"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL LUNES DE LA VIGÉSIMA CUARTA SEMANA DEL T.O. (1)
Tenemos ante nosotros a todo un militar de alto rango que reconoce la
autoridad de Jesús por encima de la de él, y que la presencia física no es
necesaria para que la palabra con autoridad sea efectiva. Pero el centurión no
solo le reconoce autoridad a Jesús, se reconoce indigno de Él, se reconoce
pecador. Es la misma reacción que observamos en Pedro en el pasaje de la pesca
milagrosa: “Apártate de mí, que soy un pecador” (Lc 5,8). Es lo que
decimos inmediatamente antes de la comunión: “Señor, yo no soy digno de que
entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
Esta actuación de centurión de dar crédito a la Palabra de Jesús y hacer
de ella un acto de fe, lleva a Jesús a exclamar: “Os digo que ni en Israel he
encontrado tanta fe”. Se trata de una confianza plena en la Palabra de Jesús.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, no se trata de meramente “creer en
Jesús”, se trata de “creerle a Jesús”. Es la actitud de Pedro en el episodio de
la pesca milagrosa: “Si tú lo dices, echaré las redes” (Lc 5,5). A diferencia
de los judíos que exigían signos y requerían presencia para los milagros, este
pagano supo confiar en el poder salvífico y sanador de la Palabra de Jesús.
La versión de Mateo sobre este episodio contiene un versículo que Lucas
omite, que le da mayor alcance al mismo: “Por eso les digo que muchos vendrán
de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob,
en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino serán arrojados
afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes” (Mt
8,11-12). Vino a los suyos y no lo recibieron (Jn 1,11). No lo recibieron
porque les faltaba fe. La Nueva Alianza que Jesús viene a traernos se
transmite, no por la carne como la Antigua, sino por la infusión del Espíritu.
El Espíritu que nos infunde la virtud teologal de la fe, por la cual creemos en
Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado. Y esa está abierta a todos,
judíos y gentiles.
Hoy, pidamos al Señor que acreciente en nosotros la virtud de la fe, para que creyendo en su Palabra y poniéndola en práctica, seamos acreedores de las promesas del Reino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario