"Ventana abierta"
‘Día de la Iglesia Diocesana’, carta pastoral de monseñor
Juan José Asenjo (11-11-2018)
Queridos hermanos y
hermanas:
El próximo día 11 de noviembre
celebraremos el Día de la Iglesia Diocesana con el lema “Vivimos y celebramos la fe en
comunidad, porque somos una gran familia contigo”.Aprovecho esta
circunstancia para reflexionar con vosotros sobre el ser más íntimo de la
Iglesía.
La Iglesia es como la
prolongación de la Encarnación, la Encarnación continuada, el sacramento de
Jesucristo, su prolongación en el tiempo. es la escalera de nuestra ascensión
hacia Dios. La Iglesia es Cristo que sigue entre nosotros predicando,
enseñando, acogiendo, perdonando los pecados, salvando y santificando, hasta el
punto de que, si el mundo perdiera a la Iglesia, perdería la Redención.
La Iglesia no es el
intermediario engorroso del que uno trata de desembarazarse por inútil y
molesto. Al contrario, es el ámbito necesario y natural de nuestro encuentro
con Jesús y la escalera de nuestra ascensión hacia Dios, en frase muy gráfica
de san Ireneo de Lyon. Sin ella, antes o después, todos acabaríamos
abrazándonos con el vacío, o terminaríamos entregándonos a dioses falsos. Ella
es el regazo materno que nos ha engendrado y que nos permite experimentar con
gozo renovado cada día la paternidad de Dios.
Al sentirla como madre, hemos
de sentirla también como espacio de fraternidad. Junto con sus otros hijos,
nuestros hermanos, hemos de percibirla como nuestra familia, el hogar cálido que
nos acoge y acompaña, como la mesa en la que restauramos las fuerzas
desgastadas y el manantial de agua purísima que nos renueva y purifica. Su
Magisterio no es un yugo o una carga insoportable que esclaviza y humilla
nuestra libertad, sino un don, una gracia impagable, un servicio magnífico que
nos asegura la pureza original y el marchamo apostólico de su doctrina.
Hemos de vivir nuestra
pertenencia a la Iglesia con alegría y con inmensa gratitud al Señor que
permitió que naciéramos en el seno de una familia cristiana, que en los
primeros días de nuestra vida pidió a la Iglesia para nosotros la gracia del
bautismo. Si no fuera por ella, estaríamos condenados a profesar la fe en
solitario, a la intemperie y sin resguardo. Gracias a ella, nos alienta y acompaña
una auténtica comunidad de hermanos.
Hemos de vivir también nuestra
pertenencia a la Iglesia con orgullo, con la conciencia de ser miembros de una
buena familia, una familia magnífica, una familia de calidad, pues si es verdad
que en ella hay sombras y arrugas por los pecados de sus miembros, es también
cierto que la luz, ayer y también hoy, es más intensa que las sombras, y que la
santidad, la generosidad y el heroísmo de muchos hermanos y hermanas nuestros
es más fuerte que nuestro pecado y nuestra mediocridad.
Hemos de vivir además nuestra
pertenencia a la Iglesia con responsabilidad, de manera que nuestra vida sea
una invitación tácita a penetrar en ella, conocerla, vivirla y sentarse a su
mesa. Hemos de procurar, por fin, que lo que la Iglesia es para nosotros, lo
sea también a través de nosotros, es decir, regazo materno y cálido hogar,
puente, escalera, lugar de encuentro, mesa fraterna, manantial y, sobre todo,
anuncio incansable del Señor a nuestros hermanos, con la conciencia de que éste
es el mejor servicio que podemos prestarles.
En las vísperas del Día de la
Iglesia Diocesana, invito a todos a crecer en amor a nuestra Archidiócesis, a
rezar por ella y a colaborar con ella en el cumplimiento de su mision. Mantener
las instituciones eclesiales exige medios económicos cuantiosos, para retribuir
modestamente a los sacerdotes, garantizar el funcionamiento de los Seminarios y
demás servicios diocesanos, servir a los pobres, construir nuevos templos y
restaurar y conservar nuestro ingente patrimonio artístico y cultural. Por
ello, una de las finalidades de esta jornada es solicitar la ayuda generosa de
los fieles.
Una forma de ayudar a la
Iglesia es a través de la declaración de la renta, cada año al final de la
primavera, asignando el 0,7 % de nuestros impuestos a favor de la Iglesia
católica. Otras formas loables son las donaciones directas, en forma de cuotas,
suscripciones, donativos, legados o testamentos y siendo generosos en la
colecta de este domingo, que tiene como destino la Archidiócesis.
Pido a los sacerdotes y
religiosos que en esta jornada procuren explicar con sencillez a los fieles la
naturaleza de la Iglesia particular, la misión del obispo y de los sacerdotes,
la importantísima misión de los Seminarios y el peculiar servicio salvífico y
sobrenatural que la Diócesis presta a los fieles. Les ruego además que
expliquen el lema de la jornada y hagan con esmero la colecta.
Pidamos al Señor que esta
jornada contribuya a fortalecer nuestra conciencia de familia, a amar con
sentimientos de gratitud filial a nuestra Archidiócesis, a crecer en actitudes
de colaboración con ella, a asumir y aplicar el Plan Pastoral, y a valorar y
sentir como algo muy nuestro todo lo diocesano.
Para todos, mi saludo fraterno
y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla
08 - noviembre - 2018
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