"Ventana abierta"
IGLESIA NOTICIA | Entrevista a Alberto Benito, ecónomo diocesano
El pasado domingo, 26
de abril, a las diez menos cuarto de la mañana, Pablo Enríquez habló en ‘Iglesia Noticia Sevilla’ con Alberto Benito,
ecónomo de la Archidiócesis hispalense, en una entrevista que trató los sueldos
de los sacerdotes y los obispos, y sobre la aportación de los sevillanos a la
Iglesia a través del IRPF, de la Declaración de la Renta.
El salario de sacerdotes y obispos, una cuestión de justicia y transparencia
¿Cuánto cobra un cura? ¿Y un obispo? ¿De dónde sale ese dinero?
Estas y otras cuestiones suelen formar parte de los elencos de preguntas
frecuentes a las que las diócesis dan respuesta con ocasión de la campaña anual
por el sostenimiento de la Iglesia. Es cierto que no hay que esperar a estos
días en los que los españoles hacemos la declaración de la renta para arrojar
luz sobre los libros de cuentas de parroquias, instituciones eclesiales y
diócesis. Porque si alguien ha demostrado ampliamente su apuesta por la
claridad económica, esa es la Iglesia. Una institución auditada periódicamente
que cada año presenta unas cuentas que mantiene a la vista de todos en sus
portales de transparencia.
En enero de este año la Archidiócesis de Sevilla aprobó
una subida del salario de sus 368 sacerdotes diocesanos, que pasaron a percibir
900 euros brutos al mes, lo que supuso un aumento de 300 respecto a las nóminas
de 2010. En los últimos siete años se ha incrementado esta partida en un
cuarenta y cinco por ciento, lo que desde fuentes de la Administración
Diocesana se destaca como “un esfuerzo económico importante y necesario”.
“No somos ni
mileuristas, pero nos da para salir adelante, si bien es cierto que con algunas
dificultades, porque nuestros gastos no siempre son los mismos y depende de las
necesidades que nos encontramos en el camino. Pero sí, Dios provee”, comenta un
sacerdote, párroco en las afueras de la capital, que relata las contingencias
inesperadas a las que tiene que hacer frente al pastorear una comunidad en la
que conviven familias que sobreviven a la pobreza. En este sentido, el obispo
portavoz de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello, recomendó la pasada semana a los sacerdotes
que dediquen casi un tercio de sus salario a las necesidades de los que menos
tienen en su entorno. Algo que, en un porcentaje algunas veces superior al
indicado, vienen haciendo prácticamente todos desde que tomaron conciencia de
su lugar en el mundo.
No todas las parroquias pueden presentar unas cuentas
holgadas, circunstancia que lleva a estos párrocos a destinar una parte de su
sueldo al pago de la luz o el agua del templo. “Es algo que hacemos con
naturalidad, ni nos lo planteamos”, confiesa uno de tantos sacerdotes que
comprueba cómo se salvan “de forma providencial” las eventualidades que se van
presentando en la vida de una comunidad parroquial.
El
salario de los obispos
¿Y los obispos? Tanto el Arzobispo como el Obispo
auxiliar cobran 1.258 euros, en estos casos sin subida desde el ejercicio de
2016. Y estas economías también están sujeta a turbulencias a las que tienen
que hacer frente conforme se presentan. Monseñor
Asenjo aclara que en sus salidas a actos litúrgicos de hermandades,
algunas le entregan cantidades que destina “al socorro de familias
verdaderamente necesitadas o de situaciones singulares de sacerdotes o laicos
con problemas de salud”. Existe un Fondo de Limosnas que figura en los
presupuestos de la Archidiócesis, así como un Fondo de Misiones, “al que acudo
cuando me piden ayuda los misioneros diocesanos o algún hermano obispo de
tierras de misión”, añade el Arzobispo.
“Los dineros de la Iglesia”, término este tantas veces
usado con intenciones poco claras, ha dejado de ser un arcano indescifrable, y
no hay razón para verter la sombra de la sospecha en un apartado sobre el que
las diócesis españolas han puesto luz y taquígrafos. No resulta pretencioso
afirmar que la Iglesia española puede dar lecciones de transparencia económica
y generosidad, hasta el punto de ser considerada una referencia social también
en este ámbito.
La Administración diocesana replantea la gestión económica con
soluciones imaginativas y prioridades en el gasto
El pasado 1 de abril dio comienzo el plazo para presentar las
declaraciones de la renta correspondientes al ejercicio de 2019. Paralelamente,
la Iglesia en España retomó su campaña de sensibilización con la que informa de
la labor que desempeña en la sociedad al tiempo que pide la colaboración de los
españoles por medio de la ya famosa casilla en la declaración. Por otro lado,
los sevillanos, un año más, han demostrado su sensibilidad hacia una Iglesia
que estos días de confinamiento se sigue mostrando como una referencia de
primer nivel en la atención a los sectores más afectados por la pandemia del
coronavirus.
Los españoles están con la
Iglesia. Este es uno de los titulares que resume la subida de las aportaciones
de los contribuyentes españoles a la Iglesia por medio del Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas (IRPF). Según informó la Conferencia Episcopal,
la contribución a la Iglesia Católica por esta vía alcanzó el pasado año una
cifra récord: 284,4 millones de euros o, lo que es lo mismo, uno de cada tres
contribuyentes marcaron la equis en la casilla del 0,7 % a favor de la Iglesia.
Aumenta la aportación de los sevillanos
Esta tendencia se hizo sentir
también en Sevilla. Los datos ofrecidos por el Ministerio de Hacienda revelan
un ligero aumento de la aportación de los sevillanos. Concretamente, 329.322
declaraciones contaron el pasado año con la equis en la casilla de la Iglesia,
lo que supone un aumento 8.600 declaraciones respecto al ejercicio anterior.
Eso se traduce en 10.888.359 euros (un millón más que en 2017), si bien, como
es sabido, no toda esa cantidad revierte directamente en la Archidiócesis, ya
que una parte de destina a diócesis más necesitadas a través del Fondo Común
Interdiocesano. Como suele afirmar monseñor
Asenjo, estamos hablando de una diócesis solidaria. Alberto Benito, ecónomo diocesano,
valoró muy positivamente este dato, en la medida que se traduce en una alta
percepción de la acción de la Iglesia en la sociedad sevillana: “Resumiéndolo
mucho, la Iglesia es fiable, y los ciudadanos perciben su aportación para que
la sociedad sea mejor”, afirmó.
Por cierto, el Arzobispo
comienza su carta pastoral de esta semana con un aviso para navegantes que deja
poco espacio a la duda: “Defraudar a Hacienda es un comportamiento moralmente
rechazable. Hacer la declaración de la renta en conciencia y con veracidad es
obligación de todo ciudadano. Para los cristianos –añade- es un deber
religioso”.
“Un esfuerzo de creatividad económica”
La Archidiócesis mira ya al
futuro, como no puede ser de otra manera teniendo en cuenta las consecuencias
que se van a desprender del actual estado de alarma. La ausencia hasta ahora de
colectas, una de las principales partidas de ingresos de las parroquias, tendrá
sus consecuencias, y de hecho ya se trabaja en las alternativas. Entre ellas,
Benito subraya la conveniencia y los beneficios de suscribir cuotas a favor de
la parroquia o la Archidiócesis. Unas cuotas que tienen importantes deducciones
fiscales: “De cada 150 euros que se donen, el Estado devuelve 112,5 cuando se
realiza la declaración”, explica el ecónomo.
El cierre al público de la Catedral es otro aspecto del que se
derivan consecuencias económicas. Buena parte de los tres millones de euros que
el Cabildo entregó a la Archidiócesis se han destinado a las reformas y
restauraciones en templos, y esta partida se verá seriamente afectada para el
próximo ejercicio, un escenario para el que la Archidiócesis busca otras
opciones. El ecónomo insiste en que “hay que ser imaginativos”. “La
Archidiócesis está reformulando sus cuentas y haciendo un esfuerzo de
creatividad económica”, añade. Al respecto, subraya que “al igual que toda la
Iglesia, no ya en España sino en el mundo, y que todas las personas y
entidades, nuestra Iglesia diocesana tendrá que ajustarse a lo que tenemos”.
Alberto Benito parte de un criterio básico en la economía de la Archidiócesis:
“Es simple, gastar lo que tienes. Por tanto –apunta- tendremos que ajustar
nuestro presupuesto a lo que tenemos”. Eso comporta un nuevo discernimiento,
establecer prioridades, ver las “necesidades perentorias” a las que hay que
hacer frente, aunque subraya que “siempre se ha tenido claro”.
Todo apunta a que el nuevo
escenario socioeconómico demandará opciones del gasto basadas en la austeridad
así como un compromiso serio de los católicos con su Iglesia. Monseñor Asenjo,
en la referida carta pastoral, ha vuelto a llamar a la conciencia de los
sevillanos para que sean parte activa en el trabajo que la Iglesia realiza a
favor de quienes tanto lo necesitan (“los pobres que están siendo ya legión”,
afirma). Y eso pasa, inevitablemente, por un esfuerzo de todos, por sentirnos
partícipes y asumir nuestra condición de católicos, miembros de una Iglesia,
conscientes de nuestra responsabilidad.
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