"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
SÁBADO SANTO
“María mantuvo la cabeza en alto con la certeza de que iba a verlo nuevamente; que su hijo iba a resucitar”.
Hoy, Sábado Santo, no
hay liturgia; por eso no hay lecturas. Durante el día de hoy tampoco se celebra
la Eucaristía. La Iglesia nos brinda la oportunidad de continuar en silencio
contemplando a Jesús muerto. Con la Vigilia Pascual que celebramos en la noche
se inaugura el Tiempo Pascual.
Las Normas Litúrgico-Pastorales para el Sábado Santo, haciendo referencia
a la Carta Circular sobre la preparación y celebración de las fiestas
pascuales, establecen que durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al
sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte y su descenso a los infiernos,
y esperando, en la oración y el ayuno, su Resurrección. Por eso se aconseja
prolongar durante ese día el “sagrado ayuno pascual” que se practicó ayer.
Hoy es un día lleno de emociones encontradas, en el cual lloramos la
muerte de Jesús, pero a la vez estamos en la espera ansiosa de su gloriosa
Resurrección y la alegría que experimentaremos al escuchar el Pregón Pascual.
Durante aquél primer Sábado Santo, mientras todos se dispersaron
confundidos, como ovejas sin pastor, ante la muerte de Jesús, solo una persona
mantuvo su fe incólume con la certeza de que si Jesús había dicho que
resucitaría al tercer día, iba de hecho a resucitar: su Madre María. Ese día,
dentro del profundo dolor que le causó la pérdida de su Hijo, en el mismo
momento que corrieron la piedra que serviría de lápida al sepulcro, comenzó
para la María lo que yo llamo su “segundo Adviento”. Aquí se pone de manifiesto
la fe inquebrantable de María en su Hijo, de quien ella tiene la certeza de que
es Dios.
Tuvimos un párroco que decía que tal era la certeza de María de que su
Hijo iba a resucitar, que cuando finalmente abandonó el sepulcro, mientras
todos seguían preguntándose qué iba a pasar ahora que Jesús había muerto, ella
se fue a su casa a limpiarla y disponer todo para cuando su Hijo regresara. De
hecho, si examinamos los relatos sobre la resurrección, encontraremos que su
madre no estaba entre las mujeres piadosas que fueron al sepulcro para terminar
de embalsamar a Jesús. Algunos se preguntan por qué. La contestación es obvia:
¿Cómo iba a ir su Madre a embalsamarlo, cuando estaba esperando su
Resurrección? Y aunque las Escrituras tampoco lo dicen, yo también tengo la
certeza de que Jesús fue a visitar a su Madre antes que a sus discípulos.
Como sabemos, la liturgia dedica los sábados a María. Santo Tomás nos dice
que esto se debe a que en ese primer Sábado Santo solo ella tenía fe absoluta
en el Redentor, y en ella descansó la fe de toda la Iglesia entre la muerte y
resurrección de Jesús. Por eso la Iglesia también nos la propone como modelo de
fe para todos los creyentes.
Te invitamos a ver y escuchar el Sermón
de la Soledad en nuestro canal de You Tube, De la mano de María TV.
Hoy es un buen día para continuar meditando sobre el santo sacrificio de
la Cruz ofrecido de una vez y por todas por nuestra salvación y la del mundo
entero, mientras nos preparamos para la “Gran Noche”, cuando cantaremos el
Aleluya anunciado la gloriosa Resurrección de Nuestro Salvador, que culminó su
Misterio Pascual.
¡Vivimos para esa noche!
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