"Ventana abierta"
María, causa de nuestra alegría
La tristeza es cosa mala, para uno mismo y los
demás. Es la escoria del egoísmo.
La persona siempre triste, corre el serio
peligro de convertirse en una murmuradora para sus adentros: "porque es
mucho el trabajo que tiene, grandes sus achaques, innumerables los problemas, nadie
piensa en ella", y va haciéndonos la vida insoportable. Agobia a todo el
mundo.
Además, la tristeza es padre y madre del mal
humor, que es el que vemos llenando de voces las calles, mientras conducen
el coche, los que reparten iras, enfados, impaciencias y nos deprimen el corazón.
En cambio los de buen humor nos hacen más fácil
el camino de la vida. Una sonrisa, nos alegrará la mañana.
¿Que las
cosas no salen como te gustaría?
¿Que no se resuelven esos viejos problemas?
¿Y a
quién no le pasa todo eso?
Anímate y alegra tu corazón, y hecha de él la
congoja, porque a muchos mató la tristeza, pero a nadie ha matado la alegría.
Cuando estés amargada, desganada, desconsolada,
intenta levantar el felpudo que hay en la puerta de tu corazón que está
cargado de pesimismo, y te encontrarás debajo con un bicho feo que se llama
"soberbia", písalo.
Santo Tomás lo decía más académicamente:
"La tristeza es un vicio causado por el desordenado amor de sí mismo. Que
no es un vicio especial, sino la raíz general de todos ellos".
El remedio
para escapar de esos malos humores es cortar de cuajo esas raíces.
Dios nos quiere alegres.
El hombre ansía con
todas sus fuerzas, esa felicidad que es congénita, porque la ha puesto Dios en
el corazón.
Todas nuestras facultades humanas la apetecen.
El hombre va como
loco abriendo cajas, destapando vasijas, buscando tapitas doradas, pensando que
allí, afuera, puede encontrar la paz, dicha y felicidad.
Un hijo de Dios, un cristiano que tiene fe,
puede sufrir y llorar, puede tener motivos para dolerse, pero no, para estar
triste.
Se sabe amado a pesar de todo lo que pase.
Has visto a algún niño triste cuando tiene la
seguridad del amor de su mamá? Bueno, nosotros tenemos una Madre. Una Madre que
conociendo la experiencia del dolor, el cansancio del trabajo, el claroscuro de
la fe, se convirtió en vida, dulzura y esperanza nuestra. Es María.
Una Madre que vivió misterios gozosos, dolorosos
y hasta gloriosos.
Esta Madre es garantía de Dios.
¿Que marchas con poca fé?
La virgen te llenará
de luces para iluminar tus noches.
¿Que en tu vida hay tristeza?
Pídele alegría
para tus fiestas de familia.
¿Qué te sientes desganada?
María te dará fuerzas
para tus labores diarias.
Ante los problemas más difíciles, en las
situaciones de mayor peligro, acude a la que puede interceder ante el Padre por
nosotros.
Ponte en sus manos.
En los días tristes, o alegres, cuando todo sale
bien o todo se oscurece, cuando no puedes más, cuando marches optimista o
cuando camines a rastras. Invócala.
Todas las almas santas han acudido a su
intercesión.
¿Cómo no lo vamos a hacer tú y yo, que tenemos tantas dificultades?
Es tu Madre y tú eres su hija.
Te quiere con
especial ternura.
Trátala en consecuencia.
Cuéntale todo lo que te
pasa.
Invócala, rézale.
Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú, no lo
haces.
¿Sabes a dónde lleva ese amor? Al corazón de
Jesús!
¡María, mediadora de todas las causas,
ruega por
nosotros!
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