"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA CÁTEDRA DEL
APÓSTOL SAN PEDRO
“Te daré las llaves del reino de los cielos; lo
que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en el cielo”.
Hoy celebramos la Fiesta litúrgica de la
Cátedra de San Pedro. Esta festividad se remonta al siglo IV, y con ella se
rinde homenaje al primado y la autoridad de Pedro. La palabra “cátedra”
literalmente significa “silla” o “trono”, y se refiere al asiento o trono desde
el cual un obispo predica. De esta palabra se deriva también la palabra
“catedral”, que es el templo donde ubica la cátedra del obispo de una diócesis.
Por ejemplo, el Papa es el obispo de Roma y, como tal, tiene su cátedra en la
Archibasílica de San Juan de Letrán, que es la Catedral de Roma.
La festividad que celebramos hoy nos recuerda
el ministerio especial que el mismo Jesús encomendó a san Pedro como jefe de
los apóstoles de “confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe” (JP
II). El llamado ministerio petrino, que más que una posición de autoridad es un llamado a servir a todo el
pueblo cristiano. Un verdadero Pastor que cuida de sus ovejas.
Y a propósito de la festividad, la liturgia nos
presenta como primera lectura un pasaje de la primera carta del apóstol san
Pedro (5,1-4), dirigido a los presbíteros que vigilan (episkopoúntes = que cumplen la tarea de vigilar;
palabra derivada de epískopos = vigilante), o sea, a los obispos. Pedro echa mano de la figura del
pastor que encontramos en el Antiguo Testamento (Cfr. Sal 23), y que Jesús mismo se atribuye (Jn
10,11). Esta figura del pastor vigilante tiene sus raíces en la historia y la
tradición del pueblo judío como pueblo nómada. Dios es el Pastor y el pueblo su
rebaño. En la misma primera carta, Pedro se refiere a Jesús como epískopos (2,25).
Los consejos que Pedro da a los pastores
reflejan el espíritu de servicio y entrega con que éstos deben gobernar al
pueblo, “no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos
del rebaño”.
La lectura evangélica (Mt 16,13-19) nos
presenta el pasaje del primado de Pedro. En este pasaje Jesús instituye a Pedro
como cabeza y jefe de la Iglesia: “Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te
daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado
en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Podríamos dedicar varias reflexiones a analizar
y exponer el alcance de estas palabras pronunciadas por Jesús y la autoridad
conferida a Pedro mediante las mismas, pero hoy nos limitaremos a señalar que
Pedro entendió el alcance de su encomienda a la luz de las enseñanzas del que
vino a servir y no a ser servido (Mt 20,28). Así lo refleja en su primera carta
que acabamos de leer hoy.
Ese mismo espíritu lo recogería siglos más
tarde el Papa Gregorio Magno al rechazar el título de “cabeza de la Iglesia” y sustituirlo
por Servus servorum Dei (Siervo
de los siervos de Dios), título que subsiste hoy en día. Desde el comienzo de
su papado, el papa Francisco, haciéndose eco de ese mismo espíritu ha llamado a
los presbíteros y obispos a ser “pastores con olor a oveja”.
En esta Fiesta les invito a elevar una oración
especial por nuestro papa Francisco, para que el Espíritu lo proteja de las
acechanzas del maligno y continúe guiándolo en su ministerio para nuestro bien
y el de toda Su santa Iglesia.
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