"ventana abierta"
Rincón para orar
Sor matilde
EL VERBO SE HIZO CARNE
1 En el principio existía la Palabra y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2 Ella estaba en el principio con
Dios.
3 Todo se hizo por ella y
sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida y
la vida era la luz de los hombres,
5 y la luz brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado
por Dios: se llamaba Juan.
7 Este vino para un
testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino
quien debía dar testimonio de la luz.
9 La Palabra era la luz
verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a su casa, y los
suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la
recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13 la cual no nació de
sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14 Y la Palabra se hizo
carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria
que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de él
y clama: « Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto
delante de mí, porque existía antes que yo. »
16 Pues de su plenitud
hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17 Porque la Ley fue dada
por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto
jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado. (Jn. 1,
1-18)
San Juan es el apóstol contemplativo e intuitivo. Su
Evangelio es espiritual. Presenta al Verbo-Cristo en la eternidad, uno con el
Padre en su divinidad preexistente. “Es Dios de Dios y Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero”. Es el principio de la vida, es la Vida y la
Verdad.
Dios se ha dignado hacerse hombre, tomar nuestra carne,
sin dejar de ser Dios. La Persona de Jesús es el Verbo y hombre verdadero. Él
hizo el mundo y cuando vino a su casa, a su pueblo, como luz para iluminar a
todos los hombres, su pueblo no lo recibió. Y las tinieblas quisieron ahogar a
la luz, pero no pudieron apagarla. Mas hubo unos cuantos hombres que creyeron
en Él y lo recibieron, y por esto se les concedió el llegar a ser hijos de
Dios, por un privilegio y no por nacimiento de la carne, sino que su nacimiento
es de Dios.
Él vivió entre nosotros como un hombre cualquiera, pero
no era un hombre cualquiera. Su bondad y misericordia son tan excesivas que con
un inmenso amor entró en el mundo para ser uno de tantos. Pero Él no era uno de
tantos: es el Verbo de Dios, inconmensurable, inconcebible por la mente humana,
eterno desde toda la eternidad…
Nuestra pobre mente confiesa que todo esto de Dios no lo
sabía, si no es que nos ha sido revelado por Jesús, que ha venido del seno de
Dios y sabe todo esto muy bien porque vive en el seno del Padre como luz
inaccesible. Pero como hemos sido hechos a imagen de Dios, sin entender gran
cosa, podemos por la fe adorar este misterio y dar gracias a Dios porque ha
querido hacerse hombre en Jesús y vivir entre nosotros, con nuestra carne y
sangre, sentir nuestras mismas debilidades y miserias, menos el pecado que no
pudo experimentarlo porque era Dios.
Que Jesús ilumine nuestro corazón con la luz de la fe
para poder amar estos misterios que nos traen la salvación.
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