"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
MI ALMA ENGRANDECE AL SEÑOR
46 Y dijo María: «Engrandece mi alma al
Señor
47 y mi espíritu se alegra
en Dios mi salvador
48 porque ha puesto los
ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones
me llamarán bienaventurada,
49 porque ha hecho en mi
favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre
50 y su misericordia
alcanza de generación en generación a los que le temen.
51 Desplegó la fuerza de su
brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
52 Derribó a los potentados
de sus tronos y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de
bienes y despidió a los ricos sin nada.
54 Acogió a Israel, su
siervo, acordándose de la misericordia
55 - como había anunciado a
nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»
56 María permaneció con
ella unos tres meses, y se volvió a su casa. (Lc. 1, 46-56)
Al verse ensalzada María por su prima Isabel, a causa de
su fe, prorrumpe en un bello canto de alabanza a Dios que es poderoso en la
salvación de su pueblo Israel y ahora, “se ha fijado este poder, en la humildad
de su esclava”, en una sencilla mujer a quién ha colmado de toda su gracia y
belleza. María reconoce que nada es suyo, todo lo que posee tuvo Dios a bien
ponerlo en su persona. Así que, sólo en los pobres y en los humildes, Dios se
complace, y rechaza, lejos de Él, a los que se arrogan lo que sólo es del
Señor. Y el Poderoso es el Único que, con su fuerza, hace maravillas y a los
que remiten a Dios su potencia, les cubre con sus alas para “hacer cosas
grandes en mí y por mí”...
¡Oh la soberbia que, ante el Señor, es una idolatría: es
adorar a un dios que nada puede y nada sabe, ¡porque todo lo ha recibido del
Altísimo!... ¡Y cuántas veces el hombre no sale de este ensimismamiento, que es
satánico, porque fue la piedra de tropiezo de los ángeles orgullosos y del
primer Adán que, también repitió, como ellos: ¡No serviré!”, ¡me buscaré la
gloria para ser ensalzado por mí mismo!... ¡Qué Dios nos libre de este orgullo
mirando mucho a María: ¡Cómo hizo ella!... ¡Cómo siempre miró al Santo de los
Santos dentro de sí!, y, toda su gracia, sabiduría y belleza eran remitidos de
inmediato a Dios, porque Ella era “la sierva de Dios", “la esclava de
Dios”, desde que gozó del uso de su razón... Todo la llevaba a reposar en Dios
que ensalza por Sí mismo allí donde habita, “eleva a los humildes” y les da
palabras que glorifican a Dios y lo alaban: “porque es eterna su misericordia”.
¡Que no es otra cosa la adoración que postrar todo nuestro ser ante Él, y
dejarse amar por su gracia!... ¡Dios desea que así seamos sus hijos, aquellos
en los que ha puesto su imagen, para gozar de la intimidad y amistad
divinas!... ¡Y esto eternamente!...
¡Oh María, la más bella, porque fuiste también la más humilde! ¡Acuérdate de los que también somos hijos tuyos por voluntad de Jesús, y danos el Espíritu Santo del que estabas plena, para que nuestro corazón se complazca sólo en Dios y cómo agradarle!... ¡Queremos reinar contigo que, ya vives eternamente en el seno feliz y amoroso de la Trinidad!... ¡No mires nuestra debilidad y pobreza para hacer el bien, sino mira la imagen de Dios que cubre todo nuestro ser!... ¡Ayúdanos, porque te amamos!... ¡Amén, Amén!...
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