"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL SÁBADO DE LA VIGÉSIMA
CUARTA SEMANA DEL T.O. (1)
Salió el sembrador a sembrar su semilla…
El Evangelio que nos presenta la liturgia de
hoy (Lc 8,4-15) es la parábola del sembrador. Esta parábola destaca la importancia de
escuchar y guardar la Palabra de Dios. En el pasaje siguiente de Lucas, Jesús
reafirma esa conclusión: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la
Palabra de Dios y la practican” (Lc 8,21). De esta manera Jesús destaca que aún
su propia madre es más madre de Él por escuchar y poner en práctica la Palabra
de Dios que por haberlo parido. Como el mismo Jesús dice al final de la
parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.
La parábola es el recurso literario preferido
por Jesús para comunicar sus enseñanzas, especialmente con relación al Reino.
Estas consisten en una breve narración de un suceso, imaginario o real, del que
podemos deducir, por comparación, una enseñanza moral, o una verdad que
trasciende nuestra experiencia. El Reino es un misterio, algo que está más allá
de nuestra comprensión, pero relacionándolo con situaciones concretas que
forman parte de nuestra experiencia cotidiana, podemos tener al menos un atisbo
de esa “otra” realidad trascendente. El pueblo de Galilea entendía de árboles y
pájaros, conocía el color y la historia del trigo y la amenaza de la cizaña,
sabía de semillas, de la tierra, de la pesca, de las costumbres de las aves de
rapiña, conocía la vida de las zorras y cómo cobija una gallina a sus
polluelos, etc. Y Jesús aprovecha esas experiencias para comunicarles la Buena
Noticia del Reino (Cfr. Lc 4,43).
La parábola que leemos hoy nos presenta un
sembrador que regó semillas que cayeron en cuatro tipos de terreno: la orilla
del camino, terreno pedregoso, entre zarzas, y en tierra buena, y cómo
solamente las últimas nacieron, crecieron y dieron fruto. Lo curioso de este
pasaje es que luego de concluir su narración los discípulos pidieron a Jesús
que les explicara la parábola, y Jesús, en un “aparte”, procedió a
explicárselas, no sin antes advertirles que “a vosotros se os ha concedido
conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas”. Son
varias las ocasiones en que veremos a Jesús repitiendo ese gesto de hablar a la
gente en parábolas y explicarle su significado a los discípulos en privado: “Y
con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que
ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios
discípulos, en privado, les explicaba todo” (Mc 4,33-34).
¿Por qué esa doble vara? Algunos ven en ese
gesto de Jesús, que hoy catalogaríamos de discriminatorio, la importancia que
los “Doce” (y sus sucesores, los obispos) iban a tener en la Iglesia que Él
tenía vislumbrada. El fundamento para lo que hoy llamamos el “magisterio” de la
Iglesia.
Mañana domingo, cuando acudamos a la Casa del
Padre y nos acerquemos a la mesa de la Palabra y a la mesa del Señor a recibir
la Eucaristía, recordemos que estamos recibiendo Vida eterna. Lindo fin de
semana a todos.
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