"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO V (T.
ORDINARIO)
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con
las tenazas había tomado de sobre el altar,
7 y tocó mi boca y dijo: « He aquí que esto ha tocado
tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»
8 Y percibí la voz del Señor que decía: « ¿A quién
enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra »? Dije: « Heme aquí: envíame. »
- Esta visión
de la vocación de Isaías debería hallarse al comienzo del libro, pero
está bien en este lugar, al principio del “Libro del Emmanuel”, que tiene los oráculos de la guerra
siro-efraimita donde se cumplen las amenazas de los vv. 11-13.
Reino Capital Rey
Aran
(Siria)
Damasco Rasín
Efraim (Israel)
Samaría Hijo de
Romelía
Judá Jerusalén Ajaz, Hijo de
Jotaú, Hijo de Ozías
(v.
1) - Generalmente se
data en el año 740. El “Debir” era el ”Santo de los Santos” (I Re. 6, 1-38) y el Hekal,
la sala que le precedía (Ap. 4, 2)
(v.
2) - Los serafines eran
seres celestes que Is. es el primero en relacionar con Jahvé. Significan: los “Ardientes”
(las serpientes abrasadoras Num. 21, 6; Dt. 8, 15) sólo el nombre tienen en
común con Num. y Dt. Son figuras humanas con seis alas (Ez. 1) (Ez. 10) pero él
los llama querubines(Ex. 25, 18) como figuras ligadas al arca. La
tradición posterior designó con estos nombres a dos clases de ángeles.
- Se cubrían la faz por temor
de ver a Jahvé (Ex. 33, 20).
(v.
3) - La santidad
de Dios es un tema central en Is. que le llama: “el Santo de Israel” (1, 4; 5, 16 etc.) (Lv. 17)
(Ap. 4, 8). Pero esta santidad exige purificación en el hombre, que esté
santificado, separado de lo profano.
(v.
4) - Es la señal de la
presencia de Dios en el Sinaí (Ex. 19, 16s.), en la tienda
del desierto (Ex. 40, 34-35) y en el templo de Jerusalén (Ez.
10, 4) (I Re. 8, 10-12).
(v.
5) - No puede el hombre
ver a Dios y seguir viviendo (Ex. 33, 20).
(v.
6) - Dios es el que
purifica como en (Jr. 1, 9) y (Dn. 10, 16) que por ser el profeta, la “boca” de Dios ha de estar purificado
(Ez. 3, 1-3). El fuego es el que purifica y más el fuego del
altar.
(v.
8) - La prontitud de Is.
Nos recuerda a Abraham en su fe (Gn. 12, 1-4) y contrasta con los temores de
Moisés (Ex. 4, 10-12) y sobre todo de Jer. (Jer. 1, 6).
I Cor. 15, 1-11
1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio
que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes,
2 por el cual también sois salvados,
si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano!
3 Porque os transmití, en primer
lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras;
4 que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, según las Escrituras;
5 que se apareció a Cefas y luego a
los Doce;
6 después se apareció a más de
quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y
otros murieron.
7 Luego se apareció a Santiago; más
tarde, a todos los apóstoles.
8 Y en último término se me apareció
también a mí, como a un abortivo.
9 Pues yo soy el último de los
apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de
Dios.
10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo
que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado
más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pues bien, tanto ellos como yo
esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
- Algunos cristianos de
Corinto negaban la resurrección de los muertos 15, 12.
Los griegos la rechazaban por demasiado grosera (Act. 17, 32)
y los judíos la iban presintiendo poco a poco (Sal. 16, 10;
Jb. 19, 25; Ez. 37, 10) y luego la enseñaron explícitamente (Dn. 12, 2.3; II M
7, 9). Para impugnar el error de los corintios Pablo parte de
la afirmación del Evangelio: el Misterio Pascual de Cristo muerto
y resucitado (vv. 3-4) que desarrolla enumerando las apariciones del
Resucitado (vv. 5-11). Cristo es por tanto la primicia y la causa
eficaz de la resurrección de los muertos.
(v.
1-2) - Pablo no quiere decir algo nuevo,
sólo recuerda enérgicamente algo ya antes oído y que es el fundamento de toda
la existencia cristiana. Prediqué, aceptásteis, perseveráis, os
salváis y retenéis, frases todas enlazadas con un gran
contenido.
(v.
3-4) - En primer lugar el contenido de su
doctrina es una tradición transmitida, recibida y conservada (expresiones
del vocabulario rabínico 11, 23). Pero sobre todo este Evangelio es anunciado (v.
1-2), proclamado (v. 11 el Kerigma), objeto
de fe (vv. 2.11) y portador de salvación (v. 2) (Act.
11, 14; 16, 17).
- Este carácter
salvífico de la muerte de Cristo forma parte pues de la proclamación
evangélica anterior a Pablo (Rm. 6, 3). Pablo podría haberse basado en sus
revelaciones personales, pero con gran espíritu de fe se refiere a la tradición
recibida probablemente de la comunidad de Jerusalén.
- Al enunciado de su profesión
de fe, el misterio Pascual de Cristo, muerte y resurrección añade las pruebas
de las Escrituras y las de las apariciones de las que
muchos fueron testigos.
- Estas expresiones (v. 3-4)
fijas ya en su formulación, son el germen de las futuras profesiones de fe (credo).
Pero este credo no son sólo hechos y pruebas sino que su objeto es el sentido
religioso: Cristo ha muerto por nuestros pecados (Rm. 4, 25) tomando sobre sí
la maldición que pendía sobre nosotros (Gal. 3, 13). Hemos por tanto de morir
al pecado. Pero al igual que su muerte, su resurrección tiene para nosotros
alcance religioso, un hecho inédito que nos concierne con un nuevo estilo de
vida (Rm. 6, 1-6) como signo de nuestra futura resurrección.
(v.
5-7) - Esta narración (I Cor. 15) pasa por
alto la aparición a las mujeres y a los discípulos de
Emaús, prueba de la mentalidad particularista de la comunidad
judeo-cristiana de Jerusalén. La lista de las apariciones está hecha en forma
jerárquica, el v. 7 debió de ser añadida posteriormente a la primera lista.
- Pablo sobreentiende: hoy
pueden dar todavía testimonio de lo que han visto. Los apóstoles del
(v. 7) parece un grupo más amplio que el de (v. 5) los Doce.
(v.
8) - Por último Pablo
aporta su testimonio (Act. 9, 17), el carácter violento y anormal de
su vocación. Para Pablo no hay diferencia entre la aparición en Damasco y las
apariciones de Jesús después de su resurrección. Él es como un “hijo
abortivo”, pues su nacimiento al apostolado
fue penoso.
(v. 9-11) -
Nunca quiere olvidar Pablo que persiguió a la Iglesia, que aborreció aquella
voluntad de amor y salvación de Dios, pero ahora es apóstol por la
gracia de Dios y trabaja y se fatiga a favor de esta gracia en razón
al agradecimiento de que se siente deudor desde aquel día a Cristo.
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