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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 5 de enero de 2012

Los Reyes Magos y la pregunta de la niña.

"Ventana abierta"


Los Reyes Magos y la pregunta de la niña


No había hecho su padre más que sentarse al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz baja, como con miedo, le dijo:
- ¡Papá!
- Sí, hija, cuéntame.
- Papá, quiero que me digas la verdad.
- Claro, hija. Siempre te la digo - respondió el padre un poco sorprendido-.
- Es que...-titubeó Cristina-.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Cristina se quedó mudo, mirando a su mujer intentando
descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña, y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé, papá, creo que sí y que no.
Por un lado me parece que sí, que existen, porque tú no me engañas. Pero como las niñas dicen eso...

- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos, pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con lágrimas en los ojos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado, porque los Reyes Magos sí que existen - respondió el padre cogiendo con sus dos manos la carita de su hija.
- Entonces no lo entiendo papá.
- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla - dijo el padre mientras señalaba con la mano un asiento a su lado -.

Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
"Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle.
Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz, que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño!. Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.


- ¡Oh, sí -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.


Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros, con mucha alegría contestó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos Magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños.
¡Pero sería tan bonito...!


Los tres Reyes Magos se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo.

El Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió, y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos.
Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo.
Decidme, ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

- ¡Oh, señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas-.
Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos; pero, no podemos tener tantos pajes..., no existen tantos.

- No os preocupéis por eso -dijo Dios- Yo os voy a dar, no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

- ¡Sería fantástico!, ¿pero cómo es posible -dijeron a la vez los tres Reyes con sorpresa y admiración-.

-Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben de querer mucho a los niños? -preguntó Dios-.

- ¡Sí, claro, eso es fundamental -asintieron los tres Reyes al unísono-.

- Y, ¿ verdad que esos pajes deberían conocer perfectamente los deseos de los niños?.

- ¡Si, sí!  Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmado los tres-.

- Pues decidme, queridos Reyes, ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?.

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oir:
- Puesto que así lo habéis querido, y para que en nombre de los tres Reyes de Oriente, todos los niños del mundo reciban algunos regalos, Yo, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos.
Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres le contarán esta historia, y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del belén, recordarán que gracias a los tres Reyes Magos, todos son más felices".


Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se puso de pie, y dando un beso a sus padres, dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo, papá, y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo se dirigió a su habitación regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene podré ahorrar más dinero.

Y todos se abrazaron, mientras a buen seguro, desde el Cielo los tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.


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