"Ventana abierta"
ÁNGELUS
HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Continuamos con las palabras que pronunció la Virgen María al ángel Gabriel. María después de preguntar por la forma en que iban a ocurrir las cosas, le dijo al ángel: "He aquí la esclava del Señor... manifestando su completa disponibilidad. Pero añadió otra cosa: "Hágase en mí según tu palabra". Y dice el Evangelio que inmediatamente el Espíritu Santo la cubrió con su sombra, y el Verbo se hizo carne, y Jesús empezó a existir en el seno de María.
Ese "inmediatamente" es en el que quiero detenerme -nos explica el P. Santiago- en ese "Hágase en mí según tu palabra".
Creo que es importante pararse en esto, porque no es lo que nosotros solemos hacer.
Nosotros con frecuencia nos planteamos: Yo estoy dispuesto/a, a seguir al Señor, pero no ahora.
Me recuerda esto a ese antiguo soneto en el que el ángel le dice al alma:
"Asómate ahora a la ventana -refiriéndose a Jesús- verás con cuánto amor llamar porfía, mañana le abriremos respondía, para lo mismo responder mañana".
O aquello otro que cuentan de San Agustín, que lo escribe él mismo en sus confesiones, cuando él estaba viviendo con aquella mujer con la que con la que no estuvo casado y con la que tuvo un hijo, San Agustín le decía a Dios: "Dame la castidad, pero no ahora".
Y es que somos así, queremos ser santos, pero no ahora, ¡déjame, no me fastidies así, tengo ahora veintitantos años, o todavía tengo cuarenta o cincuenta, más tarde, cuando ya sea viejecito/a, cuando ya no tenga tentaciones, es decir, cuando ya el mundo no me pueda ofrecer nada, cinco minutos antes de la muerte, entonces te aseguro que me convierto absolutamente, pero ahora no, mañana, mañana...!
Creo que en eso María, es un auténtico modelo. Ella podía haber dicho a Dios a través del ángel, ¡mira, sinceramente estoy dispuesta de verdad a ser la madre del Señor, la madre del Mesías, vale, de acuerdo, pero qué quieres que te diga, espérate a que me case con San José, y ya no habrá ningún problema, porque ahora estoy yo soltera, estoy desposada con él pero no hemos vivido juntos, que es un lío, compréndelo. Porque, ¿qué va a decir San José cuando me vea embarazada? ¿Qué va a decir la gente? ¿Qué van a decir mis padres, mis amigas?
Yo me caso con San José, tengo dos niños con él, y después tranquilamente, ni San José se entera y aquí no pasa nada!
Podía haberlo dicho la Virgen.
En nuestro tiempo quizá hubiera dicho, ¡espera un poco, termino la carrera, me sitúo, y después...!
Siempre estamos igual, somos los reyes de las excusas, siempre estamos diciéndole al Señor; te quiero de verdad, no dudes de mi amor, pero mañana, si no te importa, mañana.
Yo creo que es verdad aquello que dicen:"El infierno está empedrado de buenas intenciones". No sé cuánta gente estará allí, confío en este vacío o casi vacío, sé que existe, porque el Señor lo ha dicho en el Evangelio, pero quizá nos llevemos alguna sorpresa cuando nos enteremos de que a lo mejor están allí grandes pecadores como Hitler, pero a lo mejor hay también mucha gente que no era una gran pecadora pero que pudieron hacer tanto bien y, por pereza, por negligencia, por comodidad no movieron un dedo para ayudar a esas personas que estaban a su lado, no robaron, no mataron, y, a lo mejor iban a confesarse y decían -como a mí me ha pasado con algún penitente, nos dice el P. Santiago-: "Padre, yo vengo a confesarme porque hace diez años que no tengo ningún pecado, y sinceramente es que no sé de qué confesarme, es que no he cometido ningún pecado". Y te quedas asombrado, y dices: "Es que este hombre es de canonización, esta señora es de canonización; diez años, veinte años sin confesarse y no tiene ningún pecado, es de canonización auténtica, ¿verdad?
El problema es que no tenemos en cuenta los pecados de omisión, el bien que podemos hacer y que no hacemos por no molestarnos. Vemos gente pasándolo mal, pero no queremos comprometernos, vemos personas que necesitan nuestra ayuda, pero no queremos que se metan con nosotros, no queremos perder nuestro preciado tiempo libre.
Queridos amigos, imitemos a María, que no le dijo al ángel, como un mal burócrata, ¡vuelva usted mañana! Sino que le dijo: Aquí y ahora!
Y como lugar de meditación y de peregrinación, el P. Santiago nos propone el santuario que hay junto a Loyola donde se venera a la Virgen de Olaz, una preciosidad de Santuario y de imagen, al cual iba San Ignacio en tantas ocasiones a rezar, que probablemente allí también debió de madurar él, su vocación, y donde él no le dijo -igual que San Francisco Javier- a Dios o a la Virgen, ¡mañana!, sino que cuando comprendió que Dios le llamaba, le dijo, ¡ahora!, ¡empezamos ahora!
Digámoselo también nosotros a Dios y a María, ¡cuenta conmigo, pero cuenta conmigo desde ahora!
Que el Señor se nos haga presente y nuestra Madre amadísima nos lleve de la mano hacia Él.
Feliz día para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario