"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
EL HIJO DEL HOMBRE,
SEÑOR DEL SÁBADO
1 En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado
por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar
espigas y a comerlas.
2 Al verlo los fariseos, le
dijeron: « Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. »
3 Pero él les dijo: « ¿No
habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le
acompañaban,
4 cómo entró en la Casa de
Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni
a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?
5 ¿Tampoco habéis leído en
la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado
sin incurrir en culpa?
6 Pues yo os digo que hay
aquí algo mayor que el Templo.
7 Si hubieseis comprendido
lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio, no
condenaríais a los que no tienen culpa.
8 Porque el Hijo del hombre
es señor del sábado.» (Mt. 12, 1-8)
El descanso sabático era una Ley Sagrada
entre los judíos. Quebrantarle era atentar contra Dios mismo. Todos los días se
podía trabajar, pero el sábado era para dar culto a Dios. Mas los fariseos
habían interpretado este precepto con extremismos supersticiosos: en la prohibición
de la siega y la trilla, veían condenada la simple acción de frotar unas
espigas y limpiar sus granos para saciar su necesidad (Ex. 34, 21)
Los discípulos de Jesús tenían hambre y
arrancaron espigas para comérselas. Los fariseos, que espiaban todos los
movimientos de Jesús y sus discípulos, les criticaban porque hacían lo
prohibido en sábado, según su interpretación de la ley.
Jesús les sale al paso y les habla no de la
ley, sino de la misericordia. Dios no quiere sacrificios a costa del amor. Él es
el Señor que ha puesto las leyes justas, para Él lo primero es Amor y
Misericordia. “El sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado”.
Cuando un hermano nuestro padece una miseria está reclamando de nosotros la
misericordia, una atención activa para suplir sus carencias. Porque lo que
hiciéramos a uno de estos pequeños, a Jesús se lo hacemos.
Y sabemos que el juicio único que Jesús nos
hará a cada uno será la pregunta: ¿dónde está tu hermano que pasaba hambre o
sed, o estaba desnudo o en la cárcel o necesitado…? ¿Fuiste compasivo con él,
se estremecieron tus entrañas ante su pobreza que reclamaba atención y ayuda?.
No es opcional el que nos comportemos así,
sino que es un mandato de Jesús, nuestro Maestro, que quiere que todos seamos
como Él y su Padre Dios, para poder salvar el alma...
Vayamos y hagamos como Jesús quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario