"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
EL BAUTISMO DE JESÚS
7 Y proclamaba: « Detrás de mí viene el que
es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de
sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con
agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. »
9 Y sucedió que por
aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en
el Jordán.
10 En cuanto salió del agua
vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a
él.
11 Y se oyó una voz que
venía de los cielos: « Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco. » (Mc. 1,
7-11)
En toda Judea se hablaba de Juan “el
Bautista”, porque en el río Jordán bautizaba a muchos que acudían a él. Todos
sabían que era un profeta y decía que él no era el Mesías esperado, sino que
había sido enviado por Dios para preparar, delante de Él, un pueblo bien
dispuesto por las buenas obras. Y pedía a todos la conversión, con obras de
penitencia. Su lenguaje era duro y ponía en evidencia a los pecadores que
todavía no habían cambiado de vida: los fariseos y saduceos: “raza de víboras,
¿quién os enseñó a huir de la ira, que está a punto de llegar…?
Y un día apareció, entre la multitud, Uno
que era distinto de todos, para que lo bautizara. Jesús se acerca como uno más,
y Juan lo reconoce y se resiste a bautizarle porque Él no necesita
purificación, sino que trae un bautismo por el Espíritu Santo y el fuego… “Soy
yo el que necesita ser bautizado por Ti”. Y Jesús le dice que los dos han
venido a cumplir la voluntad de Dios y deben hacerla en este caso. Juan,
entonces acepta… Y cuando Jesús salió del agua, el cielo se abrió y descendió
el Espíritu Santo como una paloma y se posó sobre Él. Y la voz del Padre se
oyó, acreditando a Jesús para su misión: “Este es mi Hijo, el amado, en quien
tengo mis complacencias”. Momento éste esperado por Juan Bautista y por Jesús,
donde el Espíritu Santo envía a Jesús a predicar.
Para Juan, su misión ha concluido; por ello,
cuando volvió a ver a Jesús les indica a dos de sus discípulos que le sigan,
porque Jesús es el Hijo de Dios. Él lo ha oído de boca del Padre, es su Hijo,
es el Amado, es Dios. Y los discípulos, Andrés y Juan, lo siguieron y se
quedaron con Jesús aquel día, y después llevaron a Jesús a sus compañeros.
Nuestro bautismo, así mismo es la recepción
del Espíritu Santo que nos hace hijos adoptivos de Dios y, por tanto, herederos
de su gloria. Nos confiere la gracia, el amor de Dios para poder discernir y
llevar a cabo la misión que el Señor ha pensado para cada uno, desde toda la eternidad…
Dios es fiel y cumplirá su promesa de llevarnos a gozar con Jesús de su gloria.
¡Seamos agradecidos y fieles hijos!
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