"Ventana abierta"
Servicio
P. Leonardo Molina García
SOLO EL SERVICIO AL DÉBIL ME HACE HUMANO
Fe adulta
Written by Fray Marcos
Mc 9,29-37
El tema principal que leemos hoy es el
mismo que leímos al final del domingo pasado y que no comentamos. Jesús
atraviesa Galilea camino de Jerusalén, donde le espera la Cruz. El evangelio
nos dice expresamente que quería pasar desapercibido, porque ahora está
dedicado a la instrucción de sus discípulos. Esa nueva enseñanza tiene como
centro la cruz. Trata de convencerles de que no ha venido a desplegar un
mesianismo de poder sino de servicio a los demás, pero no lo consigue. Todos
siguen pensando en su propia gloria.
Este segundo anuncio de la pasión no deja
lugar a dudas sobre lo que Jesús quiere transmitir. Los discípulos siguen sin
comprender, aunque el domingo pasado nos decía que se lo explicaba “con toda
claridad”. Si les daba miedo preguntar es porque intuían que no les iba a
gustar. Esto nos muestra que más que no comprender, es que no querían entender,
porque significaría el fin de sus pretensiones mesiánicas. Hasta que no llegue
la experiencia pascual, seguirán sin entender la parte más original y decisiva
del mensaje.
¿De qué discutíais por el camino? Jesús
quiere que saquen a la luz sus íntimos sentimientos, pero guardan silencio
porque saben que no están de acuerdo con lo que Jesús viene enseñándoles. Entre
ellos siguen en la dinámica de la búsqueda del dominio y del poder. Tenemos que
recordar que en aquella cultura el rango de las personas se tomaba muy a pecho
y era la clave de todas las relaciones sociales.
Quien quiera ser el primero que sea el
último y el servidor de todos”. El mismo mensaje del domingo pasado y en
el episodio de la madre de los Zebedeos. No nos pide Jesús que no pretendamos
ser más, al contrario, nos anima a ser el primero, pero por un camino muy
distinto al que nosotros nos apuntamos. Debemos aspirar a ser todos, no solo
“primeros”, sino “únicos”. En esa posibilidad estriba la grandeza del ser
humano.
A veces los cristianos hemos dado la
impresión de que para ser Él grande, Dios quería empequeñecidos. Jesús dice:
¿Quieres ser el primero? Muy bien. ¡Ojalá todos estuvieran en esa dinámica!
Pero no lo conseguirás machacando a los demás, sino poniéndote a su servicio.
Cuanto más sirvas, más señor serás. Cuanto menos domines, mayor humanidad.
Quiere hacernos ver que el bien espiritual está por encima del material. Si me
pongo en esta perspectiva nunca haré daño al otro buscando un interés egoísta a
costa de los demás.
Acercando a un niño lo abrazó y dijo. No
es fácil descubrir la conexión con lo que antecede. En tiempos de Jesús, los
niños eran utilizados como pequeños esclavos. La palabra griega “paidion” es un
diminutivo de “país, que ya significa niño y también criado y esclavo. Sería el
pequeño esclavo. En el contexto de la narración sería el chico de los recados
que el grupo tenía a su disposición. Aquí descubrimos la relación con el texto
anterior. El niño estaría en la escala más baja de los que se dedican a servir.
El que acoge a un niño, me acoge a mí. No
se trata de manifestar cariño o protección al débil sino de identificarse con
él. Al abrazarle, está manifestando que los dos forman una unidad, y que si
quieren estar cerca de él, tienen que identificarse con el insignificante
muchacho de los recados, es decir hacerse servidor de todos. Uno de los
significados del verbo griego es preferir. Sería: el que prefiere ser como este
niño me prefiere a mí. El que no cuenta, pero sirve a los demás, ese es el que
ha entendido el mensaje de Jesús.
Y el que me acoge a mí acoge al que me ha
enviado. Este paso es muy importante: acoger a Jesús es acoger al Padre.
Identificarse con Jesús es identificarse con Dios. La esencia del mensaje de
Jesús consiste en esta identificación. Repito, el mensaje no consiste en que
debemos acoger y proteger a los débiles. Se trata de identificarnos con el más
pequeño de los esclavos que sirven sin que se lo reconozcan ni le paguen por
ello. Esa actitud es la que mantiene Jesús, reflejando la actitud de Dios para
con todos.
Llevamos dos mil años sin enterarnos. Y
además, como los discípulos, preferimos que no nos aclaren las cosas; porque
intuimos que no iban a responder a nuestras expectativas. Ni como individuos ni
como grupo (comunidad o Iglesia) hemos aceptado el mensaje del evangelio. La
mayoría de nosotros seguimos luchando por el poder que nos permita
utilizar a los demás en beneficio propio. Siguen siendo inmensa minoría los que
ponen su vida al servicio de los demás y les ayudan a vivir sin esperar nada a
cambio.
Hay dos maneras de servir: una es la del
que somete al poderoso para conseguir su favor y aprovecharse de su poderío.
Esto no es servicio sino servidumbre, y lejos de hacer más humana a una persona
la envilece. Esta actitud es muy criticada por Jesús. En torno a todo poder
despótico pulula siempre una banda de aduladores que hacen posible el
despotismo. La diaconía significaba “servir a la mesa”. En cristiano indicaba
el servicio a los más necesitados por los que no tenían obligación de hacerlo.
Este servicio es el que humaniza.
Si es la esencia del mensaje ¿Por qué ha
fracasado estrepitosamente? El domingo dijimos que no podía conocer a Jesús si
no me conocía a mí mismo. Sin ese conocimiento, es imposible llegar a ser
auténtico cristiano. Ahora bien, como llegar a conocerse a sí mismo es muy
difícil, la iglesia trató de racionalizar el mensaje con propuestas externas:
1ª. Es la voluntad de Dios. 2º. Si lo cumples, Dios te premiará;
si no lo cumples, te castigará.
A la 1ª hay que decir: esa pretensión es
tan etérea y difusa que con la mayor facilidad se puede tergiversar y
deteriorar sin advertirlo. Por otra parte, ¿Quién me asegura que esas
exigencias son la voluntad de Dios? La 2ª es aún más burda. Bastaría caer en la
cuenta de que es la misma técnica que utilizamos los seres humanos para
domesticar a los animales: palo o zanahoria. ¡Cómo podemos pensar que Dios nos
trata como animales!
Haríamos bien en superar la idea de un
Dios antropomórfico con motivaciones iguales a las nuestras. Como no nos han
conducido por el camino del conocimiento de nosotros mismos y el Dios que nos
habían propuesto es absurdo, los cristianos nos hemos quedado en el chasis. Ni
somos capaces de descubrir las exigencias del evangelio en lo hondo de nuestro
ser, ni encontramos razones externas que nos motiven. Hemos quedado en la
inopia.
Meditación
Si me doy a los demás hasta consumirme,
¿dónde colocaré los adornos (la gloria) que pretendo alcanzar?
Si estoy pensando en mí mismo, cuando me doy al otro,
¿qué clase de entrega estoy llevando a cabo?
En la medida que sirva a los demás sin esperar nada a cambio,
en esa medida me estaré acercando al ideal cristiano.
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