"Ventana abierta"
El Papa:
en mayo redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa
El Papa Francisco rezando el Santo Rosario (Vatican Media)
Carta de Francisco invitando a las familias a rezar
el Rosario en sus casas durante el mes de mayo. A María: “haz que Dios nos
libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda
reanudar su curso normal con serenidad”.
Ciudad del Vaticano
Redescubramos la belleza de rezar el Rosario en
casa durante el mes de mayo: es la propuesta del Papa para el próximo mes, en
una Carta dirigida a todos los fieles.
En mayo, escribe el Pontífice, “es
tradición rezar el Rosario en casa, con la familia”. Las restricciones de la
pandemia nos han obligado a valorizar esta dimensión doméstica también desde un
punto de vista espiritual, dice Francisco. Por eso la propuesta de redescubrir
“la belleza" de rezar el Rosario en casa.
Ustedes pueden elegir, según la situación,
rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas
posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la
sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de
oración para seguir.
«Unido espiritualmente a ustedes»
En la breve carta el Papa adjunta también dos
textos de oraciones, que invita a recitar al final del Rosario las cuales
asegura que él mismo dirá durante el mes de mayo, “unido espiritualmente"
a los fieles.
La primera oración es la que se dirigió a Nuestra
Señora del Divino Amor al comienzo de la crisis, el 11 de marzo pasado, en un
vídeo mensaje que precedió a la celebración de la misa en el santuario romano
presidida por el Cardenal Vicario Angelo De Donatis para la Jornada de ayuno y
oración. La segunda oración es una intensa invocación que en algún momento
evoca la Salve Regina, particularmente en aquel "vuelve a nosotros tus
ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus", para detenerse
luego en todas las categorías de personas que han estado sufriendo y luchando
de diversas maneras contra el Covid-19.
26/04/2020
El Papa: rezar el Santo Rosario
en mayo, María nos ayudará a afrontar el tiempo de prueba.
«Rezaré por ustedes»
El Santo Padre asegura que “contemplar juntos
el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía
más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba”. Y concluye:
Rezaré por ustedes, especialmente por los que
más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de
corazón.
25/04/2020
Oración del Papa: “Bajo tu amparo
nos acogemos, Santa Madre de Dios”
“En la dramática situación actual, llena de
sufrimientos y angustias” una de las oraciones pide a la Virgen María que
consuele “a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus
seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma”. Sostiene –
prosigue – a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no
pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven
en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el
trabajo.
Consuelo para los que están al
frente
La misma oración pide protección “para los
médicos, enfermeros, personal sanitario, voluntarios” que “arriesgan sus vidas
para salvar otras vidas”. “Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza,
bondad y salud”.
Luz para las mentes de hombres y
mujeres de ciencia
Más adelante, la oración pide a la Virgen
iluminar “las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren
las soluciones adecuadas y se venza este virus”. Y solicita asistencia para “los
líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y
generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir,
planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un
espíritu de solidaridad”.
Dinero destinado a armas se
utilice para evitar catástrofes similares
A continuación se pide a María que toque las
"conciencias" para que “las grandes sumas de dinero utilizadas en la
incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a
promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes
similares”.
Dios nos libere de esta terrible
pandemia
La parte final de la segunda oración es una
súplica para que la "Madre amantísima" haga crecer “en el mundo el
sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del
vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario,
salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de
miseria".
“Haz que Dios – concluye – nos libere con su
mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso
normal con serenidad.
Oración a María (1):
Oh María,
tú resplandeces siempre en
nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Oración a María (2):
«Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual,
llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti,
Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a
los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres
queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos
que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de
las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un
futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra,
implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a
encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu
Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las
víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los
enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de
emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras
vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes
asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud
pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes
de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones
adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las
naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo
a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales
y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias
para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el
perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados
para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en
el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando
conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno
y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones
de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la
constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los
afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su
mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso
normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que
brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh
clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.
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