"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
CÁTEDRA DE SAN PEDRO
FIESTA
I
Pe. 5,1-4
1 A los ancianos que están entre
vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de
Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse.
2 Apacentad la grey de Dios que os
está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no
por mezquino afán de ganancia, sino de corazón;
3 no tiranizando a los que os ha
tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey.
4 Y cuando aparezca el Mayoral,
recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
-
La carta va dirigida a las comunidades, a todos sus miembros “entre vosotros”.
(v.
1)
- Pedro se dirige ahora a los ancianos y
él se designa a sí mismo como uno de ellos. “Anciano” es un cargo y
designa el sacerdocio ministerial, distinto al (2,5), “sacerdocio
santo” de todos los cristianos.
-
“Así pues” designa exhortación: han de practicar el bien en el
cumplimiento diario del deber y con la esperanza en la gloria eterna, han de
convencerse de la necesidad de la cruz.
(v. 2)
- “Apacentad” (Jn
21,16). En el A.T. se hallan ideas semejantes que implica, soberanía de rey y
guía comprensiva (Is 44,28; Ez 34,13). Han de dar al rebaño el alimento
espiritual, como Jesús (Mc 6,34). Se cuidará de los pequeños y buscará a los
extraviados. Y llegará a estar dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Pedro
parece ser consciente de su posición privilegiada. ¿No se percibe aquí la
estructura jerárquica de la Iglesia?.
-
Pone aquí Pedro, tres exhortaciones particulares: en cada una, se
contrapone la imagen del mal y buen pastor.
- La 1ª) presupone
la institución de los ancianos, oficialmente, que no se les impuso a la fuerza
pero que a lo largo de los años el cargo podía haberse convertido en carga. “De
buen grado”, es decir: cumplimiento del deber gozoso, voluntario y
espontaneo: “según Dios”, en unión con la voluntad divina (Jn
10,11).
- La 2ª): “No por sórdida ganancia”, por
aprovecharse. Parece que se daba el abuso del clero a costa de la comunidad.
Pedro, no rechaza la remuneración de los ancianos por la comunidad (Mt 10,10),
pero sí la codicia de los clérigos.
- 3ª) El anuncio de la
Palabra y la administración de los sacramentos han de prestarse “con
generosidad”, sin exigir honorarios. La misión del pastor es “apacentar,
no como dictadores sobre su lote". En el A.T. esta palabra designaba
la tierra que tocó en suerte como patrimonio a las tribus de Israel. Pero
también Israel, es “la heredad de Dios”, así que la comunidad es
propiedad de Dios y no patrimonio de los ancianos. Un segundo significado se
refiere al “grado jerárquico”, es decir, que tanto a clérigos como a
laicos se les ha asignado un puesto. Los primeros, han de dar ejemplo de fiel
cumplimiento del deber, por delante de los fieles, como Cristo (2,21) en
la humildad y en el servicio, (Mc 10,44).
(v.
4) -
“Mayoral”, designa una profesión. Este, recibe sus
encargos de un señor rico que posee grandes rebaños. Y a su vez él tiene otros
pastores que están bajo su vigilancia. Cristo es el mayoral, “el supremo
pastor”, como cabeza de los ancianos. Estos, según su solicitud, serán
recompensados. Porque el rebaño no es suyo, sino de Cristo. (Jn 10,29; 21,16).
Aquí asoma el misterio de la sucesión apostólica. Lo sorprendente
aquí, es que Cristo, que ha recibido del Padre el cuidado del rebaño, lo confíe
a su vez a hombres débiles.
-
San Pedro no habla con la imagen escueta del sueldo que el mayoral paga a los
pastores, sino que pasa a la imagen regia de la coronación: la
alegría y el triunfo de la realeza. A los pastores que hayan sido fieles les
propone “una corona inmarcesible de amaranto” (planta de jardín con flores
oscuras que cuelgan muy largo, “moco de pavo” en España). Esta planta es
símbolo de la gloria imperecedera de Dios, de la que ellos serán partícipes. Se
echa una mirada al triunfo eterno. Todos los defectos del clero, de que se
habla en (5,2s) parecen olvidados e irrumpe la elevación de ánimo, fundada en
el poder de la redención de Cristo.
Mt. 16, 13-19
13 Ellos
volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
14 Por último,
estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su
incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían
visto resucitado.
15 Y les dijo:
« Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.
16 El que crea
y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
17 Estas son
las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas,
18 agarrarán
serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las
manos sobre los enfermos y se pondrán bien. »
19 Con esto, el
Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra
de Dios.
(v. 13-14) - Tenemos un episodio importante en la vida de Jesús y los Evangelios consignan
el lugar en que ocurrió dicha escena: Cesarea de Filipo, ciudad
construida por Filipo, hijo de Herodes I, en el Monte Hermón, al norte de
Palestina.
- Aquí pregunta Jesús a
sus discípulos quién es Él, no a la gente, a los de “fuera”. Herodes ya
dijo que era Juan Bautista (14, 2); Elías era
muy venerado en el pueblo y se esperaba su regreso como precursor del Mesías
(Mal. 3, 1s); Jeremías también gozaba de gran reputación. A
Jesús se le incluía en la categoría de lo más excelso según el pensar de
Israel. No les pregunta de lo que piensan sus enemigos declarados (12, 24s.)
sino lo que dice la “gente”.
(v. 15-16) - Aquí se pregunta a todos los discípulos pero
uno, Pedro, es el portavoz, dice lo que piensan todos de Él: Él es “el Mesías”, es decir, el
plenipotenciario de Dios, el último enviado después de todos los profetas y
nadie después le puede superar, es la última palabra de Dios y según la fe de
los rabinos, trae la válida interpretación de la Torah, es la gran señal que
Dios pone en el mundo.
- Y Pedro añade “el Hijo de Dios viviente”. Ya lo oímos antes de ellos (14, 33), todos lo
saben, saben que Jesús se relaciona con el Padre (11, 27),
(v. 17-18) - Y aunque Pedro contesta por todos, Jesús se dirige a
él solo y lo hace con una bienaventuranza (5, 3) (11, 6) (13,
16) ya hemos oído decir, pero ahora es a uno solo, al primero de los apóstoles,
por las palabras que acaba de pronunciar. La “carne y la sangre”, la capacidad
terrena del hombre débil no ha dado origen a este conocimiento, el mismo Dios
se lo ha inspirado de lo alto y a quien tiene se la añade aún más (13, 12).
Pedro dió un paso desde una fe “pequeña” cuando anduvo sobre las aguas, pero estaba
en camino y este camino lleva a la plenitud de la fe, conoce el misterio más
íntimo del Reino de Dios. Esta Bienaventuranza es también glorificación de Dios
que ha dado este conocimiento a la gente sencilla (11, 25).
- “Tu
eres Pedro” no significa que éste
adquiera un nombre sino que él debe de ser “piedra”. El libro de los Salmos gusta de llamar a
Dios: roca, apoyo seguro, garantía de fidelidad y firmeza y
Simón ha de ser esa roca sobre la que Jesús quiere edificar su Iglesia. También
coge la metáfora de construir(Am. 9, 11) (Sal. 126, 1). Como en
otro tiempo Dios se construyó una Casa en el monte Sión, hoy Jesús quiere
edificarse su Iglesia sobre la roca de Simón, sobre hombres vivos. Esta Iglesia
será la nueva comunidad de Israel: A mi
Iglesia@, porque es la profesión de fe en Jesús la que los
congrega.
- A esta fundación Jesús
promete una duración estable. Las puertas del reino de la muerte no tienen
dominio ante esta institución de Jesús (Rm. 6, 9), pues Jesús ha vencido al
pecado y a la muerte, por tanto nosotros estamos en El, porque ha pagado con su
sangre un precio por nosotros (20, 28; 26, 28).
- Con estas Palabras de
Jesús, la Iglesia tiene motivo para sentir una confianza ilimitada en Dios y en
su Cristo, “primicia de los que han muerto” (I Cor. 15, 20).
(v. 19)
- La segunda parte de la promesa que hizo Jesús a Pedro
habla de “llaves del Reino de los Cielos” y de “atar
y desatar”. El tema principal del mensaje de Jesús es el
Reino de Dios. Se compara a una ciudad o una casa que se cierra y abre por
llaves y que tiene un portero. Este es Pedro. Dios o el Mesías se desprenden de
este cargo que les es propio y lo confieren al hombre ¡qué gran dignidad la del hombre para Dios, qué en
serio le toma!
- “Atar
y desatar” es terminología rabínica que significa
declarar falsa o verdadera una doctrina o también poder de excluir (excomulgar)
a alguien de la comunidad o acogerlo en la misma. He aquí Pedro con los dos
poderes en la Iglesia de Cristo. Y este veredicto tiene ahora validez en
el cielo, ante Dios: tarea divina (18, 18). Este poder es
para todos los apóstoles: Pedro es el primero entre los otros (Ef.
2, 20). Y este orden hasta la Parusía del Señor. Este oficio es parte de los
dones salvíficos.
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