ÁNGELUS
JOSÉ DE NAZARET Y MARÍA
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Una de las figuras más entrañables es la de San José.
El arte cristiano durante muchos siglos lo ha representado como un venerable anciano y, sin embargo, la grandeza también de José reside en que siendo muy joven catorce o quince años, cuando está desposado con María, tiene que asumir una decisión para lo cual no estaba preparado -ni tampoco quería prepararse- el tomar como propio un hijo que no es suyo, como muestra y representación de esas dificultades que nos vienen en la vida sobre las cuales no tenemos control, que tenemos que asumir y que nos definen en realidad quiénes somos, porque ahí es donde se ve la grandeza o la miseria de nuestros planteamientos vitales.
José tenía su taller en Cafarnaún y allí estuvo trabajando una buena temporada, hasta que cuando volvía a Nazaret, se encontró con la desagradable sorpresa de que la niña que le había sido confiada estaba embarazada.
José -dice la Escritura- era un hombre justo, por lo tanto cumplidor de la ley, honesto.
Y por otra parte, quería a María, no la quería denunciar, porque eso suponía la condena de muerte por lapidación.
Es comprensible el disgusto y la vergüenza que le produjo saber la noticia y que no se creyera la versión que le daban todos de que nadie la había tocado y que sólo podía haber sido un ángel con el que conversaba muy a menudo.
Es también lo que nos pasa a nosotros. Cuando nosotros tenemos un conflicto moral, no suele ser entre una cosa buena y una cosa mala, porque entonces sería muy fácil, nos iríamos todos a lo bueno, porque al hombre le gusta hacer el bien. Lo peor es cuando aparecen los conflictos de valores, dos cosas que tienen consecuencias positivas, pero que no se pueden coger a la vez.
Pensemos por ejemplo, cuántas veces nos encontramos con conflicto de valores en la vida cotidiana y profesional donde si yo quiero ser honesto totalmente en mi trabajo, a lo mejor prescinden de mí en la empresa, y entonces se queda mi familia sin un jornal que llevarse a la boca, ¡los conflictos de valores!
José tenía un grave conflicto de valor, él quería ser justo, era justo, quería cumplir la ley como buen israelita, si no, se sentía -y era así- fuera de su pueblo, fuera de la alianza, fuera de su ritmo vital y de su ambiente espiritual. Pero por otra parte quería a María, y no quería denunciarla.
Ante esto busca una primera salida, falsa por ingenua, ¿cómo puede repudiarla en secreto, si para repudiar necesitaba darle un libelo -escrito infamatorio contra ella, un documento que atestiguara que no la quería como esposa?
¿Cómo es posible mantener en secreto, en un pueblo donde todos eran parientes, un repudio?
Algunos autores dicen, que lo que pensó San José, fue huir, entonces aparecería como el esposo que abandona a su mujer y a su hijo, un auténtico sinvergüenza, que por miedo a la responsabilidad, ha tomado las de Villadiego.
Pero incluso si hubiera sido así, y se hubiera salvado la vida de María tampoco, era una solución realmente machista, porque José hubiera resuelto su problema de conciencia, pero...
¿Y María, esa María abandonada con su hijo, qué pasaría con ella? ¿Y su amor por María? ¿Y ese niño, qué sería de él? Una situación al parecer falsa, al parecer incluso heroica para José, pero que es como tantas otras soluciones falsas en moral, donde nos preocupamos simplemente de nuestra propia conciencia, y sin embargo no nos preocupamos de la suerte de los demás, esas inocencias que buscan solamente tener las manos limpias.
Está lleno este mundo de víctimas, de las que no quieren meterse a resolver el problema del otro, "porque no es mío", ¡pero yo me quedo muy a gusto!
La solución auténtica para San José, fue la más difícil para él.
Dice un autor que, "no hay problemas irresolubles, hay situaciones desagradables".
Dice la Escritura que un ángel le dice a José: "No tengas reparo en recibir a María en tu casa", es decir, no tengas reparo psicológico, acepta y quiere a ese niños que no es tuyo, y no tengas reparo en aceptarla como esposa, sigue queriéndola cada vez más, no tengas reparo ni económico, ni social, ni profesional, porque tu vida va a estar ya unida de por siempre a esta mujer y a este hijo.
Claro -podemos decir- qué suerte sería para nosotros si también se nos apareciera un ángel que nos dijese los secretos de nuestra vida y de nuestras decisiones.
Pero tengamos en cuenta que eso del ángel, a lo mejor puede ser una manera simbólica de expresar una opción de conciencia, y en todo caso, eso lo sabría José, pero ¿y sus vecinos? ¿Y sus amigos? Y sobre todo las horas de dificultad del resto de la vida de San José: ¿Me habrá engañado? ¿Habré tomado una decisión falsa? ¿Habré hecho lo mejor?
El optar en conciencia y en favor de los demás, no significa que ya nuestra conciencia esté apaciguada, sino tenemos que luchar siempre por reafirmar nuestra decisión, esa es la grandeza del hombre.
Por eso San José es un personaje muy tierno, no es un personaje ternurista, es un personaje que en su grandeza moral de tener que enfrentarse a lo inesperado, nos da claves también para nosotros ser mejores con nosotros mismos según nuestra conciencia, pero también buscando siempre el bien de los demás.
Acudamos también a tantos sitios donde se venera a la Inmaculada, a Logroño por ejemplo, a Onteniente, donde se la quiere tanto, acudamos allí a pedirle a la Purísima que de verdad ayude a las parejas que se encuentran en crisis, son tantas hoy en día... son creo yo, por desgracia, demasiadas.
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