"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JESÚS, INTERCEDE POR NOSOTROS ANTE EL PADRE
14 Cuando llegó la hora, se puso a
la mesa con los apóstoles;
15
y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros
antes de padecer;
16
porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el
Reino de Dios.»
17 Y recibiendo
una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre
vosotros;
18
porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid
hasta que llegue el Reino de Dios.»
19 Tomó luego
pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo
que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lc. 22,14-20)
Jesús, es
nuestro Gran Sacerdote que, intercede ante Dios por
nosotros, sus hermanos e hijos del Padre, ante Él.
Jesús,
en este momento está conmovido, emocionado, “tocado de
amor”, por ello, como Hombre verdadero que
era, su Corazón, no podía evitar el latir con
fuerza. ¡Él, el Hijo del Padre, ¡enviado por Dios al mundo para salvarle
de la ruina de su condición pecadora! Jesús, ante esta misión sublime
e imposible de realizar, con su sola condición humana, temblaría ante la
magnitud de este Don único entregado con tanto amor por
su Padre-Dios. Él, el Único Mediador entre Dios y los
hombres, el Hombre Cristo Jesús.
Ante
esta fiesta que nos propone la Iglesia, meditaba yo, el gusto y
el deseo grande que tiene Dios por entregarse a Sí
mismo, sólo por “mediadores”. Esta fe en los
mediadores, requiere por nuestra parte, una gran obediencia y
humildad. Así lo dijo Dios: “bajo el cielo, no se nos ha dado
otro Nombre que pueda salvarnos”. Salvadores, ha habido muchos en la
historia, pero Mediador entre Dios y los hombres, sólo uno,
el Hijo, el Amado.
Abrahám, fue
el mediador ante Dios, de la fe que profesamos. Él, creyó contra
toda esperanza que, Dios, le devolvería vivo al hijo de la promesa. Y
de su fe heroica, bebemos todos porque es el “Padre de los
creyentes”. También Moisés, nos dio, de parte de
Dios, la Ley con sus Mandamientos. El mismo, se los
dictó. Y así, todos los profetas que, recibían los oráculos
divinos para entregarlos al pueblo. ¿Y qué diremos de la Virgen
María, la gran Mediadora que, ¿dio un Cuerpo al Verbo de Dios para que se
engendrara en sus entrañas? Ella, fue el verdadero canal de la
divinidad para que, Dios mismo fuera
el Único y Ultimo Mediador, en el Hombre
Jesús. Por esto, es el Sumo sacerdote en la casa de Dios.
Su Sangre, derramada por todos los hombres
pecadores, está ante el Padre intercediendo en favor nuestro.
Pero
Jesús no guardo este poder intercesor para Sí sólo, sino que
transmitió esta dignidad a los hombres que él quiso y que, en
su Nombre, y con su poder, ofrecen el Sacrificio de la
Eucaristía, el verdadero Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo, en todos los rincones de la tierra. ¡Todo es Don y
gracia, y es que nuestro Dios es todo entrega por amor y no podía
reservarse este inaudito regalo divino!
Pero, no sólo son
sacerdotes algunos escogidos, sino que todos los hombres podemos ofrecer a
Dios nuestras oraciones y sacrificio, sin mancha que, son aceptados
por Jesucristo. Así, entregamos también nuestros cuerpos en unión con
el Sacrificio Único de Cristo en la Cruz. ¡Somos los
hombres más felices de la tierra porque nuestro sacerdocio, en unión con
el de Cristo, nos lleva a una dignidad divina y somos
con Él, eternos!
Si
Dios nos ha aceptado y acogido con amor, ¿quién nos podría apartar de
este Amor de Cristo?: nada ni nadie, pues si Jesús nos
justifica ¿quién nos acusará? ¡En ti Señor, ponemos
toda nuestra confianza! ¡Amén! ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario