"Ventana abierta"
Discurso de Madre Teresa de Calcuta
al aceptar y recibir el Premio Nobel de la Paz 1979
"Ya que nos hemos reunido aquí para
agradecerle a Dios por el Premio Nobel de la Paz, creo que sería hermoso que
todos rezáramos la oración de San Francisco de Asís que siempre me sorprende
mucho – rezamos esta oración todos los días después de la Santa Comunión,
porque encaja bastante para cada uno de nosotros, y yo siempre me pregunto si
hace 4, 500 años cuando San Francisco de Asís compuso esta oración, tenían las
mismas dificultades que nosotros tenemos hoy, ya que dicha oración encaja tan
bien para nosotros también. Creo que algunos de ustedes ya lo han entendido,
así que rezaremos juntos.
Permitámonos agradecer a Dios por la
oportunidad que tenemos hoy todos juntos, por este regalo de paz que nos
recuerda que hemos sido creados para vivir en esa paz, y que Jesús se volvió
hombre para traernos esa buena noticia a los pobres. Él, siendo Dios, se volvió
hombre en todos los aspectos como nosotros excepto en el pecado, y proclamó muy
claramente que había venido a dar buenas noticias. La noticia era la paz a toda
la buena voluntad y esto es algo que todos queremos –la paz del corazón- y Dios
amó al mundo tanto que dio a su hijo –porque fue dado- es tanto como decir que
le dolió a Dios darlo, porque amaba tanto al mundo que le dio a su hijo y se lo
dio a la Virgen María, ¿y qué hizo ella con él?
Tan pronto como llegó a su vida,
inmediatamente fue de prisa a dar esas buenas noticias, y cuando entró a la
casa de su prima, el niño –el niño nonato- el niño en el vientre de Elizabeth
saltó con alegría. Ese pequeño niño nonato fue el primer mensajero de la paz.
Él reconoció al Príncipe de la Paz, él reconoció que Cristo había llegado a dar
las buenas noticias para ti y para mí. Y fue como si eso no fuera suficiente
–como si no fuera suficiente convertirse en hombre- Él murió en la cruz para
demostrar un amor superior, y murió por ti y por mí y por ese leproso y por ese
hombre muriendo de hambre y esa persona desnuda yaciendo en la calle, no sólo
de Calcuta, sino de África, Nueva York, Londres y Oslo –e insistió en que nos amáramos
los unos a los otros como él nos ama a cada uno de nosotros. Y leemos eso muy
claramente en el evangelio –ama a como yo te he amado- a como yo te amo- a como
el Padre me ha amado, te amo- y entre más el Padre lo amó, nos lo dio a
nosotros, y cuando más nos amemos los unos a los otros, nosotros también
debemos dar hasta que nos duela. No es suficiente que digamos: Amo a Dios, pero
no amo a mi vecino. San Juan dice que somos mentirosos si dices que amas a Dios
pero no amas a tu vecino. ¿Cómo puedes amar a un Dios que no ves, si no amas a
tu vecino que si ves, que tocas y con el que vives? Y esto es muy importante
para nosotros, para darnos cuenta que el amor, para que sea verdadero, debe
doler. A Jesús le dolió amarnos. Y para asegurarse de que recordáramos
su gran amor, se hizo a sí mismo el pan de la vida para satisfacer nuestra
hambre por su amor. Nuestra hambre de Dios, porque hemos sido creados para ese
amor. Hemos sido creados a su imagen. Hemos sido creados para amar y ser
amados, y después él tiene que convertirse en hombre para hacer posible que nos
amemos a como él nos amó. Él se vuelve el hambriento, el desnudo, el sin hogar,
el enfermo, el prisionero, el solitario, el no querido, y dice: Ustedes me lo
hicieron. Hambriento de nuestro amor, y este es el hambre de nuestra gente
pobre. Este es el hambre que tu y yo debemos encontrar, puede estar en nuestro
propio hogar.
Yo nunca olvido una oportunidad que
tuve visitando un hogar donde tenían a todos estos viejos padres y madres de
hijos e hijas que sólo los habían puesto en una institución y tal vez olvidado.
Y fui ahí, y vi que en ese hogar tenían todo, cosas hermosas, pero todos
miraban hacia la puerta. Y yo no vi una sola sonrisa en sus rostros. Y volteé
hacia la hermana y le pregunté ¿cómo puede ser?, ¿cómo puede ser que las
personas que tienen todo aquí, miran hacia la puerta?, ¿porqué no sonríen?
Estoy tan acostumbrada a ver una sonrisa en nuestra gente, incluso la sonrisa
moribunda, y ella dijo: Esto es casi todos los días, ellos están esperando,
están esperando que un hijo o hija venga a visitarlos. Ellos están heridos
porque están olvidados, y mire- aquí es donde viene el amor. Esa pobreza viene
directo aquí a nuestro propio hogar, incluso la negligencia de amor.
Quizá en
nuestra familia tenemos a alguien que se está sintiendo solitario, enfermo o
preocupado, y esas son dificultades diarias para todos. ¿Estamos ahí para
recibirlos, tal como la madre está ahí para recibir al hijo?
Me sorprendió en
el Occidente ver a tantos chicos y chicas jóvenes ceder ante las drogas, e
intenté descubrir por qué- por qué es así, y la respuesta fue: porque no hay
nadie en la familia para recibirlos. El padre y la madre están tan preocupados
que no tienen tiempo. Los padres jóvenes están en alguna institución y el hijo
vuelve a la calle y se involucra en algo. Estamos hablando de la paz. Estas son
cosas que rompen la paz, pero siento que el mayor destructor de la paz hoy es
el aborto, porque es una guerra directa, un asesinato directo por la madre
misma.
Y leemos en las Escrituras, porque Dios dice claramente: Incluso si una
madre puede olvidar a su hijo, Yo no te olvidaré, te he tallado en la palma de
mi mano. Nosotros estamos tallados en la palma de Su mano, tan cerca de él que
un niño nonato ha sido tallado en la palma de la mano de Dios. Y eso es lo que
me impacta más, el inicio de esa oración, que incluso si una madre puede
olvidar algo imposible- pero incluso si pudiera olvidar- Yo no te olvidaré. Y
hoy los más grandes medios- el más grande destructor de la paz es el aborto. Y
los que estamos parados aquí – nuestros padres nos quisieron. No estaríamos
aquí si nuestros padres nos hubieran hecho eso a nosotros. Nuestros hijos, los
queremos, los amamos, pero hay de los millones. Muchas personas están muy preocupadas
por los niños en India, por los niños en África, donde muchos mueren, tal vez
de desnutrición, de hambre y demás, pero millones están muriendo
deliberadamente por la voluntad de la madre. Y ese es el mayor destructor de la
paz hoy. Porque si una madre puede matar a su propio hijo- que falta para que
yo te mate a ti y tú me mates a mi- no hay nada en el medio. Y esto lo aplico
en la India, lo aplico en todos lados: Dejemos volver al niño, y que este año
sea el año del niño. ¿Qué hemos hecho por el niño? Al principio del año dije,
hablé en todos lados y dije: Dejemos que este año hagamos que cada niño nacido
y no nacido sea querido. Y hoy es el final del año ¿hemos realmente hecho
queridos a los niños? Les daré algo aterrador. Estamos combatiendo el aborto
con la adopción, hemos salvado miles de vidas, hemos mandado mensajes a todas
las clínicas, a todos los hospitales, estaciones de policía –por favor no
destruyan al niño, nosotros tomaremos al niño.
Así que cada hora del día y la
noche siempre hay alguien, tenemos un gran número de madres no casadas-
díganles que vengan, nosotros las cuidaremos, tomaremos a sus niños por ustedes
y le conseguiremos un hogar. Y tenemos una enorme demanda de familias que no
tienen hijos, esa es la bendición de Dios para nosotros. Y también, estamos
haciendo otra cosa que es muy hermosa –estamos enseñándoles a nuestros
mendigos, a nuestros pacientes de lepra, los habitantes de los barrios bajos,
la gente de la calle, la planeación familiar natural.
Y en Calcuta solamente, en seis años
–todo es el Calcuta- hemos tenido 61,273 menos bebés de familias que hubieran
tenido, pero porque practicaron este método natural de la abstinencia, del
auto-control, del amor del uno al otro. Les enseñamos el medidor de temperatura
que es muy hermoso, muy simple, y nuestra gente pobre lo entiende. Y ¿saben qué
me han dicho? Nuestra familia es saludable, nuestra familia es unida, y podemos
tener un bebé cuando lo queramos. Tan claro- esa gente en la calle, esos
mendigos- y yo creo que si nuestra gente puede hacer eso, cuánto más tú y todos
los otros que pueden conocer los medios sin destruir la vida que Dios ha creado
en nosotros.
Las personas pobres son
grandes personas. Ellos nos pueden enseñar tantas cosas hermosas. El
otro día uno de ellos vino a agradecer y dijo: Ustedes que han hecho voto de
castidad son las mejores para enseñar planeación familiar. Porque no es más que
auto-control y amor del uno al otro. Y creo que dijeron una frase muy hermosa.
Y estas son las personas que no tienen nada que comer, tal vez no tienen un
hogar donde vivir, pero son grandes personas. Los pobres son gente maravillosa.
Una noche salimos y recogimos a cuatro personas de la calle. Y uno de ellos
estaba en terribles condiciones, y le dije a las Hermanas: Ustedes cuiden a los
otros tres, yo cuidaré a este que se ve peor. Así que hice por ella todo lo que
mi amor puede hacer. La puse en la cama, y había una sonrisa tan hermosa en su
rostro. Ella tomó mi mano mientras me decía una sola palabra: Gracias –y murió.
No pude evitar examinar mi
consciencia ante ella, y me pregunté qué diría si estuviera en su lugar. Y mi
respuesta fue muy simple. Hubiera intentado atraer un poco de atención hacia
mí, hubiera dicho tengo hambre, que estoy muriendo, tengo frío, tengo dolor o
algo, pero ella me dio mucho más – ella me dio su amor agradecido. Y ella murió
con una sonrisa en su rostro.
Así como ese hombre que recogimos del drenaje,
mitad comido por gusanos, y lo trajimos al hogar. Yo que he vivido como un
animal en las calles, pero moriré como un ángel, amado y cuidado. Y fue tan
maravilloso ver la grandeza de ese hombre que podía hablar así, que podía morir
sin culpar a nadie, sin maldecir a nadie, sin comparar nada. Como un ángel
–esta es la grandeza de nuestra gente. Y esto es lo que creemos que Jesús ha
dicho: Yo tenía hambre – estaba desnudo – no tenía hogar – no era querido – no
amado – sin cuidado – y ustedes me lo hicieron.
Creo que no somos verdaderos
trabajadores sociales. Tal vez estamos haciendo trabajo social a los ojos de
las personas, pero lo que somos realmente es contemplativo en el corazón del
mundo. Ya que estamos tocando el Cuerpo de Cristo las 24 horas.
Estamos las 24 horas en su presencia, así como tú y yo. Tú también intenta
traer esa presencia de Dios en tu familia, porque la familia que reza junta, se
mantiene junta. Y creo que en nuestra familia no se necesitan bombas y armas,
para destruir, para traer paz –sólo reunirse, amarse el uno al otro, traer esa
paz, esa alegría, esa fuerza de la presencia de cada uno en el hogar. Y seremos
capaces de sobrepasar todo el mal que hay en el mundo.
Hay tanto sufrimiento, tanto
odio, tanta miseria, y con nuestras oraciones, con nuestro sacrificio comienza
en casa. El amor comienza en casa, y no es que tanto hacemos, pero que tanto
amor ponemos en las acciones que hacemos. Es a Dios todopoderoso –cuánto
hacemos no importa, porque Él es infinito, pero cuanto amor ponemos en esa
acción. ¿Cuánto hacemos por Él en la persona a la que estamos sirviendo?
Hace algún tiempo en Calcuta, tuvimos
gran dificultad para conseguir azúcar, y no sé cómo lo supieron los niños, y un
pequeño niño de 4 años, un niño hindú, fue a casa y le dijo a sus padres: No
comeré azúcar por tres días, le daré mi azúcar a la Madre Teresa para sus
niños. Después de tres días su padre y madre lo trajeron a nuestro hogar. Nunca
los había visto antes, y este pequeño pudo apenas pronunciar mi nombre, pero él
supo exactamente lo que había ido a hacer. Él sabía que quería compartir su
amor. Y es por esto que he recibido tanto amor de todos ustedes. En el tiempo
que he estado aquí, he estado simplemente rodeada de amor, y de amor real y
entendimiento. Se podría sentir que todos en India, todos en África son
importantes para ustedes. I me siento bastante en casa, le comentaba a la
Hermana hoy. Me siento en el convento con las Hermanas, como si estuviera en
Calcuta con mis propias hermanas. Tan completamente en casa, aquí mismo.
Y aquí estoy hablando con ustedes –quiero
que encuentren a los pobres de aquí, en su mismo hogar primero. Y comenzar el
amor ahí. Sean esas buenas noticias para su propia gente. Y averigüen
sobre su vecino de junto- ¿saben quiénes son? Tuve la experiencia más
extraordinaria con una familia hindú que tenía ocho hijos. Un caballero llegó a
nuestra casa y dijo: Madre Teresa, hay una familia con ocho hijos, no han
comido en mucho tiempo- haga algo. Así que tomé algo de arroz y fui allá
inmediatamente. Y vi a los niños – sus ojos brillantes de hambre – no sé si
alguna vez han visto el hambre. Pero yo la he visto muy seguido. Y ella tomó el
arroz, dividió el arroz y salió. Cuando volvió, le pregunté – ¿a dónde fuiste?
¿Qué hiciste? Y ella me dio una respuesta muy simple; Ellos también tienen
hambre.
Lo que me impactó más fue que ella sabía – y quiénes son ellos, una
familia Musulmana – y ella lo sabía. No traje más arroz esa noche porque quería
que disfrutaran la alegría de compartir. Pero estaban esos niños, radiando
alegría, compartiendo la alegría con su madre porque tenía el amor para dar. Y
vean, aquí es donde comienza el amor – en casa. Y quiero que ustedes – y estoy
muy agradecida por lo que he recibido. Ha sido una experiencia tremenda y
vuelvo a India – volveré la próxima semana, el 15 espero – y seré capaz de llevar
su amor.
Y sé bien que ustedes no han dado de
su abundancia, pero han dado hasta que les lastime. Hoy, los niños pequeños que
tienen – me sorprendió tanto – hay tanta alegría para los niños que están
hambrientos. Que los niños como ellos mismo necesitarán amor y cuidado y
ternura, como reciben tanto de los padres. Así que agradezcamos a Dios que
hemos tenido esta oportunidad de llegar conocer los unos a los otros, y este
conocimiento el uno del otro nos ha hecho muy unidos. Y seremos capaces de
ayudar no sólo a los niños de India y África, sino a los niños de todo el
mundo, porque como saben, nuestras hermanas están en todo el mundo. Y con este
premio que he recibido como premio de la paz, intentaré hacer un hogar para
mucha gente que no tiene uno. Porque creo que el amor comienza en casa, y si
podemos crear una casa para los pobres, creo que más y más amor se esparcirá. Y
seremos capaces a través de este amor y entendimiento de traer la paz, ser
buenas noticias para los pobres. Los pobres en su familia primero, en su país y
en el mundo.
Para ser capaces de hacer esto,
nuestras hermanas, nuestras vidas tienen que estar devotas a la oración. Ellas
tienen que ser devotas a Cristo para ser capaces de entender, ser capaces de
compartir. Porque hoy hay tanto sufrimiento – y siento que la pasión de Cristo
está siendo vivida de nuevo – ¿estamos ahí para compartir esa pasión, para
compartir ese sufrimiento de la gente? Alrededor del mundo, no sólo en los
países pobres, pero encuentro la pobreza del Occidente mucho más difícil de
remover. Cuando recojo a una persona de la calle, hambrienta, le doy un plato
de arroz, una pieza de pan, estoy satisfecha. He removido el hambre. Pero una
persona que está encerrada, que se siente indeseada, no amada, aterrorizada, la
persona que ha sido expulsada de la sociedad – que la pobreza es tan hiriente y
tanto más, que encuentro mucha dificultad. Nuestras hermanas están trabajando
entre ese tipo de personas en el Occidente. Así que ustedes deben orar que
seamos capaces de ser esas buenas noticias, pero no podemos hacer eso sin
ustedes, ustedes tienen que hacer eso en sus países. Ustedes deben llegar a
conocer a los pobres, quizá nuestra gente aquí tiene cosas materiales, todo,
pero creo que si miramos hacia nuestros hogares, cuánta dificultad encontramos
en sonreírle el uno al otro, y esa sonrisa es el comienzo del amor.
Así que permitámonos
conocernos el uno al otro con una sonrisa, ya que la sonrisa es el comienzo del
amor, y una vez que comenzamos a amarnos el uno al otro naturalmente queremos
hacer algo. Así que oren por nuestras hermanas y por mí por nuestros
hermanos, y por nuestros colegas alrededor del mundo. Que permanecemos fieles
al regalo de Dios, a amarlo y servirle en la gente pobre contigo. Lo que hemos
hecho no hubiera sido posible si ustedes no compartieran con sus oraciones, con
sus obsequios, este dar continuo. Pero si quiero que me den su abundancia,
quiero que me den hasta que les duela.
El otro día recibí 15 dólares de un
hombre que ha estado acostado por 20 años, y la única parte que puede mover es
su mano derecha. Y la única compañía que tiene es fumar. Y me dijo: No fumo una
semana y te envío este dinero. Debe haber sido un sacrificio terrible para él,
pero vean que hermoso, cómo compartió, y con ese dinero compré pan y se lo di a
quienes estaban hambrientos con alegría de ambas partes, él estaba dando y los
pobres recibiendo. Esto es algo que tú y yo es un regalo de Dios que seamos
capaces de compartir nuestro amor con otros. Y que sea así como fue para Jesús.
Permitámonos amarnos los unos a los otros cómo Él nos amó. Permitámonos amarlo
con amor indivisible. Y la alegría de amarlo como el uno al otro –déjanos dar
ahora- que la Navidad está tan cerca. Déjanos conservar esa alegría del amor de
Jesús en nuestros corazones. Y compartir esa alegría con todos los que entremos
en contacto. Y esa alegría radiante es real, ya que no tenemos razones de no
ser felices si tenemos a Cristo con nosotros. Cristo en nuestros corazones,
Cristo en los pobres que conocemos, Cristo en la sonrisa que damos y en la que
recibimos. Hagamos un punto: que ningún niño será indeseado, y que nos
encontraremos siempre con una sonrisa, especialmente cuando sea difícil
sonreír.
Nunca olvido hace un tiempo, unos 14
profesores llegaron de los Estados Unidos de diferentes universidades. Y
vinieron a Calcuta a nuestra casa. Hablaban de que habían ido al hogar de los
moribundos. Tenemos un hogar para los moribundos en Calcuta, donde hemos
recogido a mas de 36 mil personas sólo de las calles de Calcuta, y de esas
personas 18 mil han tenido una muerte hermosa. Sólo han ido a casa con Dios; y
llegaron a nuestro hogar y hablamos del amor, compasión, y uno de ellos me
preguntó: ¿está casada? Y le dije: Si, y a veces encuentro muy difícil
sonreírle a Jesús porque puede ser muy exigente a veces. Esto es cierto y es de
donde viene el amor – cuando es exigente, y aún podemos darle todo a Él con
alegría. Tal como lo he dicho hoy, he dicho que si no voy al cielo por nada
más, iré al cielo por la publicidad que me ha purificado y sacrificado y
preparado para ir al Paraíso. Creo que eso es algo, que debemos vivir la vida
hermosamente, tenemos a Jesús con nosotros y Él nos ama. Si tan sólo pudiéramos
recordar que Dios me ama, y que tengo la oportunidad de amar a otros tanto como
Él me ama, no en las cosas grandes sino en las pequeñas con gran amor, entonces
Noruega se convierte en un nido de amor. Y qué hermoso sería que desde aquí se
creara un centro para la paz. Que desde aquí la alegría de la vida del niño nonato salga. Si te conviertes en una luz incandescente en un mundo de paz,
entonces realmente el Premio Nobel de la Paz es un regalo de la gente noruega.
¡Dios les bendiga!".
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