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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 3 de abril de 2022

REFLEXIÓN PARA EL QUINTO DOMINGO DE CUARESMA. (C) - 3 - ABRIL- 2022

 "ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)


REFLEXIÓN PARA EL QUINTO DOMINGO DE CUARESMA. (C) 


“Yo tampoco te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

Hoy celebramos la liturgia correspondiente al quinto domingo de Cuaresma. El pasado domingo leíamos la parábola del hijo pródigo o, como se conoce también, la parábola del padre misericordioso (Lc 15, 1-3.11-32). En esa parábola se nos presentaba el amor de un padre que perdona a su hijo, quien se había marchado luego de pedirle su parte de la herencia al padre (lo que equivalía a decirle que para él ya su padre estaba muerto), y habiendo malgastado la herencia regresa a su hogar.

La lectura evangélica que se nos presenta para hoy (Jn 8,1-11) también trata sobre el perdón, la misericordia, pero no es una parábola, es un episodio real en la vida de Jesús. El pasaje trata sobre una mujer que había sido sorprendida en adulterio y es traída delante de Jesús. No se trataba de una mera sospecha, la mujer había sido “sorprendida”.

Para comprender el episodio hay que ponerlo en contexto. Jesús estaba “enseñando” en el templo. En las lecturas de los días anteriores hemos visto cómo el malestar de los escribas, fariseos y sumos sacerdotes hacia la persona de Jesús había continuado creciendo. Por eso habían decidido “eliminarlo”. Y vieron en esta situación una oportunidad para acusarlo o, al menos, desacreditarle ante sus seguidores.

Por eso le dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?” Una pregunta “cargada”. Si contestaba que sí, echaba por tierra todo lo que había predicado sobre el amor y el perdón. Si contestaba que no, lo acusaban de violar la ley de Moisés. Por eso Jesús decide ignorarlos, mientras “inclinándose, escribía con el dedo en el suelo”. Me imagino la ira que esta actitud de Jesús despertó en ellos. Por eso insisten en su pregunta. Ante su insistencia, Jesús “se incorporó y les dijo: ‘El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra’.” Y continuó escribiendo en el suelo, mientras todos los que se disponían a lapidar a la mujer fueron escabulléndose uno a uno, “empezando por los más viejos”, hasta que solo quedaron Jesús y la mujer.

Luego se suscita el diálogo entre Jesús y la mujer, que constata que todos sus acusadores se habían desaparecido sin condenarla. Entonces Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

A diferencia de los fariseos, que se creían superiores a los demás y estaban prestos a levantar el dedo acusador contra cualquiera que cometiera la más mínima transgresión a la ley, Jesús, el Verbo encarnado, libre de mancha de pecado, no nos juzga, no nos condena. Tan solo nos pide que no pequemos más. Se trata de la misericordia, de la manifestación más pura del amor. El amor de una madre…

En lo que resta de esta Cuaresma, hagamos un examen de conciencia. ¿Con cuanta facilidad juzgamos a nuestro prójimo? ¿Con cuánta facilidad le condenamos? Cuando juzgamos a los demás es porque nos creemos superiores a ellos; porque no tenemos de qué ser juzgados ni condenados.

“El que esté sin pecado, que tire la primera piedra…”

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