presenta en un momento concreto de la historia de Israel y del mundo romano:
Tiberio, Poncio Pilatos, Herodes, Anás y Caifás, etc.etc. Es un hombre
concreto, un profeta suscitado por Dios y preparado por Él para una misión:
manifestar al que ha de venir y prepararle el camino, mediante la llamada a la
conversión. Es la palabra primera de los profetas, pues sin conversión no hay
apertura de oídos y menos del corazón.
Juan Bautista grita por toda la orilla del
Jordán y pide que todos reciban, con su agua, el bautismo de conversión. Y el
pueblo acude a él para preguntarle: “¿Y yo, qué tengo que hacer?”; publicanos,
soldados… todos preguntan. Se fían que la palabra de Juan es Palabra de Dios,
que les envía como envió antaño a los antiguos profetas. A Juan, muchos le
escucharon y cambiaron de vida. Tuvo más suerte que Jesús, que siendo la
Palabra verdadera, fue rechazado por muchos. Unos no lo siguieron, como el
joven rico, y otros lo abandonaron al darles el Tesoro de su entrega: la
Eucaristía. Y el final fue la persecución y la muerte. Pero para Juan el
Bautista no fue otro el final de su vida, como ya anunció Jesús: “En este
mundo, la verdad siempre será perseguida”.
Juan Bautista, al principio, habla de su
bautismo, pero también y esto es lo importante del Bautista, del bautismo que
ha de administrar “el que ha de venir”. Es la plenitud del bautismo del agua y
de la penitencia. Es el bautismo en el Espíritu Santo. El que ningún hombre
puede dar sino el Ungido de Dios que tiene el Espíritu Santo en plenitud: Jesús
de Nazaret. Él, quiso someterse al bautismo de Juan para enseñarnos a bajar
nuestra cabeza ante los enviados de Dios, porque “el que se humilla, será
ensalzado”, como dijo Jesús después de haberlo hecho vida…
Juan Bautista, anunció el Espíritu en Jesús,
pero no sabía que este Espíritu, que es fuego, no arde sino para amar y
entregarnos el Amor del Padre, que siendo Dios quiso abajarse a los hombres en
su Hijo Jesús.
Le predicación del Bautista, era abrupta,
como la de los antiguos profetas. No así la de Jesús, que estaba ungida por el
Espíritu Santo y no sabía más que de perdón y misericordia, de paciencia ante
el hombre pecador y de acogida tierna ante los arrepentidos.
La plenitud de la Palabra, que es Amor, está
en Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, a quien amamos y adoramos.
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