"Ventana abierta"
ÁNGELUS
HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Siguiendo con el tema de la meditación acerca de las primeras etapas de la Encarnación del Señor en la Virgen María, quisiera fijarme -dice el P. Santiago- en esa palabra que dice la Virgen una vez que hubo escuchado el anuncio del Ángel, la palabra de la Virgen, que como ustedes saben, fue:
"¡He aquí la esclava del Señor!".
El término resulta extraño, incluso para aquella época.
En aquella época existía la esclavitud -hoy por desgracia también- pero en aquella época era algo mucho más normal, aunque no era frecuente en el pueblo judío.
Si había esclavos en el pueblo judío generalmente era por deudas, y desde luego María no era una mujer esclava; además, el pueblo judío como tal, era un pueblo muy celoso, muy sensible de su libertad, defendían esa libertad contra los opresores e invasores extranjeros, a veces derramando la sangre.
María no procedía de una raza de esclavos, ¿por qué en cambio Ella se dice a sí misma que es esclava del Señor?
¿Qué significa eso?
Ante todo creo que hay que explicar, que si bien María era una mujer libre, era una mujer creyente judía, que tenía muy claro que Dios es el Todopoderoso, que es el Señor, que tenía muy claro que hay un Mandamiento que es el primero que tenemos que cumplir, que es: "Amar a Dios sobre todas las cosas", es en ese sentido que María se reconoce a sí misma como la esclava de Dios, es decir, la esclava que está dispuesta a hacer todo aquello que Dios quiere que Ella haga -pero Dios, no la esclava de los hombres- está dispuesta a hacer lo que Dios le pida, y por Dios está dispuesta a amar a los hombres. Ella no es la esclava de ningún hombre, ni de su marido, ni de sus padres, ni de nadie, es solamente esclava de Dios.
Pero fíjense que antes de esto, María había hecho una pregunta muy curiosa, María había preguntado algo insólito, le había dicho al ángel: ¿Cómo será esto, pues no conozco varón?
El ángel ya le había dicho, va a ser estupendo, vas a ser Madre del Mesías, ¡fenomenal!, el sueño de cualquier muchacha judía.
Y Ella pregunta, ¿cómo va a ser eso? ¿Por qué?
Porque para María que todavía no había empezado a existir la Iglesia, ni nuestro Señor se había hecho Hombre, para María ya era importante lo que después se ha convertido en la norma básica de la ética cristiana: "El fin no justifica los medios", es decir, ¿cuál es el medio para llegar a ese fin estupendo?
Porque imagínense ustedes que el medio hubiera sido quedarse embarazada mediante una violación, María hubiera dicho que no.
Por muy grande que sea el fin, nunca podemos alcanzar ese fin por medios malos.
Si nosotros aceptamos que el fin justifica los medios, estaremos justificando el terrorismo. Nunca el fin justifica los medios.
Y esta lección nos la da María desde el primer instante en que aparece en la historia, recibiendo la visita de un ángel una noche de primavera, y preguntándole al ángel antes, ¿cómo va a ser eso, pues no conozco varón?
Sólo una vez que el ángel le había aclarado cómo iba a ser, entonces Ella contesta: "¡Aquí está la esclava del Señor!", estoy dispuesta a todo lo que Dios quiera, no me da miedo nada, pero naturalmente respetando siempre estas condiciones, "el fin no justifica los medios".
Os invito a acudir en esta ocasión, a un lugar que es muy entrañable, está cerca de Padrón en Galicia, y es donde se venera La Virgen de la Esclavitud. El término es quizá de otra época, pero es verdaderamente importante tenerlo presente también hoy.
Nosotros tenemos que estar dispuestos a decirle al Señor: Soy tu esclavo. Estoy dispuesto a hacer lo que Tú quieras, porque sé que estoy en las mejores manos, que no soy alguien al cual Tú le vas a pedir algo en contra de su conciencia. Sé que tus órdenes, Señor, tus deseos, son buenos para los demás, pero también para mí. Estoy en las mejores manos: He aquí -tenemos que decirle al Señor- la esclava, he aquí el esclavo del Señor, hágase en mí según tu palabra. Puedo confiar completamente en Ti.
Feliz día para todos.
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