"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
JUEVES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
“¿No os habíamos ordenado formalmente no
enseñar en ese Nombre?”
Durante el Tiempo Pascual la primera lectura
que nos propone la liturgia es del Nuevo Testamento, especialmente el libro de
los Hechos de los Apóstoles. Y en estas lecturas sobresale el testimonio de la
fe Pascual de los Apóstoles inspirados y guiados por el Espíritu Santo, quien
se nos presenta como el gran protagonista de este libro sagrado.
El libro de los Hechos de los Apóstoles se
llama así porque recoge la actividad misionera de los apóstoles Pedro y Pablo.
Pero sobre todo recoge la actividad divina del Espíritu Santo en el desarrollo
de la Iglesia. Por eso se le ha llamado el “Evangelio del Espíritu Santo”. Como
el Antiguo Testamento nos habla de Dios Padre y los relatos evangélicos de
Jesucristo, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos habla del Espíritu
Santo. Fue escrito por san Lucas, como secuela de su relato evangélico, para
documentar esos primeros años del desarrollo de la Iglesia. Por eso se le
considera también el primer libro de historia de la Iglesia.
En las lecturas de los días anteriores hemos
visto cómo las autoridades judías, amenazadas por el éxito de la predicación de
los apóstoles, les habían prohibido continuar predicando el Evangelio de
Jesucristo y su Misterio Pascual. Por ello habían sido encarcelados.
El pasaje que contemplamos hoy (Hc 5,27-33) nos
muestra a los apóstoles conducidos nuevamente ante el Sanedrín e increpados por
haber continuado predicando el Evangelio a pesar de las advertencias, luego de
haber sido liberados de la cárcel por un ángel del Señor. En ese momento se
hacen realidad las palabras de Jesús a sus apóstoles: “A causa de mí, serán
llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de
los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué
van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no
serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en
ustedes” (Mt 10,18-20).
Inspirados por el Espíritu Santo, Pedro y los
apóstoles replicaron: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios
de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de
un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para
otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto
somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen”. En la
continuación de este pasaje, que leeremos mañana, veremos el resultado de estas
palabras inspiradas.
“El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero”. Vemos cómo la fe Pascual es
la que les lanza con valentía y coherencia, inspirados y asistidos por el
Espíritu Santo, a predicar la Buena Noticia del Reino en la persona de
Jesucristo.
Esto los llevará (junto a miles a través de la
historia) a dar testimonio, incluso con sus vidas, de su fe en el Resucitado.
Si nosotros estuviéramos tan llenos de fe Pascual como aquellos apóstoles, y
nos dejáramos guiar por el Espíritu santo como ellos, estaríamos proclamando
esa fe con valentía en nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, nuestras
comunidades y, hoy en día, en las redes sociales. ¡Atrévete!
No hay comentarios:
Publicar un comentario