El obispo de Sigüenza-Guadalajara ha participado recientemente en la denominada visita ad límina apostolorum que los prelados deben realizar cada cierto tiempo al papa, según indica el Código de Derecho Canónico. Atilano Rodríguez formó parte del primer grupo de obispos, 44 en total, que ha visitado a Francisco, del 24 de febrero al 3 de marzo. Este día el papa recibió conjuntamente a todos los obispos españoles y comenzaron los encuentros con los 39 restantes. La visita finalizará el próximo 8 de marzo, en vísperas del comienzo de la próxima Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española en la que se procederá a elegir a un nuevo presidente de la misma.
¿Cuál es su impresión general sobre la misma?
¿Qué diferencias ha encontrado entre esta visita y las realizadas como obispo anteriormente con Juan Pablo II o Benedicto XVI?
Aunque en esta ocasión los obispos no hemos tenido la visita personal al Santo Padre, como en otras ocasiones, sin embargo todos hemos valorado muy positivamente el hecho de haber podido dialogar fraternalmente con el papa Francisco en pequeños grupos, durante hora y media, para conocer de primera mano los retos que tiene la Iglesia en estos momentos, a la hora de cumplir con la apasionante misión de anunciar la alegría del Evangelio a todos los hombres.
¿Qué es fundamentalmente una visita ad límina?
Los aspectos fundamentales de la visita ad límina son la oración por la Iglesia universal y por cada una de las Iglesias particulares ante los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo, la visita al Sucesor de Pedro como expresión de comunión y de corresponsabilidad con él, en el gobierno de la Iglesia, y los diálogos fraternos con los responsables de las Congregaciones romanas, para presentarles inquietudes y para escuchar sus orientaciones.
Al visitar las Congregaciones o los Pontificios Consejos ¿qué ambiente se percibe? ¿Qué destacaría de esas visitas? ¿Opina que está la Curia tan relajada como se está haciendo creer?
Además de una acogida cordial en cada una de las Congregaciones visitadas, yo he palpado en los responsables de las mismas un profundo amor a la Iglesia, un conocimiento muy hondo de los problemas eclesiales y un deseo sincero de acertar en la búsqueda de las mejores soluciones evangélicas ante los problemas detectados. Además, en todo momento se han escuchado y valorado con mucho interés las actividades evangelizadoras de la Iglesia en España. Sobre todo se percibe servicio y amor a la Iglesia.
¿Hay algún aspecto destacable de la vida diocesana que haya planteado en alguna de las instituciones vaticanas?
En las correspondientes Congregaciones, los obispos hemos reflexionado sobre algunos problemas o dificultades que afectan a todas las diócesis. Concretamente, hemos dialogado sobra las vocaciones a la vida sacerdotal y de especial consagración, sobre la necesidad de impulsar la vocación laical para poder evangelizar, sobre la urgencia de dar un nuevo impulso a la espiritualidad sacerdotal y sobre la búsqueda de nuevos caminos para atender humana y espiritualmente a los emigrantes y refugiados.
¿Cómo valora el estado de la diócesis que ha presentado al Santo Padre? ¿Qué destaca como elementos positivos que se viven en esta parcela del Pueblo de Dios y qué carencias descubre, después del estudio realizado y plasmado en el informe entregado en Roma, que habría que abordar con más empeño?
Considero que las actuaciones pastorales que estamos intentando impulsar en nuestra diócesis están muy bien orientadas. No obstante, hemos de permanecer muy atentos al soplo del Espíritu, y a la cambiante realidad social y cultural, para impulsar sin miedo nuevos caminos de evangelización. En este sentido, será preciso seguir avanzando, con la ayuda de la gracia divina, en la sincera conversión al Señor y en la necesaria conversión pastoral para no cerrarnos en nosotros mismos ni en esquemas del pasado.
En esta ocasión el encuentro con el papa Francisco ha sido en grupo ¿hubo algún momento de saludo personal, por breve que fuera, en el que los obispos pudieran manifestar privadamente alguna preocupación al Papa?
Aunque esta vez el encuentro con el Santo Padre era en grupo, todos los obispos teníamos la posibilidad de solicitar una entrevista privada con el papa en el caso de que considerásemos necesario exponerle algún problema concreto.
¿Qué impresión le ha causado el papa? ¿Es tan cercano como todo el mundo dice?
El papa es un hombre de gran humanidad, porque atesora una profunda espiritualidad. Además de ser cercano, acogedor y cariñoso con cada uno, posee una gran autoridad moral en todo lo que dice, porque se palpa que lo hace desde una profunda experiencia y convicción personal. No habla de oídas, sino de lo que vive y cree, y sus gestos son expresión de esa vivencia de la fe.
¿Cómo se desarrolló el encuentro colectivo de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo a la que pertenece nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara?
Después del saludo personal a cada obispo y a los sacerdotes acompañantes, el papa nos invitó a sentarnos a su lado y a plantear cualquier problema que considerásemos oportuno. Del diálogo mantenido con él, a mi me ha impresionado especialmente su preocupación por lo que él llama la sociedad del “descarte”, es decir, por la marginación de los jóvenes y de los ancianos en la construcción de la sociedad. A los jóvenes se les niega un trabajo y a los ancianos no se les escucha.
¿Qué les ha encargado el papa a los obispos?
El papa, además de pedirnos que saludásemos a todos los miembros de nuestras Iglesia diocesanas, y de invitarnos a rezar por su persona y por el fiel cumplimiento de su misión, nos ha recordado a los obispos que, en medio de las actuales dificultades para la evangelización, el Espíritu Santo continúa actuando en la Iglesia y en el corazón de cada persona. Por lo tanto, no debemos ahorrar esfuerzos para abrir nuevos caminos al Evangelio para que éste llegue a todos y, de este modo, puedan descubrir a Cristo como amigo y hermano.
¿Cree que esta es una de las principales preocupaciones de los obispos españoles? ¿Tiene también esta “indiferencia” repercusiones en nuestra diócesis?
Sin duda la secularización y el relativismo nos están afectando a todos. Tal vez nuestra diócesis mantiene un índice de práctica religiosa un poco superior a otras diócesis españolas, pero también se observa la indiferencia religiosa de muchos bautizados, que en la práctica viven y actúan como si Dios no existiese. El gran reto de la Iglesia en estos momentos está en ayudar a creyentes e indiferentes a descubrir que la fe en Dios no solo no nos quita nada, sino que nos ayuda a ser más personas y mejores ciudadanos.
¿Cree que ha cambiado mucho la Iglesia en España desde la última visita ad límina en 2005?
A mi modo de ver, creo que el cambio fundamental de la Iglesia española desde la última visita ad límina hasta el momento presente está en la toma de conciencia de que es urgente emprender una nueva evangelización, “con nuevo ardor, con nuevos métodos y con nuevas expresiones”. Aunque en aquel momento los criterios culturales ya estaban influyendo en el alejamiento de Dios por parte de muchos bautizados, en la Iglesia seguíamos manteniendo una pastoral de conservación. Hoy ya vamos asumiendo que es absolutamente necesario impulsar una pastoral eminentemente misionera.
Si tuviera que quedarse con una anécdota de estos días, ¿qué destacaría?
Señalaría el “gripazo” que tuvieron que padecer algunos obispos, como consecuencia de los cambios tan bruscos de temperatura experimentados durante los días pasados en Roma.
Los obispos eméritos no tienen obligación de realizar esta visita, sin embargo el de Sigüenza-Guadalajara, D. José Sánchez, estaba también en Roma en estos días. ¿Fue a título personal o invitado por algún obispo español?
Don José viajó a Roma para asistir a la ceremonia de constitución de nuevos cardenales, pues entre ellos estaba el español Fernando Sebastián, gran amigo suyo. Aprovechando el viaje visitó al Santo Padre con los obispos de la Provincia eclesiástica de Valladolid, a la que pertenece la diócesis de Ciudad Rodrigo, en la que reside tras su jubilación. No podía quedarse hasta el sábado día uno de marzo, para unirse a la reunión de los obispos de nuestra Provincia de Toledo, porque tenía que impartir ejercicios espirituales en Ávila.
Ya para finalizar ¿tuvo tiempo para disfrutar algo de la Ciudad Eterna?
Por supuesto, he aprovechado el escaso tiempo libre que nos permitía el ritmo de trabajo para callejear por Roma, y para visitar a algún sacerdote y algún amigo que viven en la ciudad.
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