"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque
en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado
mi alma.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi
Dios.
Salmo 143: 8, 10
Yo soy el Señor Dios tuyo, que te enseña
provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.
Isaías 48: 17
¡Enséñame, Señor!
Muy a menudo, en la Biblia, Dios promete
enseñar y dirigir a los suyos. Es como si hubiese un diálogo entre el Señor y
los que lo buscan y viven cerca de él:
- El creyente siente la necesidad de ser
conducido e instruido, y lo expresa mediante la oración.
- El Señor responde por medio de las promesas
de su Palabra y mediante sus cuidados diarios.
- El creyente agradece a Dios y lo alaba por la
manera en la que lo dirigió.
¡Felices los que conocen a Dios y saben que
pueden contar con él para ser conducidos por el buen camino! ¡Felices los que
desean ser enseñados por el Señor y decirle: “Enséñame, oh Señor, tu camino;
caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre” (Salmo
86: 11).
“Bendito el varón que confía en el Señor, y
cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni
dejará de dar fruto” (Jeremías 17: 7-8).
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en
que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32: 8).
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