"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE DEJES DE SER EL CONDUCTOR DE
TU GRÚA
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al
Señor. Que pases un feliz día.
CRISTAL QUE NO VA A LA DERIVA; ¡CRISTAL QUE VUELA!
Como ya sabes, estamos cubriendo el claustro con... bueno... eso
no te lo puedo concretar... hay quien dice "paraguas"; otras,
"sombrero", pero, le llamemos como le llamemos, ver el proceso de
montaje es sorprendente.
El otro día pusieron una estructura que durante días estuvieron
construyendo en la plaza. Con una grúa la alzaron sobre el monasterio y la
fueron bajando hasta quedar perfectamente fija sobre el claustro después de ser
soldada. ¡Cuánta expectación!
Ayer la cosa fue más delicada: los
cristales. No podía hacer viento y no podían quedarse sin electricidad, de lo
contrario caerían. La imponente grúa situada en la plaza dirigía todas las
maniobras. Los cristales, apilados en un camión, esperaban pacientemente. Eran
enormes, unas dicen que de unos 60 kg; otras, que muchos más; la cosa es que
eran enormes y, a su vez, frágiles.
Una cuerda caía de la grúa con una especie
de ventosas, dos chicos medían para que las ventosas quedasen centradas, las
apretaban y... con gestos daban la orden a la grúa para empezar la maniobra.
Separaban el cristal del resto poco a poco, empezaba a alzarse, cada vez iba
cogiendo más altura ante la vista de toda la gente que estaba en la plaza y de
las monjas apiladas en la ventana.
El cristal desaparecía por encima del
tejado. Corriendo íbamos al claustro y allí veíamos cómo lentamente descendía,
mientras los chicos que esperaban, con cuidado, le ayudaban a entrar en los
raíles preparados de la estructura. Lo fijaban y subían sobre él para quitar la
ventosa, ¡daba vértigo mirar!
Pero ahí estaba, formando parte de la
estructura, dejándonos ver a través de él el cielo azul, y preparado para
cobijarnos un poco más del frío en invierno.
Hoy quizá tú te sientas como ese cristal:
en una camioneta, sin saber a dónde vas, dejándote llevar sin un rumbo fijo,
desorientado, frágil. Pero no es día para resignarte. Cristo no quiere eso para
ti. Él es el conductor de la grúa. Deja que ponga las ventosas sobre ti, que te
alce en el aire, ¡sobre el tejado! Sí, sientes vértigo, parece que en muchos
momentos te vas a romper, pero con Él nunca te caes si no dejas de mirarle, si
no dejas que se "corte" la electricidad. Alto, muy alto...
Y ya por fin ves tu sitio en la
estructura, parece lejano, que no vas a encajar, pero te fías: deja que tus
hermanos te ayuden, el Señor los ha puesto a tu lado; que te pongan en los
raíles, que te ayuden a que te sitúes. Por fin, ya en tu sitio, el corazón
descansa. Tú no lo has buscado, quizá no es lo que imaginabas, pero el que
dirige la grúa te ha sorprendido, te ha puesto en el mejor lugar: cristal para
que los demás puedan ver a través de ti el cielo, puedan ver a Cristo en tus
gestos, en tu acogida, en tu amor. Cristal que transmite calor tendiendo la
mano aún viéndose frágil, porque sabe quién le sostiene.
Hoy el reto del amor es que dejes de ser
el conductor de tu grúa. En tus decisiones, en eso que tanto te pesa, en tus
miedos... sé cristal. Déjate alzar por Cristo, deja que Él lleve tu vida y te
ponga en tu sitio. Merece la pena, descansa en Él, deja que te haga Feliz.
¡Vuela!
VIVE DE CRISTO
www.dominicaslerma.es
¡Feliz día!
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