San Gregorio Magno, Papa
Buenos días estimados amigos:
Cuando estamos en las tinieblas, en la oscuridad, la Virgen María nos tiende la mano, nos ilumina como la luna para que no caigamos en el pozo, ni tropecemos con la piedra.
La luz de la luna no es tan fuerte como la luz del sol.
María es como la luna y Jesús es como el sol.
Y cuando amanece el día, llega la luz del sol que es más fuerte que la luz de la luna.
Mientras, María nos ilumina y nos coge de la mano bien fuerte hasta que llega su Hijo, el Sol de Justicia, que es Dios.
Dios nos da libertad para que decidamos y hagamos por nosotros mismos. Él no nos impone ni nos sujeta a nada. Y si cometemos cualquier falta, Él está ahí para perdonarnos como un padre cuando el hijo se arrepiente verdaderamente.
Tenemos un cuerpo, tenemos pies, y si nos llevan los pies por mal sitio, Él no nos los corta para que no vayamos, Él nos da libertad de acción.
Tenemos una cabeza si actuamos mal, Él no nos corta la cabeza. Él siempre está cerca de nosotros si decidimos ir con Él, pero nos deja libres para que nosotros obremos según nuestra voluntad.
Jesús está clavado en la cruz.
Jesús no tiene un palo en la mano, sino que tiene la mano en el palo, que es distinto.
Él está clavado por nosotros en esa cruz, pero está con los brazos abiertos para darnos el abrazo de Padre Bueno, y en ese abrazo todos cabemos cuando volvemos a Él.
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