"Ventana abierta"
José significa "Dios me ayuda".
De San José
únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en
el evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos
tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia
de David.
Los santos
que más han propagado la devoción a San José han sido: San Vicente Ferrer,
Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos
sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la
devoción al santo Patriarca. Pero sobre todo, la que más propagó su devoción
fue Santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía
casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a
San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya
no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía:
"Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos
problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en
todo".
Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía:
"Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna
gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los
que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán
que grandes frutos van a conseguir".
Y es de notar que a todos los
conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.
San Mateo
narra que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la
Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un
hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez
de denunciarla como infiel, dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo
a vivir.
Y dice el evangelio que su determinación de no denunciarla, se debió a
que "José era un hombre justo", un verdadero santo. Este es un enorme
elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, "ser justo" es
lo mejor que un hombre puede ser.
Nuestro
santo tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió
importantísimos mensajes del cielo.
En su primer sueño, en Nazaret, un ángel le contó
que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía
casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizando con
ese mensaje, José celebró sus bodas.
La leyenda cuenta que
doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un
bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre
los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso
pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.
En su
segundo sueño en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús
para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche
y con María y el Niño se fue hacia Egipto.
En su tercer
sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían
volver a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret.
San José, el
santo del Silencio. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se
le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no
hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del
profeta antiguo:
"Sean pocas tus palabras".
Quizás Dios ha permitido
que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para
enseñarnos a amar también nosotros en silencio.
"San José, Patrono de la
Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar".
Santa Teresa
repetía:
"Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo
trató tan sumamente bien a Él en esta tierra, Él le concede ahora en el cielo
todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán
cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".
"Yo no
conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no
se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad".
"Nosotros-comentaba
el beato Juan Pablo II- veneramos a José, hombre justo; a José, que con un amor
tierno y silencioso amó más profundamente a María, de la casa de David, porque
aceptó todo su misterio.. Veneramos a José, en quién se reflejo más plenamente
que en todos los padres terrestres la paternidad de Dios mismo. Veneramos a
José, que construyó la casa familiar en la tierra al Verbo Eterno, así como
María le había dado el cuerpo humano:
"El Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros" (Jn 1, 14)" (Homilía en Terni, 19/03/1981).
Y, al igual
que al Beato Juan Pablo II, todos los fieles que amamos a Jesús y a María
Santísima, madre de la Iglesia, veneramos a San José, un aliado seguro en las
horas difíciles, un ejemplo lleno de atractivo de auténtica vida cristiana, un
maestro de vida interior.
Esperanza de
los afligidos. En tu vida, oh San José, no todo
fue claro y fácil de comprender. Sin embargo, supiste ubicarte siempre con la
seguridad que te daba la esperanza de estar en las manos de Dios.
Practiquemos
la devoción al Santo Patriarca, imitando a Jesús y a María Santísima, que
fueron los primeros devotos de San José, y esto nos asegura la ayuda de los
tres.
Te ruego, oh
San José, de consolar hoy a todos los que están afligidos por cualquier causa.
Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.
"Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno
de gracia, Jesús y su Madre están contigo, Bendita tú eres entre todos los
hombres y Bendito es Jesús el Hijo de María. San José, ruega por nosotros,
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén".
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