"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA MEMORIA OBLIGATORIA DEL
CORAZÓN INMACULADO DE LA VIRGEN MARÍA
“María es siempre el camino que conduce a
Cristo”.
Hoy celebramos la Memoria obligatoria del
Corazón Inmaculado de María. La Iglesia, a través de la liturgia, nos recuerda
que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre. Por eso
celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y la conmemoración del
Inmaculado Corazón de María en días consecutivos, viernes y sábado de la semana
siguiente al domingo después de Corpus Christi. Como dijo el papa Pablo VI: “María es siempre el camino que conduce
a Cristo”. Es a través del Inmaculado Corazón traspasado de María que podemos
llegar al Sagrado Corazón de su Hijo amado. ¡A Jesús por María!
Ese corazón maternal que se conmovió ante el
problema de los novios en las bodas de Caná, propiciando el primer milagro de
su Hijo, está presto a conducirnos al corazón amoroso de su Hijo para que obre
el milagro de nuestra salvación.
Acercarnos al Corazón Inmaculado de María es
acercarnos al Sagrado Corazón de Jesús. Ambos laten al unísono; y a través de
ambos fluye la misma sangre. Recordemos que por el misterio de la Encarnación,
María de Nazaret concibió al Hijo de Dios en sus purísimas entrañas sin ayuda
de varón. Por tanto, la estructura genética (ADN) de ambos es idéntica. Así, la sangre que se
vertió en la Cruz fue también la sangre de María…
La lectura evangélica propia de la memoria (Lc
2,41-51), el episodio del Niño perdido y hallado en el templo, culmina diciendo
que “Su madre conservaba todo esto en su corazón”. María meditaba y conservaba
todos los misterios de su Hijo que se le iban revelando y, aunque no los
comprendía del todo, sabía que formaban parte de un plan que rebasaba su
entendimiento y los aceptaba como la voluntad del Padre.
De esta manera Lucas resalta la calidad de
discípulo-modelo en María, la que escucha la Palabra de su Hijo y la medita en
su corazón, fundiéndose amos corazones en uno. Eso permite a María seguir los
pasos de su Hijo como su perfecta discípula.
Aunque la devoción al Inmaculado Corazón de
María puede trazarse a los primeros siglos de la Iglesia, la misma se difundió
a partir del siglo XVII, promovida por San Juan Eudes. No obstante, adquirió notoriedad cuando la
Virgen de Fátima, en una aparición a la vidente Lucía Martos en 1925 le dijo:
“Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón
Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz;
terminará la guerra…. Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y
que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes…. Si se cumplen mis
peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz…. Al final triunfará mi Corazón
Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz”.
El 31 de octubre de 1942, en una ceremonia
solemne, el papa Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María. El 4
de mayo de 1944, el mismo papa estableció oficialmente la conmemoración
litúrgica para la Iglesia universal. El papa san Juan Pablo II declaró que la
misma es de carácter obligatorio, es decir, que se celebra en todo el mundo.
“¡Llévanos a Jesús de tu mano! ¡Llévanos, Reina
y Madre, hasta las profundidades de Su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!”
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