"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
VUELTA DE LOS DISCÍPULOS
30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le
contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
31 El, entonces, les dice:
« Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.
» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para
comer.
32 Y se fueron en la barca,
aparte, a un lugar solitario.
33 Pero les vieron
marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas
las ciudades y llegaron antes que ellos.
34 Y al desembarcar, vio
mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen
pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Mc. 6, 30-34)
La multitud que rodea a Jesús tiene hambre y
sed de escuchar la Palabra de Dios, porque esta palabra les mueve el corazón,
son palabras de Vida Eterna. No tienen el sabor de la vana palabra humana, sino
que Jesús trae en su boca unos ecos que proceden del Padre del cielo. “Llegarán
días en que los hombres tendrán hambre, pero no de pan, sino de escuchar la
Palabra de Dios”. Y estos días se han cumplido en Jesús. Es ahora cuando ha
llegado esta profecía tan bella.
Primero le buscan, después lo escuchan.
Porque sólo cuando el cuerpo se pone en marcha para encontrar al Señor, es
cuando los oídos están dispuestos y el corazón ansiando, desembotado y limpio
para empaparse de las aguas puras del Evangelio. ¡Qué importante es, pues, que
deseemos el encuentro con Jesús, cuándo y dónde Él quiera!
Los discípulos fueron a Jesús cansados, pero
entusiasmados de lo que habían hecho y enseñado en su Nombre. Y Jesús les
invitó a un descanso merecido en su intimidad, a solas con Él. ¡Maravillosa
propuesta para recibir lo que están deseando: el Amor puro de Dios!...
Pero las demás ovejas, los que todavía no
son de sus íntimos, quieren el mismo alimento del que ya disfrutan los
Apóstoles y le siguen, no quieren alejarse de la Fuente de la Vida, su Palabra
eterna. Corren allá ligeros, con la esperanza de recoger, aunque sólo sea las
migajas que caen de su boca.
Jesús, ante esta “carrera” de los que no son
todavía sus plenos seguidores, se conmueve, pues su misericordia no puede ver
que alguien le busque sin responder. “Son como ovejas en busca de un Pastor”. Y
Él es el único Pastor de Israel y de toda la humanidad. “Yo, Yo soy vuestro
Pastor y vosotras mis ovejas, ovejas de mi rebaño”, a quienes amo y por quienes
voy a dar mi vida entera… ¡Venid a mí y Yo os saciaré de mis bienes!
¡Dispongamos nuestro cuerpo, ligero,
en busca de Jesús! ¡Abramos nuestros oídos a su Palabra que nos da Vida y Vida
eterna! ¡Bebamos sus Palabras, como el sediento en la fuente! ¡Saciémonos en
Él!...
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