"Ventana abierta"
ÁNGELUS
PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Buenos días amig@
Según la tradición judía que sin duda José y María respetaron escrupulosamente, el Niño Jesús casi recién nacido debía de ser presentado en el templo, presentado y rescatado, porque eso era precisamente lo que ordenaba la ley judía para los que eran los primeros hijos, los primogénitos de una familia, de un matrimonio.
También según la tradición, había distinto tipo de rescate. El rescate que estaba previsto para los hijos de los pobres eran un par de tórtolas o dos pichones, que esto fue lo que San José debió de pagar al templo para rescatar a Jesús. Este momento, esta escena de José y María llevando a su pequeño al templo de Jerusalén desde la vecina aldea o pueblecito de Belén, tiene realmente un gran significado:
1. En primer lugar hay que preguntarse, ¿qué pintaba aquella pareja rescatando al Hijo de Dios del servicio de Dios? -porque esto era lo que significaba ese ofrecimiento-. No tenían nada que rescatar, el Hijo de Dios era Dueño del templo de Dios y no había que rescatarle para que no sirviera al templo, puesto que su deseo era servir al Dios verdadero. Por lo tanto era una situación un poco extraña.
2. Por otro lado había que hacer el rito de la purificación de María. Es que en aquella religión, por lo menos en aquel momento, el hecho de concebir a un niño por una mujer y el hecho de darle a luz, se veía como algo impuro; la mujer quedaba manchada. Si esto no era así en ningún caso, desde luego menos lo era en el caso de la Virgen María.
Nos encontramos por lo tanto a la Sagrada Familia cumpliendo con un rito, que ciertamente era un rito extraño, y que en realidad no tenía nada que ver con su propia situación.
Ni María había quedado manchada ni por la concepción ni por el parto.
Ni Jesús tenía que ser rescatado del servicio de Dios, porque Él se dedicaba a ese servicio.
Sin embargo, José y María cumplen perfectamente con aquello que está mandado.
Y hay que preguntarse, ¿por qué?
Hay que preguntarse si ellos no se preguntaron a sí mismos, ¿qué hacían haciendo aquello? Al fin y al cabo ellos sabían que el Niño era el Mesías.
¿Por qué lo hicieron?
Creo que hay dos lecciones en este ejemplo, en esto que hacen José y María, yendo al templo de Jerusalén a purificar a la Madre y a presentar y a rescatar al Niño -nos instruye el P. Santiago-.
Por un lado la humildad, una humildad que está revestida de la característica de la prudencia.
Y por otro lado la lección de la paciencia.
1. Humildad, prudente habría que decir, ¿por qué? Porque realmente tenían tantos problemas la Sagrada Familia, tenían tantas dificultades, que no era útil ni necesario complicarse la vida más, que sobre todo se podía resolver con sencillez; al fin y al cabo era un gesto litúrgico, un gesto de respeto a Dios.
San Pablo lo diría unos años más tarde, cuando en una de sus cartas critica a esos cristianos, dice él:
"Son expertos que están siempre complicándolo todo y haciendo difíciles las cosas sencillas".
Si José y María no hubiesen acudido al templo, más de uno probablemente les hubiera criticado y, quizá hubieran terminado mal; lo resolvieron de una manera simple, de una forma -digo- humilde y prudente.
Cuando uno/a tiene tantos problemas serios, ¿por qué complicarse la vida aún más con problemas insignificantes? Concentrémonos en lo verdaderamente importante.
2. Pero además está la otra lección, la lección de la paciencia.
Yo creo que nosotros tenemos mucho que aprender de esto, en seguida que no nos salen las cosas según nuestros planes, nos enrabietamos, empezamos a dudar de la Providencia Divina, a dudar de que Dios exista, a dudar de que esté pendiente de nosotros, queremos las cosas aquí y ahora, las queremos ya, las queremos en seguida y, a veces incluso, por arte de milagro.
La Virgen y San José nos dan el ejemplo de asumir la historia, de asumir el tiempo.
Su Hijo debería haber sido proclamado y reconocido como Mesías inmediatamente por todo Israel y, sin embargo, no había llegado el momento y ellos lo aceptan, y acuden humildemente como una pareja más, pasando sin que nadie se diera cuenta, de forma desapercibida, llevando al Niño allí.
Hay un santuario que es una maravilla, el de la Virgen de la Candelaria en Tenerife, allí es donde se venera esta imagen de María, que representa las Candelas, es decir, la fiesta en la cual se celebra y recuerda, "La presentación del Niño Jesús en el templo".
También veneramos a la Virgen del Pino, tan querida por el resto de los canarios; en cualquiera de estos santuarios podemos acudir junto a María, a decirle que nos dé su fuerza y su sabiduría para no complicarnos la vida innecesariamente, para tener humildad, para tener paciencia.
Hay que saber aceptar el tiempo de Dios, hay que saber darle importancia a las cosas que realmente la tienen, porque son tantas y tan graves, que no merece la pena complicarse la vida con pequeñeces, con insignificancias.
¡Que la Virgen de la Candelaria, la Virgen del Pino, nos dé humildad, prudencia y paciencia.
Feliz día para todos.
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