"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA NATIVIDAD DE
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Hoy celebramos el cumpleaños de nuestra Mamá, María la Madre de Dios y madre nuestra. Y como todo cumpleaños, es motivo de alegría y de fiesta. La fiesta coincide con el cumplimiento del término de nueve meses desde la fiesta de la Inmaculada Concepción que celebramos el 8 de diciembre.
Esta es una de solo
tres fiestas litúrgicas que conmemoran el nacimiento de alguien (las otras dos
son el nacimiento de Jesús, y el de San Juan Bautista). Y con razón, pues con
el nacimiento de María ya entra en la historia la que estaba predestinada a ser
la madre del Mesías anhelado, de ese que iba a liberarnos del pecado y de la
muerte. María, la nueva Arca de la Alianza, la “primera custodia” que llevó
dentro de sí por nueve meses nada más ni nada menos que al mismo Dios
encarnado; ese que hizo saltar de alegría al precursor en el vientre de su
madre cuando María fue a visitarle.
Con el nacimiento de María comienza la culminación de la divina revelación
en la persona de Cristo Jesús. Es el umbral de la “plenitud de los tiempos”. No
debemos olvidar que María concebiría sin ayuda de varón. Por tanto, la sangre
de Jesús, derramada en la Cruz, fue la misma sangre de María; la composición
genética humana de Jesús, que le dio carne al Verbo, fue la misma de María. Por
eso se dice que el nacimiento de María constituye una especie de “prólogo” de
la Encarnación. Es en este punto que comienza propiamente el Nuevo Testamento.
María es la “llena de gracia”, aquella virgen que habían anunciado los
profetas, según nos refiere Mateo en la conclusión de lectura evangélica de hoy
(Mt 1,1-16.18-23): “Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá
por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros’.” Por eso celebramos con
alegría su cumpleaños.
“…La liturgia no acostumbra celebrar el nacimiento terreno de los santos
(la única excepción la constituye San Juan Bautista). Celebra, en cambio, el
día de la muerte, al que llama dies
natalis, día del nacimiento para el Cielo. Por el contrario, cuando
se trata de la Virgen Santísima Madre del Salvador, de aquella que más se
asemeja a Él, aparece claramente el paralelismo perfecto existente entre Cristo
y Su Madre. Y así como de Cristo celebra la concepción (Anunciación) el 25 de
marzo y el Nacimiento el 25 de diciembre, así de la Virgen celebra la
Concepción el 8 de diciembre y su Nacimiento el 8 de septiembre, y como celebra
la Resurrección y la Ascensión de Jesús, también celebra la Asunción y la
realeza de la Virgen. San Andrés de Creta, refiriéndose al día del Nacimiento
de la Virgen, exclama: ‘Hoy, en efecto, ha sido construido el Santuario del Creador
de todas las cosas, y la creación, de un modo nuevo y más digno, queda
dispuesta para hospedar en Sí al Supremo Hacedor’.” (De la Homilía del Cardenal
J. Ratzinger – papa emérito Benedicto XVI) La
fiesta de la plenitud y el alivio publicada en el libro El Rostro de Dios, de Editorial
Sígueme).
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MAMÁ!
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