"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO SIEMPRE
3 Entonces les dijo esta parábola.
4 « ¿Quién de vosotros que
tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va
a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?
5 Y cuando la encuentra, la
pone contento sobre sus hombros;
6 y llegando a casa,
convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque he
hallado la oveja que se me había perdido."
7 Os digo que, de igual
modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que
por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. (Lc. 15, 3-7)
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la ha celebrado
siempre la Iglesia, cada vez que ve un pecador que se convierte y vuelve gozoso
a la casa del Padre, donde le espera con los brazos abiertos, la misericordia y
la bondad de Dios. También, acaba celebrando fiesta, cuando uno está tibio, si
no, alejado de Dios y experimenta que, Jesús tiene un Corazón que le busca, que
le persigue con lazos de amor hasta que sienta que ese corazón arde por Él y lo
atrae, con inmensa ternura y caridad. Y, ¿qué decir de tantas personas rotas
por el dolor físico o moral, o también espiritual, en el que muchas vidas,
parecen naufragar? Pero no, allí se hace el Consolador y salud el Corazón de
Jesús que, se estremece de alegría, junto con el Padre y todos los ángeles de
Dios, cambiando la enfermedad en salud; la tristeza en gozo; la desesperación
en una esperanza tan segura que, parece tocar el cielo, en el ápice de su
deseo. ¡No, no estamos solos en este mundo, a veces tan hostil, porque el
Corazón de Jesús cerca nuestras vidas y nos entrega todo su Espíritu Santo que,
nos instruye, nos conforta con palabras de amor y está siempre, ¡siempre con
nosotros!!
“Corazón de Jesús, confío en Ti”. Es el grito que brota
sin interrupción, dentro de nuestro corazón y es que Él, no defrauda, siempre
está presto a la cita de quien no tiene otro apoyo y Señor, sino Jesucristo, el
Hijo del Dios vivo. Pero poner nuestra confianza en Jesús, sólo, no es algo que
nosotros nos podemos otorgar. Y esto, es así, porque todo es gracia y se nos
regala, porque Dios no puede dejar de entregarse y darnos el confiar sólo en
Él. ¿Por qué a nosotros y no a todos?: eso no lo pregunta uno que vive de la
gratuidad en su vida. ¡Vivir de ella y para ella, sí, escudriñarla, no!: “a
Dios, nadie lo ha visto jamás, el Hijo del Padre, es Quién nos lo ha dado a
conocer”.
¡Encomendemos nuestros apuros al Corazón de Jesús! Allí,
son comprendidos y atendidos, y, sobre todo, amados. Por eso, Él, los aprieta
contra Sí y los cambia en motivo para darle gracias y, sobre todo, para
adorarlo y vivir sólo para Él. ¡Ojalá que, este grito poderoso, porque es
divino, rompa el cerco de nuestra debilidad y pobreza y también de nuestro
pecado y abriendo brecha en el mismo Corazón de Jesús, nos haga “beber del
torrente de sus delicias” y anegarnos en su Sangre Preciosa que, es todo amor y
ternura!
¡Más fe Señor, más fe y esperanza para estar cierto de
que estas maravillas, se realizan en nuestro mismo ser y también despiertan el
amor de Dios en nuestros hermanos que, nos contemplan en la misma palestra de
la vida y somos cercanos, primero en el luchar y después en el gozar, ya en la
tierra, las primicias de la vida eterna!
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