Esta vez quisiera dar un paso más y contemplar a María –nos instruye el P. Santiago Martín- en otro de sus atributos, quizá el primero junto al de Criatura de Dios, como Inmaculada: “La Inmaculada Concepción de María” decimos al proclamar el dogma.
No crean ustedes que este dogma ha sido siempre aceptado unánimemente desde el principio por todos, ha tardado mucho en abrirse camino entre todos los creyentes, entre todos los católicos. Grandes Santos amantes de la Virgen, devotos de Ella, como por ejemplo S. Bernardo, no lo veían así, creían que estaba reñido con aquella afirmación de S. Pablo: “Todos pecaron” en el sentido de que Jesucristo había sido el Redentor de todos. “Si todos pecaron –decía S. Bernardo- la Virgen María también tenía que haber pecado aunque sólo fuera el pecado original”. El propio Santo Tomás, este gran sabio de nuestra Iglesia, decía que la Inmaculatización no le había venido a la Virgen en el momento de la Concepción, sino a lo largo del embarazo. La devoción popular estaba en contra de estas opiniones, decía que Aquella que era tan Buena, que era la Madre siempre Fiel, no podía haber conocido nunca –ni siquiera en la Concepción- el pecado, ni tan siquiera el pecado original.
¿Qué nos enseña ese dogma?
¿Qué tiene que ver con nuestra vida?
Yo les diría –continúa explicando el Padre S. M- que había que fijarse en María como Inmaculada, para verla como Aquella que es el modelo de todas las virtudes. Por ejemplo, la mayor parte de nosotros, cuando tenemos una necesidad, cuando tenemos un problema acudimos a Ella, ¡y hacemos bien! No hagan ustedes caso a los que dicen que no hay que ir a rezar a la Virgen, o a los Santos, o a pedirle a Dios; a Dios no le cansa que le pidamos, ¡tenemos que pedir! El propio Señor dijo: “Pedid y se os dará”. Tenemos que pedir, pero no sólo pedir, tenemos también que dar gracias; y además a la hora de pedir, tenemos que pedir algo que no sea sólo material, por ejemplo, la santidad.
¡Ayúdame a ser como Tú!
¡Ayúdame a luchar contra el pecado!
¡Ayúdame a ser mejor, más generoso/a, menos rencoroso/a, menos vengativo/a, a ser una persona más disponible para ayudar a los demás!
¡Ayúdame a ser como Tú, que mi amor por Ti y tu amor por mí, me inmaculatice de algún modo, que ese amor sea como una especie de impermeable que me proteja del pecado, que de esta forma la Gracia de Dios para luchar contra el pecado.
Que le pidamos a la Virgen las virtudes, que nos ayude a ser cada día un poco mejores.
preservaros Dios, María,
que antes de encarnar tenía
virtud la Sangre de Dios.
Sin tiempo Dios con morir,
la humanidad redimió,
eternamente ordenó
haberla de redimir.
Hasta el próximo D.M. amigos, que será ya el 3º. artículo.
Vuestra hermana en el Señor: Angelita.
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