"Ventana abierta"
ÁNGELUS
EMPADRONAMIENTO
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Buenos días amigos
La orden llegó del emperador Augusto desde la lejana Roma, de que todos los miembros del imperio debían acudir a empadronarse a su ciudad, a su pueblo, a su aldea de origen.
Naturalmente cuando dio esa orden no pensaba en absoluto de que a una pareja de recién casados de los cuales ella estaba embarazada, le iba a poner en dificultades.
Él quería conocer cuántos súbditos tenía en su imperio, posiblemente por tema de impuestos o quizá para saber con qué personas podía contar para engrosar sus legiones.
El caso es que Augusto dio la orden, y a María y a José les supuso ciertamente un problema.
Vivían ambos como es sabido en Nazaret, al Norte del país, pero José era originario del Sur, o por lo menos su familia tenía sus raíces en el Sur, más abajo de Jerusalén, en la aldea, en el pueblecito de Belén. De allí había partido David, que según la tradición José pertenecía a la estirpe de este famoso, importantísimo rey. Por lo tanto José se vio obligado a bajar, a viajar desde el Norte hacia el Sur junto con su mujer; no son muchos Kms, Israel no es muy grande, no sé exactamente, pero un centenar, algo más.
En nuestra época no sería una gran dificultad, pero en aquel momento sí. Los caminos no eran tan confortables ni tan seguros como pueden ser hoy en día y, María estaba embarazada de unos cuantos meses:
Había ido hacia el Sur a visitar a su prima Isabel.
Había vuelto hacia el Norte.
Se había casado.
Tenía que bajar ahora a Belén y, lo hacía con un embarazo que estaba a punto de concluir, con un parto ya muy próximo.
No fue fácil por tanto para ambos, cumplir esa ley.
De ahí se desprende una primera lección, algo que San Pablo recogerá después cuando diga, cuando aconseje a los cristianos que sean fieles, y dóciles y obedientes a las leyes comunes. El cristiano no es un antijerárquico por naturaleza, no es un anárquico por naturaleza, al contrario, es alguien que sabe vivir en sociedad y que sabe cumplir con aquello que está mandado, desde respetar las señales de tráfico a pagar los impuestos.
Por lo tanto vemos en este primer instante en que ya la historia empieza a escribirse con María y con José, viajando del Norte al Sur, en unas circunstancias nada sencillas, vemos a la Sagrada Familia darnos este ejemplo de que de verdad tenemos que cumplir ese tipo de leyes.
Ahora bien, ¿todas las leyes?
Esa es la pregunta: ¿Todas las leyes tenemos que cumplirlas?
Yo creo -dice el P. Santiago- que hay que fijarse no solamente en ese instante, sino en lo que ocurrió unos cuantos años después; por ejemplo, cuando empiezan las persecuciones en la propia Roma contra los cristianos.
Había otro tipo de ley que el cristiano no podía cumplir, como era la de adorar al emperador como a un dios, poniendo incienso en un altar, ante una de sus esfinges. Esas leyes los cristianos no las cumplieron.
En una época como la nuestra donde hay leyes que desde nuestro punto de vista son inicuas, nosotros tenemos que saber cumplir aquellas leyes que respetan nuestra conciencia y, tenemos que saber hacer objeción de conciencia ante aquellas leyes que van en contra de nuestros principios, en contra de nuestra ética.
Naturalmente hoy ese tipo de leyes no obligan a nadie, por ejemplo: No hay obligación de abortar, ¿verdad?, no hay obligación de hacer eutanasia, pero sí que a veces ocurre que muchas personas, cuando una cosa está permitida piensa que es buena y, que por estar permitido ya está bien, ya es ético, ya es moral.
Nosotros tenemos que tener siempre presente que adoramos a un solo Señor y, que a ese Señor le adoramos por encima de todo, por encima de cualquier ley,por encima de cualquier césar.
"Hay que darle a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar".
Hablando de todas estas cosas, pues les invito a ustedes a que acudan al Santuario que tienen los Padres Capuchinos en Madrid, la hermosa Basílica de Jesús de Medinaceli, allí a parte de la bellísima imagen de Jesús se venera una imagen de María ala que tengo un gran cariño, una gran devoción, la "Virgen de la Divina Providencia", es alguien que nos está enseñando que tenemos que confiar en Dios, y, que esa Providencia actúa, como actuó protegiendo a María y a José cuando iban haciendo aquel viaje difícil desde Nazaret a Belén.
Dios actúa -nos parece a veces que está escondido- no es así, Dios actúa. Fiémonos de Él, aunque a veces eso suponga correr algún riesgo, aunque a veces eso suponga poner a Dios por encima de lo que nos mandan los hombres.
Feliz día para todos.
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