"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
RESURRECCIÓN
Manuel Enrique Figueroa
Acabamos de celebrar
un día de excepcional importancia para nuestra fe como es el Domingo de
Resurrección. La celebración de la Pascua de Resurrección para los cristianos
es muy especial, la clave de un mensaje. Jesús vino al mundo y nos dejó el
mensaje más importante que la humanidad haya visto nunca, murió por nosotros y
resucitó para darnos un camino de esperanza, que se renueva cada año. Hoy
vivimos un tiempo especial. Este año convivimos con un virus nuevo que ha
matado a 118.000 personas, 17.600 en España, con un gran poder de transmisión y
letal, especialmente para personas mayores y aquellas que tengan un sistema
inmunológico debilitado. Está muriendo mucha gente y hay un gran sufrimiento.
También existe una gran incertidumbre con relación al futuro por las
repercusiones muy graves económicas y sociales que esta pandemia puede
ocasionar en España, que ya está ocasionando para muchas personas. Son tiempos
oscuros y difíciles, especialmente para los que menos tienen, los desposeídos,
los descartados.
Necesitamos luz y aliento, palabras que alimenten,
palabras de Evangelio para un mundo en crisis, para una sociedad doliente. Este
pasado domingo 12 de abril, el Papa Francisco ha celebrado en la Basílica de
San Pedro la misa del Domingo de Resurrección e impartió al finalizar la misma
la bendición Urbi et Orbi a
la humanidad y a toda la creación. Es importante destacar lo siguiente: una
bendición a la humanidad y a toda la creación. El Papa Francisco nos recuerda
que debemos velar por nuestra casa común y por el conjunto de la creación de la
que formamos parte como humanidad. No somos los seres humanos algo aislado,
independiente del resto de la biosfera, a la que necesitamos para sobrevivir.
La biosfera nos ampara y debemos cuidarla, somos biosfera, parte de la casa
común. Muchos de nuestros problemas vienen de las transformaciones negativas
que realizamos sobre el planeta, atentando contra la biosfera, y el
envenenamiento del aire que respiramos. Ante un virus que se contagia y genera
enfermedad, la Covid-19, el Papa Francisco nos llama a contagiar la esperanza que viene de la resurrección, la victoria
del amor sobre la raíz del mal, una victoria que traspasa el sufrimiento y la
muerte, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios,
profundizando sobre el sentido de la esperanza. Como
comentábamos en una contribución anterior de este blog, la victoria de la
biofilia sobre la necrofilia. El ansia de dinero es una manifestación necrófila
que se ha expresado en este tiempo con la especulación de materiales sanitarios
esenciales para salvar vidas. El Papa
invita a mirar al resucitado para que
sane las heridas de la humanidad desolada. Pero el Papa no se
olvida en absoluto de la necesaria acción e invita a quienes
toman decisiones políticas que encarnen la búsqueda del bien común de todos los
ciudadanos. El Papa Francisco hace una llamada a los fieles
para que actúen en favor de los más débiles y los pobres en un tiempo oscuro y
recuerda que este no es el tiempo de la
indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido
para afrontar la pandemia. En la Vigilia Pascual, el Papa hizo una
llamada a la cordura de la humanidad renovando su llamada a finalizar de
inmediato todas las guerras y poner fin al comercio de armas. Para el Papa
Francisco las palabras que debemos
escuchar en este momento de la humanidad no son indiferencia, egoísmo, división
y olvido y nos pide que el mensaje Jesús llene nuestro corazón
y nuestra vida.
Nuestro Arzobispo D.
Juan José Asenjo Pelegrina, en su Homilía en el Domingo de Pascua también nos
invita a caminos de esperanza, tras la
Buena Noticia que la Iglesia viene proclamando desde hace veinte siglos, dijo
el ángel “Id a decir que he resucitado”. Esta noticia cambia el curso de la historia porque significa que la vida ha triunfado
sobre la muerte, el bien sobre el mal, el amor sobre el odio, la alegría sobre
el abatimiento. Son victorias que necesitamos hoy. Para el
Arzobispo de Sevilla la perspectiva de la
resurrección define e ilumina nuestra vida, la enriquece y la llena de
esperanza y alegría. Vivamos un cristianismo
renovador, al que nos invita Don Juan José, para poder vivir en
armonía y salud unos con otros y con el resto de la creación, un bien común
para todos que no debemos alterar. Nos recordó, el Arzobispo de Sevilla,
el lunes de Pascua que la
resurrección del Señor es el corazón del cristianismo, el punto de apoyo de la
vida y el compromiso de los cristianos. La resurrección nos
abre un camino de esperanza, desde la fe y el amor, y con ello una
invitación a la acción como cristianos para hacer un mundo mejor en este tiempo
oscuro y cuando el mismo pase, una vez superada esta fase de muertes injustas,
y nos enfrentemos a una crisis económica y social de consecuencia no
previsibles hoy y que necesitará del esfuerzo colectivo en el que los
cristianos debemos dar ejemplo impregnados del mensaje evangélico al que nos
llama la realidad del resucitado.
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