"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DEL T.O. – CICLO B –
“Maestro, hemos visto a uno que expulsaba
demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo”.
La primera lectura de hoy, tomada del libro de
los Números (11,16-17a.24-29), nos narra el siguiente episodio: Siguiendo las
instrucciones del Señor, Moisés había reunido a setenta ancianos en la Carpa
del Encuentro. Entonces el Señor “tomó parte del espíritu que había en él
[Moisés] y lo pasó a los setenta ancianos”. Y apenas el espíritu se posó sobre
ellos, “comenzaron a profetizar”. Había dos hombres, Eldad y Medad, que no
habían sido llamados a la Carpa, y el espíritu también se posó sobre ellos.
Inmediatamente se pusieron a profetizar también. Un muchacho vino a darle la
noticia a Moisés, y Josué, hijo de Nun le dijo: “¡Señor mío, Moisés,
prohíbeselo!”. A lo que Moisés replicó: “¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo
el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!”
El egoísmo, el protagonismo, la mezquindad, se
repiten a lo largo de la historia, y los que pretenden seguir al Señor no somos
la excepción. En la lectura evangélica que nos brinda la liturgia para hoy (Mc
9,38-43.45.47-48), se repite el episodio. Nada menos que Juan, “el discípulo
amado”, dice a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo”. “No es de
nuestro grupo…” ¿Podemos pensar en una frase más egoísta, más excluyente, más
discriminatoria, más “clasista”, más divisiva que esa? ¿Dónde quedó aquello de
“en esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se
tengan los unos a los otros” (Jn 13,35)?
Hoy día no es diferente. ¿Cuántas veces vemos
esas divisiones, esas distinciones, entre los diversos grupos cristianos, o
entre grupos o movimientos dentro de una misma parroquia? ¿Cuántos celos entre
feligreses porque alguien que “acaba de llegar” puede y hace algo igual o mejor
que los que lo han venido haciendo hasta ahora y pretenden excluirlo porque “no
es de nuestro grupo”?
La respuesta de Jesús a Juan, al igual que la
de Moisés a Josué, no se hace esperar: “No se lo prohibáis, porque nadie que
haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está
contra nosotros está a favor nuestro”. Si estamos actuando en nombre de Jesús,
¿cómo podemos estar en contra de que otros lo hagan? ¿Acaso pretendemos tener
el monopolio de la persona y el nombre de Jesús?
A veces se nos olvida que el Espíritu reparte
sus carismas según lo estima necesario para el funcionamiento de la Iglesia,
que no es otra cosa que el pueblo santo de Dios reunido en su nombre. ¿Quiénes
somos nosotros para dictar a quién o quiénes el Espíritu reparte sus carismas?
¡Ojalá todos tuvieran el carisma de profetizar,
o de hablar en lenguas, o de interpretarlas, o de enseñar, o de la oración, o
de hacer milagros, o de tantos otros múltiples carismas que el Espíritu pueda
estimar necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo místico de Cristo!
Pidamos al Señor que derrame su Santo Espíritu
sobre toda su Santa Iglesia, y alegrémonos cuando veamos a nuestros hermanos
desarrollar los carismas que ese Espíritu ha dado a cada cual.
Si no lo has hecho aún, todavía estás a tiempo
para visitar la Casa del Padre. Recuerda, Él te espera con los brazos abiertos…
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