"Ventana abierta"
Padre Santiago Martín
4º Artículo del Tercer Milenio de la Mano de María. 1999.
Educación de la Virgen María
¡¡Hola, amigos/as!!
En el pasado artículo, si ustedes recuerdan, les invitaba a contemplar un aspecto de la vida de la Virgen que fue el de su nacimiento. Les invitaba también a hacerle cada día, varias veces al día incluso, un regalo a la Virgen, cantar una especie de cumpleaños feliz.
Quisiera ahora -nos explica el sacerdote Santiago Martín- dar un paso más.
Después del nacimiento, vino una larguísima etapa que fue indudablemente el de la educación en aquel santo hogar formado por Joaquín y Ana, los padres de la Virgen.
María fue educada como una muchacha judía.
El pueblo judío era un pueblo extremadamente culto.
Que hoy, en el conjunto de los pueblos -no en todos por desgracia- haya educación obligatoria, eso es algo hoy muy normal, pero hace 2000 años no era tan normal.
En el pueblo judío, todos los niños -ciertamente por desgracia sólo los varones- tenían que aprender a leer y a escribir, lo hacían por motivo religioso, pero lo hacían, y esto era muy frecuente en la época.
Por supuesto en todos los pueblos había gente que tenía cultura, pero allí era algo extendido a todas las capas de la población por un motivo religioso, lo cual indica que la religión tenía efectos benéficos incluso en la cultura del pueblo. Naturalmente esto se hacía ligado al régimen religioso de la sinagoga, o en todo caso a Jerusalén ligado al templo; y como digo -continúa explicando Santiago Martín- estaba extendido, sobre todo a los niños, en algún caso también a las niñas.
Seguramente el hecho de que María fuera hija única y que procediera de una familia -digamos- de la clase media alta, pues seguramente la Virgen María, participó de ese privilegio que no todas las niñas tenían, de saber leer y escribir.
Pero al margen de eso, en su casa recibió una buena educación, claro que Santa Ana debió de enseñar a María, como cualquier madre a su hija: a coser, a cocinar, a ese conocimiento de las plantas de la zona para curarse un resfriado, para aliviarse un dolor de cabeza o para mejorar del reuma... era algo que aprendían todas las muchachas, y no solamente en Israel.
Pero además de saber coser, de saber planchar o de saber cocinar, la Virgen María tuvo una educación completa -como digo- eso probablemente también era propio de todo el pueblo judío, pero en aquella casa sin duda que eso existió, y ese es el punto en el cual nosotros podemos fijarnos para poder imitarla a Ella, y en este caso a los padres de Ella, a Joaquín y Ana -me refiero a la educación de los hijos-.
La mayor parte de los padres, gracias a Dios, están muy atentos a la educación de sus hijos; de vez en cuando aparecen en los periódicos noticias desagradables: uno que pega, otro que abandona... son minorías, por eso aparecen. La gran mayoría de los padres aman a sus hijos, afortunadamente.
Pero quizá no todos, no toda esa gran mayoría les ama bien, es decir, estamos todos muy preocupados porque sepan inglés, porque sepan informática y porque lleven muy buenas notas en el conjunto de las asignaturas, porque no repitan curso, incluso pagar academias especiales o costosos viajes al extranjero.
Estamos preocupados para que tengan un régimen alimentario equilibrado, pero,
¿y su espíritu?
¿Quién se preocupa por su alma?
Después quizá, dentro de unos años, cuando sean adolescentes o jóvenes nos quejaremos, nos quejamos: es desobediente, no me hace caso, llega tardísimo a casa, no estudia lo suficiente, no trabaja... O cuando sean los padres mayores, cuando seamos nosotros mayores, diremos: no me entienden, me han abandonado, me han metido en un asilo... Nosotros fuimos culpables o al menos fuimos culpables en parte.
Si nuestro hijo/a, después ya no se casa por la Iglesia, quizá sea una opción de él o de ella. Legítima opción, pero a lo mejor nosotros tuvimos algo que ver -sigue explicando Santiago Martín- porque nos preocupamos de que fuera sólo un triunfador/a, de que ganara dinero, de que fuera rico, poderoso, pero tal vez no nos preocupamos de que tuviera una formación religiosa. No ocurrió así con la Virgen María. Santa Ana y San Joaquín dieron a la Virgen, a su hija, lo que hoy diríamos, una educación integral, es decir, una educación completa a todos los niveles, se preocuparon de que supiera las cosas que una muchacha tenía que saber, una muchacha de su época, judía; pero también se preocuparon de que creyera en Dios, de que fuera educada en el respeto a Dios y a sus mayores, en el cumplimiento de sus deberes, de que no pensara sólo en los derechos, sino también en las obligaciones, cosa que hoy en día ya ni siquiera se habla. De todo eso, es de lo que nosotros podemos aprender fijándonos en Ella.
El Padre Santiago Martín nos recomienda una advocación por ejemplo, de María Auxiliadora que está siempre al lado de los Salesianos en esta extraordinaria labor educativa que ellos hacen.
-Tengo que añadir particularmente al P. Santiago Martín, que ahí se educó uno de mis hermanos, mi hermano Jesús, que hoy lleva muy a gala haber pasado por este Centro, además de un trabajo de especialista que hoy día desempeña y que ellos le enseñaron; por todo ello, les está muy agradecido y estará siempre en deuda con ellos y con San Juan Bosco su Fundador.
Acudamos a la Virgen -continúa aconsejándonos el P. Santiago- a María Auxiliadora, a pedir que nos ayude en la educación de los hijos o en la educación de nuestros nietos, que no les demos simplemente comida o ropa buena; que les demos también algo que les sirva para su alma, que no son solamente animales, que tienen un alma,que son animales racionales, y que en eso tienen que ser también educados con la ayuda de la Virgen.
Podemos acudir a la imagen de la Virgen de la parroquia más cercana que tengamos cada uno/a –en nuestro caso a la Virgen de los Dolores; Ella nos ayudará y aconsejará.
Hasta el próximo D.M., que será ya el 5º artículo.
Vuestra hermana en el Señor: Angelita.
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