"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
POCOS DAN CON EL CAMINO ESTRECHO
6 « No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
12 « Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
13 « Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
14 mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran. (Mt. 7, 6. 12-14).
¡Y, con “la
puerta estrecha” ¡Igualmente, “Camino” y “Puerta”, se
identifican, porque Jesús dijo: “Yo soy la puerta” y también: “Yo soy el
camino! No miremos pues lo angosto y lo estrecho, miremos
tan sólo a Cristo y todo nos resultará fácil y nada
nos atemorizará, para alcanzar la vida eterna.
Y es que, acercarse a Jesús, es
sentir sólo su Amor que, nos quema. Y, cuanta
mayor sea nuestra cercanía, mayor será el ardor de su Corazón
que, desea contagiarnos su Espíritu Santo. Jesús mismo, es
quien nos invita a ir a Él: “¡Venid a mí todos los agotados por la
vida, los que sentís agobio” porque, Jesús, es quien nos espera, para dejar en
Él, todo lo que no separa de Él! Porque, el Amor, une, ata, estrecha contra
Sí... ¿Y se puede decir que, si me hago uno con Cristo, no
puedo atravesar “la puerta estrecha?”. ¡Por supuesto que
sí: “el que se pega a Dios, se hace un espíritu con Él”. Ya no
son dos, es uno sólo y todo él, en “la delgadez del
espíritu” y de lo sobrenatural.
“¡Qué angosto el camino
y qué estrecha es la puerta, para llegar a
la vida!” Porque Jesús, también dijo: “Yo soy
la Vida”. Y, siempre llegamos al Señor en todo lo que decimos o
hacemos, porque toda nuestra vida está orientada a “los bienes de
allá arriba” que, son sutilísimos y nada que ocupa lugar se nos
pega, por ello, cuando reducimos nuestro ser, al ser de
Jesús, a un solo Espíritu con Él, atravesamos “la
puerta estrecha”, con holgura. Y, entramos y salimos sin que nada nos
roce o nos hiera. Y, nuestros pasos, serán seguros, aunque
la senda que transitamos sea muy estrecha: nuestros pies se posan en las
huellas de Cristo y nada nos desvía a derecha o izquierda. “!Sólo hay un Nombre y un Hombre, bajo el cielo y la tierra y
este es Jesús, el Señor: ¡Dios con nosotros”! ¡Él, lo
es Todo y su Palabra es santa, por ello, seguirla es
prudencia sobrenatural! ¡Sólo Ella nos salva y nos conduce a los brazos del
Padre, aunque pensemos que es imposible de seguir! ¡Sin la
gracia, todo nos parecerá, a nuestro ser
débil, imposible, pero con ella lo podemos
todo, “sin Mí, no podéis hacer nada”
¡Señor, contempla nuestro
barro! ¡Qué nuestra impotencia y fragilidad, despierte en
tu Corazón, un deseo divino de remediarnos, en Ti y contigo
y abra la puerta de tu misericordia! ¡Que esta puerta, será
estrecha para los preciados de sí mismos, los que no quieren reconocer su
miseria y su pecado! ¡La autosuficiencia, no se compadece con el Corazón
de Jesús que, es todo Amor y Don y sólo sacia a los hambrientos y sedientos de
Él, aquellos que tienen un gran vacío de sí mismos y que, están preparados para
llenarse y “hacer así, un cielo en la tierra de su corazón”! Estos seres
privilegiados, viven en el mundo, pero ya no son del mundo, porque
se alimentaron de la Palabra de Dios y de la Eucaristía y son en
verdad, hijos de Dios. Sus nombres, están escritos en “el Libro
de la Vida” que, tiene Jesús y los reconoce como suyos.
¡Oh, qué buen estado de vida, aún en la tierra que, sólo les falta “romper la tela” sutilísima de este dulce encuentro con Dios! ¡Qué, así se haga, por tu amor y misericordia en nosotros!! ¡Amén!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario