"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA DEL T.O. (2)
“El que escandalice a uno de estos pequeñuelos
que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y
lo echasen al mar”.
“El que escandalice a uno de estos pequeñuelos
que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y
lo echasen al mar”. Esta advertencia, contenida en la lectura evangélica que
nos presenta la liturgia para hoy (Mc 9,41-50), dirigida a los apóstoles (y a
nosotros), nos impone la grave obligación de “vivir” el Evangelio de Jesús,
vivir de acuerdo a sus enseñanzas.
Jesús se muestra siempre bien estricto en lo
que respecta a sus “pequeños”, a los humildes, los pobres, los menos afortunados,
los que nos miran como “ejemplo”, los que están en nuestro entorno, en nuestras
comunidades de fe. Él no quiere que los escandalicemos con nuestra conducta.
Por el contrario, nos exige una conducta que sirva de ejemplo. En otras
palabras, que si somos cristianos, ¡que se nos note! No vaya a ser que el que
nos vea diga como Gandhi: “Me gusta tu Cristo, no me gustan tus cristianos. Tus
cristianos son tan diferentes a tu Cristo”…
Está claro, Jesús no quiere cristianos light, tibios. Porque si somos tibios va a
“vomitarnos de su boca” (Cfr.
Ap 3,16). Jesús es amor, es la Misericordia encarnada, pero también es exigente
con los que decidimos seguirle. “Nadie que pone la mano en el arado y mira
hacia atrás es apto para el Reino de Dios” (Lc 9,62).
En el pasaje que contemplamos hoy Jesús hace
uso de la hipérbole para enfatizar las exigencias del seguimiento; está
estableciendo el modelo, las características que exige de sus discípulos: “Si
tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir
con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace
caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos
pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar
tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde
el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
Resulta obvio que Jesús no nos está llamando a
la mutilación física. Nos está advirtiendo contra todas las cosas del mundo que
nos seducen y nos alejan del Reino, y nos pueden llevar a una conducta que va
escandalizar a los “pequeños”. Años más tarde Pablo se hará eco de este llamado
cuando exhorte a los de Corinto a no escandalizar a “los más débiles” comiendo
carne sacrificada a los ídolos paganos (1 Cor 8,9-14).
Este pasaje representan una versión más cruda,
más al grano, de las frases que le escuchamos a Jesús en Mt 6,33: “Buscad
primero el Reino de Dios y su justicia”; y Mt 16,26: “¿De qué le sirve a un
hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”. El énfasis está en la
búsqueda del Reino, que nos exige radicalidad en el seguimiento. “Si alguno
quiere venir en pos de mí…” (Mt 16,24).
Hoy, pidamos al Padre, por intercesión de su
Hijo, que nos conceda, por su gracia, aumentar nuestra fe para poder cumplir
sus exigencias y, lejos de escandalizar, evangelicemos con nuestro ejemplo de
vida.
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