Natura Canina
Mi perro me gruñe, me muerde, me ladra, me enseña los dientes…
Cuando un perro comienza a gruñír, a ladrar, a enseñar los dientes, a
morder, etc., su carácter ha cambiado con comportamientos que no
proceden y la convivencia se hace difícil, no nos queda otra más que poner todo
nuestro empeño en recuperar el control. Como supongo que has llegado hasta
aquí buscando una respuesta a la pregunta ¿por qué mi perro me gruñe, me muerde, me ladra, me enseña los
dientes?, ya sea adulto, joven o cachorro, y la solución, aunque
es un tema muy complejo y hay ocasiones en las que no queda más remedio que
acudir a un profesional del comportamiento canino si la cosa se pone muy fea,
estoy encantado de intentar ayudarte en este artículo.
Tanto si es un cachorro travieso y
peleón, un perro joven guerrillero, como si es un perro adulto que ha perdido
los modales, en este artículo vamos a ver dónde está el origen de estas
conductas que tanto te preocupan y la manera de arreglarlo. Verás cómo una vez
conozcas su origen, lo cual es imprescindible para tener un punto de partida,
te resultará mucho más fácil encontrar la solución, e incluso que esta venga
sola al seguir las pautas y los consejos que te voy a dar. Vamos a ver si damos en el clavo enseguida y se
soluciona muy pronto.
Sobre los ladridos, los gruñidos y
los mordiscos
Primero es bueno saber que los perros cuando se expresan, lejos de
limitarse a enseñar los dientes, gruñir, ladrar y morder, utilizan mucha
comunicación corporal, es el lenguaje no verbal. Esto significa que conocen de
sobra la manera de comunicarte cuál es su estado de ánimo, qué es lo que
quieren o no quieren, si les molesta que les quites su hueso, si quieren que te
alejes o si les incomoda algo que les estás haciendo. Y todo esto lo hacen a
través de su comunicación corporal, en ella utilizan «todo su cuerpo», desde la
nariz hasta el rabo.
La capacidad de comunicarse de los
perros
Todos sabemos que cuando un perro nos gruñe y nos enseña los dientes es
porque está a punto de mordernos. Pero debemos observar cuáles son sus
intenciones, porque no siempre tiene por qué ser así.
Si se trata de una provocación o una incitación al juego, muy propio de un
perro al que le encanta jugar a lo bruto, a morder y pelear, es porque se ha
emocionado en exceso y se ha descontrolado.
Si se trata de un «enfado», tal vez es porque se ha agotado su paciencia,
ha dejado de utilizar las «señales de calma» (de las que te hablaré luego),
pero todavía conserva las de «amenaza” y no ha pasado a la acción con un bocado
directo como último recurso.
Es entonces cuando deberíamos (desde un punto de vista educacional) estarle agradecido porque todavía no ha perdido por completo «la capacidad de comunicarse», de acuerdo, nos está ladrando o gruñendo, pero no se ha lanzado a mordernos. Sé que esto es duro de digerir, pero a medida que leas el artículo, le encontrarás el sentido que tiene.
Las interferencias en la comunicación
Y como el tema de la comunicación en estos casos es más importante de lo
que puedas llegar a imaginar, el primero de los muchos consejos que te voy a
dar es que arregles el “canal de comunicación” que tienes con tu perr@.
Me explico, cuando te diriges a él dándole una explicación o una regañina,
hay tantas “interferencias” que resulta muy difícil que consigas que se calme y
te haga caso, bien porque no entiende el mensaje o bien porque no se lo
«explicas» como toca.
Aunque pienses que nos vamos por las ramas, este artículo que te recomiendo que vuelvas luego a ver, es de suma importancia para que la comunicación con tu perro no tenga esas “interferencias” que provocan que siga haciendo lo que hace día tras día, sin que consigas ponerle solución:
¿Cómo conseguir que mi perro me entienda y me haga caso a la primera?
Las rabietas de los cachorros y los
perros jovencitos
Como tal vez te haya traído hasta aquí el problema que tienes con tu
cachorro, vamos primero con unos detalles. Con él debes tener una consideración
especial aunque te muerda hasta la saciedad, claro, le duele la boca y necesita
aliviar el dolor, y… ¿qué otra cosa hay mejor que tus manos o tu pies? También
te gruñe y te ladra cuando te provoca reclamando juego, y si no lo consigue, lo
hace con más intensidad cuando se revoluciona mucho y porque pierde el control,
o cuando se frustra al ver que no le sigues el rollo.
Sería bueno que vieras lo que hago con tu cachorro o jovencito en las sesiones:
Educación y adiestramiento de Cachorros
El cachorro que te ha salido muy
guerrillero y peleón
Si como he dicho antes, pierde fácilmente el control porque te ha salido
guerrillero y peleón, debes graduar la intensidad de sus impulsos para que no
se emocione demasiado. Cuando esto suceda, lo mejor es cortar el juego para que
no «aprenda» lo divertido que es saciar sus ganas de «pelear».
En este caso te puede interesar este artículo del Blog, en el que te hablo sobre cómo evitar acabar en el botiquín constantemente, tanto si es cachorro, joven o adulto, ya que las pautas son las mismas para todos. Vuelve luego a echarle un vistazo.
¿Cómo jugar con mi perro para no acabar lleno de bocados y arañazos?
Y cuando tu perro es joven y tiene
una rabieta juvenil
Bueno, él va desarrollando su carácter y lo hace muy rápido. Cuando no le
apetece que por ejemplo le cures una herida, le peines, le quites algo que no
es suyo o cualquier otra cosa que pueda darle rabia, debes ser firme para
enseñarle ya de pequeño que las normas existen, pero amable a la vez para que
comprenda que la disciplina no tiene por qué ser traumática. En este sentido
hay que tener mucho cuidado con las rabietas de los perros y perras jóvenes que
están en plena etapa de desarrollo hormonal (la adolescencia), porque lo que
ahora es una rabieta juvenil, puede convertirse en un cabreo de perro adulto.
También vamos a ver esto para que ese día no llegue nunca, y si llega, que
sepas que hacer.
¡Espera!, para que la tarea de lo que te estoy exponiendo y seguiré haciendo en este artículo te resulte más fácil, de todo esto y muchas cosas más que te pueden ayudar con los problemas de comportamiento que tienes con tu peludo, te hablo en mi Libro: «¿Cómo tener un Perro obediente y educado? ». También me gustaría que vieras mi Libro nuevo: «¿Cómo conseguir que mi perro me haga caso?», en el que trato, entre otros más temas, el problema de la agresividad tanto en casa como en la calle. En ellos comprobarás que conseguirlo no es tan difícil como te pueda parecer, tienes pautas y ejercicios expuestos de manera muy didáctica. Échales un vistazo porque el esfuerzo bien merece la pena.
Los tienes en:
PAPEL – KINDLE
PDF – ePub – MOBI
Un perro enfadado antes de morder siempre avisa
Aunque te cueste creerlo, si está cabreado antes de morder un perro
«siempre avisa», pero claro, siempre y cuando tenga la cabecita bien amueblada,
que lógicamente con los cachorros no es así. Bueno, lo hace hasta que llega el
día en el que ya no utiliza las «señales de calma» ni tampoco las de «amenaza»
y pasa a la acción, porque ha aprendido que por más que lo intenta no le sirven
de nada, entonces deja de utilizarlas y pasa a morder directamente ahorrándose
los preliminares.
Es entonces cuando tenemos delante un perro reactivo, que a la primera de
cambio se enfurece y se descontrola lanzando bocados a quién se le cruce por su
camino. Esto en la mayoría de los casos es «reactividad», por lo que no
deberíamos considerar este comportamiento como agresividad en estado puro.
No obstante, cualquier manera de manifestar la agresividad hay que ponerla
bajo control y trabajarla de la manera más adecuada para conseguir extinguirla
y que no tenga la «necesidad» de utilizarla, ni porque está furioso, ni porque
está jugando a lo bruto y le ha dado un subidón de los suyos.
Que no tenga la necesidad de
utilizar la agresividad
En este sentido te interesa dedicar unos minutos a este artículo del Blog en el que te hablo sobre:
El lenguaje de los perros. Las señales de calma, para saber de qué forma «te avisa» cuando algo no va bien, cuando algo le incomoda, o no le gusta… «y ya está al límite».
¿Qué hacer para que mi perro no me gruña, no me ladre, no me enseñe los
dientes, no me muerda…?
Una de las cosas a tener muy en cuenta es que el aprendizaje es un factor
muy determinante. Cuando un perro «aprende» que ladrar, enseñar los dientes,
gruñir o morder son cosas que le funcionan, sin duda las utilizará para
conseguir sus propósitos. Por eso, lo mejor es comenzar a educarle cuando más
cachorro es para que estos comportamientos no formen parte de sus «estrategias»
en un futuro muy cercano. Y si ya es un perro adulto con los comportamientos
consolidados, cortalo de cuajo para que no se enquisten más.
No obstante, no debemos olvidar la genética que puede predisponer a un
perro a tener un carácter “agrio”, pero vamos a ver un par de consideraciones
imprescindibles, ya que el aprendizaje pesa más a la hora de moldear su
carácter.
Si eres muy consentidor
Tenemos al perro que ha “aprendido” a perder el respeto y se ha convertido
en un tirano con sus dueños. Esto sucede con aquel peludo al que se le
consiente todo y más, se le mima, se le trata como a un niño, consigue sus
caprichos, se le deja dormir en la habitación, o lo que es peor, en la cama. En
fin, lo ha recibido todo y más, pero se ha olvidado lo más importante, la
disciplina.
En este caso comenzarás a dejar de tratarle como a un niño, que
evidentemente no lo es, y deberás dejar a un lado los criterios humanos.
Deberás dejar de darle tooodas las explicaciones y de “razonar” con él acerca
de lo mal que se porta. También deberás hacerle ver dónde están los límites y
dónde acaban sus privilegios, sobre todo los que consigue a la fuerza o a base
de rabietas. Trabajarás la obediencia básica que le vendrá muy bien, pero con
refuerzo positivo, claro. «En este sentido
mi libro te puede ayudar mucho, ¿lo has visto?»
Si eres muy estricto
Por otro lado tenemos el perro al que se le ha sometido demasiado con
gritos, regañinas, castigos y órdenes severas. Sin lugar a dudas, si esto es
así, la defensa de lo suyo y la rivalidad están muy presenes en su aprendizaje.
La presión que recibe puede ser muy alta y hacer que se sienta agobiado e
intimidado, máxime si tiene un carácter fuerte y no acepta un no por respuesta.
¿Qué aprende día a día?, que sus estrategias le funcionan, bien como defensa propia
ante lo que considera una intimidación o como un reto al que se tiene que
enfrentar para conservar su estatus o sus privilegios. Como consecuencia de
esto último puede desarrollarse la protección de recursos, es decir, su
espacio, su comida, su juguete, su hueso… También es frecuente que no se deje
peinar, limpiar las orejas o curar una herida.
Un período de calma exento de
riñas, gritos y castigos innecesarios
Bien, llegados a este extremo y si este es tu caso, me veo obligado a
decirte que la riña, el grito y el castigo no te ayudan en absoluto como tal
vez ya hayas comprobado. Ponen en marcha los mecanismos del «estrés», y este
activa los instintos más básicos, “huir» o «luchar”, no le queda otra, esto es
supervivencia. Cuando no tenga ganas de lío y pueda hacerlo huirá y evitará el
conflicto, pero cuando se sienta presionado o acorralado «luchará», es decir te
morderá.
Por eso te propongo como plan de choque un “período de calma”. Consiste en dejar de someterle con constantes riñas, gritos y castigos que tanta presión le crean. Esto le bajará los niveles de estrés y le ayudará a recuperar el equilibrio, le ayudará a gestionar sus emociones tan básicas (la ira y el miedo), y dejará de tener la «necesidad» de defenderse o de rivalizar. Como ves es una cadena, una cosa lleva a la otra.
Sobre la defensa de recursos de los perros
Y sobre la defensa de recursos, cosa muy habitual y una de las causas
principales de agresiones hogareñas, un perro que defiende sus recursos en casa
como su hueso, su sitio privilegiado en el sofá, el juguete que le intentas
quitar y un largo etcétera, como has visto antes, sin lugar a dudas no tiene la
educación y una disciplina correcta que puede acabar con la pérdida del respeto
de un miembro de la familia, ladrándole, gruñéndole o mordiéndole a la primera
de cambio.
Pero cuando un perro aprende, porque le hemos enseñado, que no necesita
defender nada, pues no tiene la necesidad de defender nada, valga la
redundancia.
Una buena forma de conseguirlo es, por ejemplo, cada vez que le quieras
quitar algo que no es suyo, decirle «suelta» y ofrecerle un trozo de comida
(una chuche) a cambio diciéndole: «Mira lo que tengoooo». Entonces perderá el
interés por su «posesión» y verá que soltarlo no es tan malo, porque tu
intención es darle algo bueno a cambio en lugar de querérselo quitar y punto.
«Es un acuerdo entre ambas partes». Sin ser consciente estás trabajando la
obediencia con refuerzo positivo, él lo suelta y a cambio tiene su premio, en
lugar de una regañina que lo pondrá más en guardia.
Este es otro de los temas que desarrollo
a fondo en mi segundo Libro. ¿Lo has visto». También lo tienes en el Menú: MIS
LIBROS.
Porque lo primero era evitar el
conflicto
Volvemos con la comunicación por la importancia que tiene. Cuando un perro
esta hasta el gorro de que le griten, que le increpen, que le incomoden, que le
invadan, que le toquen las orejas, que le tiren de los pelos o tal vez que le
quiten un trozo de comida de la boca (todo esto es muy frecuente cuando hay
niños), antes de gruñir, enseñar los dientes o lanzar un bocado, ha utilizado
con total seguridad más «señales de calma» de las que puedes ser capaz de
imaginar, porque para él, evitar el conflicto, era más importante de lo que
crees.
Atención a su lenguaje corporal
¿Cuántas veces al día has pillado a tu perro bostezando, chupándose la
nariz, rascándose, andando muy despacio u olisqueando el suelo cuando le llamas
con tono imperativo o te acercas enfadado directo hacia él? Tal vez incluso
sentándose y dándote la espalda. También quizás jadeando con la lengua fuera
sin haber hecho ejercicio o un rato sin querer mirarte a la cara. Esto son solo
unos ejemplos de la manera que tiene de decirte «que te calmes», por eso se les
llama «Señales de Calma», y las utiliza también con los otros perros para
evitar conflictos y mostrar que todo va bien.
¿Has visto el artículo sobre «el lenguaje de los perros» que te he
recomendado antes? Es muy interesante porque cuando un perro ha agotado todo su
repertorio y tú no te has “calmado”, es él quien toma la directa y pasa a la
acción… Tú te has llevado un mordisco y probablemente él una bronca.
Hay que equilibrar la balanza
Recuerda que tan malo es que te pierda el respeto despertando su lado
tirano, como que te tenga miedo despertando la defensa propia. Tan malo es
mimarlo y hacerlo un consentido sin imponer tu autoridad de forma coherente,
como someterlo a una disciplina severa con la que se sienta amenazado o con
necesidad de competir. Hay que equilibrar la balanza.
Muchas gracias.
Autor: Juanjo Andrés Ruiz
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